jueves, 27 de noviembre de 2008

PERSPECTIVA


La vida es un misterio que no puede revelarse. Lo vas comprendiendo con el tiempo junto con la discreción necesaria para callarte. Con el paso de los años se te van desvelando secretos que no podrás contar a nadie. Si rompes esta regla y los desvelas, parecerán vacíos, desprovistos de sentido, como un sueño mal contado. A nadie servirá tu experiencia, ni tu conocimiento del camino. Si te empeñas en hacerlo te harás pesada, aburrida; los jóvenes te escucharán sin atención: los de tu generación con una leve mirada de desaprobación por sacar a la luz ese territorio; los mayores no desean saber nada más, su copa de conocimiento está repleta y no quieren ser molestados ahora que han vuelto a apreciar lo más elemental, sin filosofías ni palabras que lo adornen.
Dicen que las últimas palabras que pronunció Bécquer fueron “Todo mortal” y quizá no hablaba del vacío, ni de la decepción de su búsqueda de permanencia, sino del secreto.
Mi padre, algunos días antes de morir, nos dijo que nunca había caído en la cuenta de que se hacía viejo, solo en el hospital, enfrentado cara a cara a la enfermedad, se miró las manos y comprendió que el tiempo había pasado.
Nos engaña una continuidad ficticia. Nos miramos al espejo y este nos refleja, no el paso del tiempo, sino una imagen intemporal, persistente, en realidad eterna. Y, sin embargo, la vida nos hace entender en la cabeza cana del amigo, en los surcos de su cara, el misterio. Un secreto que nada tiene que ver con el aspecto físico, sino con una nueva comprensión íntima, que no vas a contar ni a escribir. Le pregunté a un amigo cómo se sentía al cumplir los cincuenta años y me ofreció esta imagen: “es como si hubiera acabado de subir una montaña alta. Estoy cansado por el esfuerzo y, a la vez, satisfecho de haber hecho el camino, pero lo más importante es que desde aquí puedo contemplar todo el paisaje”. Una visión completa y solitaria.

martes, 25 de noviembre de 2008

NUEVO CÓDIGO DE CIRCULACIÓN


Ferrán Gallego nos cuenta lo siguiente:
Hay un cartel en una plaza de México DC que no tiene precio. Los materialistas, en México, son los conductores de camiones de mercancías. Pues bien, un cartel advertía. "Prohibido a los materialistas aparcar en lo absoluto"...Vaya, pobre Marx ¿no?
Inspirado en este cartel nos envia este código de circulación:

"Se prohíbe a los marxistas circular, ni siquiera por los arcenes"
"Rigurosamente prohibido superar el límite de ilusión prescrita"
"Zona reservada para conspiraciones de pasillo";
"Terminantemente prohibido pensar de uno en uno y, sobre todo, pensar colectivamente. El ministerio de control de tráfico de ideas resuelve, para simplificar el mensaje, que está prohibido pensar"
"Adelante siempre por la derecha, deje libre la calzada de la izquierda para vehículos oficiales"
"Si piensas, no conduzcas un proyecto de izquierdas"
"Es obligatorio el cinturón de castidad ideológica"
"Mantenga la distancia de seguridad con la base de la organización"
"Atención, zona de niebla: se acerca una asamblea"
"Hágase el ITV (inspección de totalitarismo visionario) en los periodos fijados";
"Compruebe que sus frenos están preparados para detener cualquier idea nueva"
"Procure circular con la luz roja de la reserva de energía en su panel encendida"
"En caso de colisión con la realidad, abrácese al airbag-burka que le proporcionará la dirección: ni ver, ni dejarse ver”
"Recuerde utilizar los chalecos reflectores cuando se enfrente a la dirección"
"Compruebe que sus ruedas están cargadas de vacío antes de emprender un viaje estratégico"
"No se distraiga conversando con los compañeros: cualquier intercambio de ideas podría causar un accidente"
"Mire a su derecha y a su izquierda para asegurarse de que no hay nadie, antes de decidir que es un buen sitio para tomar decisiones viarias"
"Ahorre energía: procure circular por debajo de sus esperanzas"
"Tenga el mejor seguro a todo riesgo: no saque el proyecto del garaje"
"No haga trayectos largos: descanse y eche a la familia del vehículo cada cinco o seis años"...
y SOBRE TODO..."No suba a desconocidos a su coche, pase de largo..."

