sábado, 14 de febrero de 2009

El blog de Paralelo 26

Este es el enlace al blog que la revista Paralelo36 acaba de abrir y que sirve de complemento y actualización de la publicación trimestral. Es una publicaciòn plural, abierta a opiniones, aportaciones y comentarios.

Caza Mayor

Dice el PP que el ministro de Justicia y el juez Garzón aprovecharon una jornada de caza para conspirar contra ellos y que esto desacredita toda la investigación sobre la trama de corrupción de su partido. Yo no lo creo.Conozco los ambientes de la caza mayor, he escuchado horrorizada desde niña sus relatos de monterías y, creedme, allí se desdibujan las creencias, las ideologías y la realidad inmediata. El más declarado urbanita se transfigura en un ser campestre, que disfruta con los placeres sencillos que ofrece el monte: esa neblina de las primeras horas que se disipa lentamente sobre los arbustos, el olor de la madera quemada, las pisadas en la tierra más suaves que en el asfalto, como si anduvieran por el cielo. Se transfiguran en gentes sencillas de la serranía, hablan con familiaridad con personas a las que ni siquiera saludarían en su vida real. Comparten comida, vino y anécdotas de la jornada como niños en un día de excursión. Pero el momento cumbre es, cuando tras una espera dilatada, aparece un ciervo entre los arbustos. Contienen la respiración y sienten cómo se fragua un silencio que detiene el tiempo. Se acercan con lentitud, sin hacer ningún ruido, a la presa. Hay verdadera admiración hacia ella, especialmente cuando el animal levanta la cabeza y los mira con sus enormes ojos, paralizado no se sabe si por el horror o por una ancestral comprensión de la situación. El cazador, entonces, siente un vahído de amor, murmura para sí un “no te muevas”, como si en vez de disparar la escopeta, estuviera plasmando una obra de arte con sus manos. Concede a la víctima unos segundos para que emprenda la huída. Si los aprovecha, no le disparará mientras huye porque resulta indigno herir por la espalda a tan bello compañero. Pero el ciervo está detenido, como si hubiera asumido su destino, y segundos después cae herido de muerte. Hay tristeza en los ojos del cazador. El bulto informe que hay a sus pies ya no es el ciervo elegante que recorría el monte; sin movimiento, sin el giro inocente de su cuello, ya no es nada. A veces, al final de la jornada, alguien dispara una foto al cazador sonriente entre sus trofeos. A los no iniciados esas fotos nos parecen de una obscenidad insultante pero ellos no se avergüenzan, solo creen que no hemos comprendido la mística unión de la naturaleza con el juego de la muerte. He oído contar estas experiencias miles de veces, su ritual, su ritmo, su liturgia. La muerte de un inocente es un placer exquisito para ellos. Al día siguiente, vuelven a los juzgados, a los despachos, al Ministerio, rejuvenecidos por este baño de sangre pura.
PD. Para que compartan el profundo horror que me causan estos cazadores y sus patéticos sentimientos, les obsequio este breve video de la ejecución de un inocente.