Publicado en El País de Andalucía
En política no es que no haya una única vara de medir, sino que ni siquiera hay dos. Así, a vuela pluma, podemos destacar una primera vara de medir según las afinidades ideológicas, una segunda en función del sexo de la persona en cuestión, una tercera por su procedencia social y una cuarta por su raza. Y no necesariamente por este orden.
El nivel de crítica se dispara exponencialmente si das positivo en más de dos parámetros. Apenas si conozco a Susana Díaz y puedo compartir alguna de las críticas o reservas que se plantean pero me resulta llamativa la ferocidad que han empleado con ella antes de que empiece su andadura y, sobre todo, el hecho de que estos argumentos no se utilicen contra otros representantes políticos.
La elección de Susana es, según el PP, “una farsa, un fraude” porque no ha pasado por las urnas. Sin embargo este mismo partido considera “impecablemente democrático” que el Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González o el de Valencia, Alberto Fabra, hayan sido elegidos por sus asambleas sin pasar por las urnas.
La forma de elegir a Susana ha sido considerada como “un dedazo”, un
“susanazo”, una imposición de Griñán. Los déficits de este proceso no
pueden ocultar que en el PP el candidato es elegido por “las autoridades
competentes”. De hecho Zoido afirma que están “a la espera de lo que
decida Rajoy sobre la candidatura”, pero esto no es dedazo es liderazgo.
La juventud se ha convertido en un reproche a la futura Presidenta. A los 39 años es, por lo visto, una joven cachorro y una niñata inexperta. Rafael Escuredo tenía 38 años cuando se convirtió en el primer presidente de la Junta, Borbolla 36, Felipe González con 34 años era jefe de la oposición y Aznar con esta misma edad presidente de Castilla y León. Claro que eran hombres, tenían barba o pintaban canas.
Nadie se atreve a criticar sus orígenes modestos, pero muchas afirmaciones rezuman un clasismo cierto. Aunque tenga una carrera universitaria es “indocumentada”. “Barriobajera”, “trianera”, “de estética poco depurada” calificativos que exudan la incomodidad ante quien pisa el poder sin desprenderse totalmente de sus orígenes.
Pero donde la crítica se vuelve apoteósica es en su condición de mujer. Susana no ha llegado a ser consejera sino que “se encaramó al poder”; no es decidida o valiente sino “ambiciosa”; no es inteligente sino “lista”; no aprende, sino que es “esponja”; no ha ganado congresos sino “ha fulminado a sus adversarios”. El marco se completa con un repaso a su estilismo, al color de su pelo o de sus blusas. Si esto no es sexismo, explíquenme de qué se trata.
Todo es banal, vacío, irrisorio. Lo realmente importante es si el próximo Gobierno tendrá fuerzas y ganas para sacar a Andalucía de este agujero de desesperanza; si por fin tomarán como propio el reto del desempleo; si tienen proyectos nuevos, apertura real a la sociedad y sienten como suyos los problemas de la ciudadanía.
@conchacaballer
1 comentario:
Vale, dicho todo esto ¿habrá un sólo motivo para elegir a esta presidenta que no se base en que los del PP son peores o iguales?
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