sábado, 22 de noviembre de 2008

EL DÍA QUE MURIÓ FRANCO


Cuando murió Franco yo era excesivamente joven, si es que se puede ser joven en ese grado. Creía que estudiar, aprender, leer era el privilegio de mayor rango. De hecho todavía lo pienso. Lo único que me desagradaba de la política era que me arrancaba de los libros; lo mejor, que me refrescaba con un azote de realidad que yo no había conocido.
Los días anteriores a su muerte, los mayores –y creía que entonces más avanzados- brindaron con champagne durante días por la muerte del dictador. Yo entonces no bebía nada pero sonreía ante sus esperanzas. Volvía pronto a casa cada noche, a las diez en punto, porque según los padres de esa época el sexo y la perversión asomaban sus ojos a partir de aquella hora invernal. Volvía a mi hora pero ajena. Mi padre rogaba para que todo siguiera igual, yo para que todo cambiara y se abriera un mundo nuevo.
Recuerdo la mañana de la muerte de Franco, llena de sonrisas y de complicidades. Inexplicablemente no ocurrió nada. Todo era un compás de espera, como si la historia se escribiera sola. Queríamos noticias, novedades, y solo nos llegaban chismes, conversaciones de salón disfrazadas de sesudos análisis políticos. En casa el miedo se había instalado y las normas se volvieron más rígidas. Mi esperanza, sin embargo, era mayor.
Durante meses nada sucedió. Los estudiantes hacíamos pintadas y carteles. Alguno moría en un “coletazo del régimen” que nos partía el alma. Pero, en general, el tiempo era de espera.
Un día tuvimos un acto en el Colegio de Doctores y Licenciados y un profesor, al que confesé mi decepción, me dijo:
· No te preocupes. Las cosas van a cambiar, pero con otro ritmo. Ya lo tienen todo decidido.
· ¿Quiénes?
· ¿Quién va a ser? La casa real… los americanos… Europa. Va a haber una reforma pactada.
Durante algún tiempo aquello me afectó mucho. La gente de la calle no contaba para nada, los principios innegociables caían al suelo. La vida no iba a cambiar, no iba a haber un estallido de color y libertad.
Hoy estamos perdiendo la memoria vital de esos años de la transición. Nos cuentan y falsifican la historia. No me gustan los documentales de dictadores moribundos, las crónicas detalladas de sus últimos días. Hay en ellas un fondo de humanidad que nos iguala, nos equipara. Aquel tiempo no tenía el color sepia con el que se emite. No había un rey con un fondo democrático.No era tampoco un episodio de Cuéntame. Era un tiempo contradictorio, de colores intensos. En blanco y negro sólo vivían los partidarios del régimen. El resto éramos color, fantasía y, quizá, -como apunta Ferrán- mucha ingenuidad.

jueves, 20 de noviembre de 2008

MI AMIGA ES UNA IZQUIERDISTA


El día está indeciso: temperatura primaveral y cielo de invierno. En Sevilla el otoño es una estación extraña a la que solo define un cambio de luz. Ana está sentada junto al ventanal del bar. Dicen que el asiento que se elige –cuando hay espacio disponible- en un bar o un restaurante, nos delata el carácter de quien lo escoge. Ella ha elegido un lugar que le permite dominar el conjunto de la cafetería y el exterior. Al escoger este asiento obliga a que Alejandro, cuando llegue, tenga forzosamente que situarse de espaldas al bar y casi de cara a la pared.
- Vienes algo tarde –le dice Ana- ¿estás muy ocupado?
- Sí. Es que estoy refundando el capitalismo –sonríe él.
- Te veo contento.
- No te creas, pero hay que adaptarse a los tiempos...¿qué remedio? –dice mientras encarga un café bien cargado- Vengo de la Consejería de Obras Públicas porque ahora, el único clavo al que agarrarnos es a la inversión pública.
- Ah, yo creía que ya habías superado al Estado.
- De momento lo necesitamos –se ríe Alejandro- porque la actividad privada está casi paralizada.
- ¿Por qué no bajáis el precio de las viviendas que tenéis terminadas?
- No lo descartamos. Ya veremos en el futuro, pero de momento prefiero regalarlas a hacerlas VPO. Lo que sí hemos decidido es bajar el precio de las obras y, la verdad, es que se están haciendo a mitad de precio.
- ¿Y quién paga esta bajada?
- Vaya, pues estamos ganando menos todos: los contratistas, las empresas, los proveedores...
- Y los trabajadores, ¿no? Me apuesto a que cuando la cadena de descuentos llega al último ya casi no quedan ganancias. Y para qué hablar de los inmigrantes.
- ¿Ves cómo no te enteras? Los inmigrantes casi han desaparecido de la construcción en Andalucía
- ¿Y dónde están? –pregunta ella.
El amigo de Ana no contesta. Mira la plaza que se extiende ante el bar. Definitivamente es un precioso día de otoño.

martes, 18 de noviembre de 2008

CONTRA LA SOLEDAD


El anterior artículo (post, dicen en lenguaje bloguero) ha suscitado una interesante polémica. Os recomiendo leer los comentarios porque la mayor parte de ellos me parecen mejores que mi texto.
Mi esperanza y mi ordenador han hecho crack al mismo tiempo. Algún pirata (aunque no, no merece esa palabra tan cargada de literatura) ha mandado un virus que ha destrozado el sistema operativo (el de mi ordenador, me refiero; del otro se ocupa el tiempo y las ausencias). Mientras recupero la normalidad, os pongo este poema de Javier Egea, que definió la poesía como "pequeño pueblo en armas contra la soledad". Da nombre al libro "Paseo de los Tristes"

Entonces,
en aquella ciudad
o en la intuición primera, vaga, de su cuerpo,
el pensamiento aún flotaba en bucólicos careos,
en versos aprendidos sin historia
y no era posible amar
entre unas calles donde todo era sucio,
carne sin brillo,
cuando aún en el mar, la nube y las espigas
sin historia y sin tiempo,vanos,
estábamos durmiendo
o ignorando
esa gota de sangre que cuelga del amor
-su blanco cuello herido-,
ignorando la clase oscura en que nacimos,
sin consciencia de naves hundidas,
de rubios naúfragos,
condenados a vivir
una historia perdida
de explotación y soledad, de muerte enamorada,
sin saberlo.
Y sin embargo,
entre los autobuses, el gentío,
en la dulce ignorancia,
fue creciendo una luz
que nos hizo sentir un crujido brillante
después que allí, en la sórdida pensión
donde siempre se asilan viajeros sin destino,
gentes oscuras,
en un lugar sin esperanza,
dos cuerpos se sintieron indefensos
sudando en el asombro de la primera felicidad.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

EL EXILIO DE LUIS GARCIA MONTERO


La ideología de la sospecha es sumamente querida por aquellos que practican el resentimiento. Si alguien, con una postura de izquierdas, triunfa en la sociedad actual será inmediatamente tachado de traidor y de vendido. Stalin fue un mago en la utilización de este principio. Cuando se acabó la II Guerra Mundial y volvieron a sus países algunos de los militantes comunistas que habían vivido las atrocidades de los campos de concentración, Stalin no dudó un momento: si habían sobrevivido al horror del nazismo era porque, de alguna forma,habían colaborado. Por tanto, envió a los campos de concentración soviéticos, o directamente a la muerte, a los que tuvieron la suerte de sobrevivir al horror nazi.
El profesor Fortes aplica esta dialéctica a todo su discurso crítico: si algún escritor obtiene un importante éxito editorial es porque se ha vendido o porque -aunque pueda parecer lo contrario- esconde una ideología burguesa e incluso fascista. Así, la figura de Lorca representa “el nacionalsocialismo” y su muerte, por tanto, es una anomalía histórica.
Lejos de crear nada, el profesor Fortes destruye obras, reputaciones, historias vitales con la certeza de ser un gran inquisidor de las letras.
Tardó demasiado Luis García Montero en reaccionar frente a este acoso continuado; encogió los hombros ante las acusaciones de ser un “vendido al capitalismo”; se enfadó ante los insultos a su familia y estalló cuando hizo circular que el suicidio de Javier Egea se había producido por culpa de su traición a los ideales revolucionarios (como si no supiéramos todos la larga búsqueda de la muerte que había iniciado desde su juventud). Ahora un juez castiga a Luis García Montero por haber llamado públicamente perturbado a este profesor. En respuesta, Luis ha anunciado que abandona la docencia en la Universidad de Granada, en una especie de exilio intelectual voluntario que tiene la virtud de poner de relieve la injusticia de la sentencia pero también la indefensión de la razón.
No sé por qué intuyo que en esta decisión pesa tanto la victoria judicial del verdadero agresor como la indiferencia de una comunidad universitaria que tampoco tolera en exceso el éxito literario o el reconocimiento externo de su profesorado. Es la misma Universidad que regateó, durante años, la cátedra al mejor y más genial crítico de la literatura: Juan Carlos Rodríguez. Pero, perdón, de esto no se habla, es el tabú universitario, lo callado, oculto en la escalera del escalafón. El resultado es que la Universidad de Granada, en la que tanto he aprendido, no contará con el lujo de este gran poeta en sus aulas.

jueves, 6 de noviembre de 2008

HOMBRE NEGRO EN CASA BLANCA



Los que pertenecemos a la izquierda crítica del sistema, nos privamos de tener muchas alegrías. Es lo que tiene.
- Oye, ¡qué bien lo de Obama! –le comento alegre a un compañero.
- Pues no sé. Yo le he preguntado a mi mujer esta mañana si ya ha terminado el bloqueo de Cuba y me ha dicho que no, así que me da igual
Lo intento con otro compañero que me parece más razonable:
- Bien lo de Obama, ¿no?
- Bueno…-carraspea antes de encontrar su argumento-. No va a cambiar nada, ya verás.
Le digo que por fin se acaba la era Bush y que ha habido un verdadero suicidio de los neoconservadores.
- Si –me contesta- pero no hará nada. Todo se quedará en discursos electorales. O no querrá hacer nada y habrá engañado a la gente; o intentará hacerlo y no se lo permitirán.

Difícil argumento de rebatir: los finales infelices, la desesperanza avalada por decenios de experiencia, el peso de los poderosos, la flaqueza del poder político ante ellos.
- Pero algo mejor irán las cosas, más protección social, menos guerras, más políticas medioambientales –defiendo mi esperanza.
- ¡Qué ingenua eres! –me sonríe, cuando en realidad quiere decir que me dejo influir por la propaganda del sistema.
Vuelvo a mi casa y busco las imágenes del éxito de Obama en Chicago. Escucho su verbo contenido, su discurso no electoral sino histórico. Pero sobre todo veo jóvenes entusiasmados, blancos sacudiéndose la historia infame, negros llorando lágrimas contenidas durante siglos, emoción activa, como si un tiempo nuevo acabara de estallar. Y pienso que la verdadera ilusión del cambio está en la calle, en un pueblo que ha decidido alterar el ciclo de la historia, que en vez de dominio, superioridad, guerra han decidido hablar de paz, de igualdad, de derechos. No veo un simple cambio político, sino un profundo cambio cultural, civilizatorio. La emoción que manifiestan no pertenece al líder, al presidente, sino a ellos mismos que han provocado una mutación histórica y han dejado sin palabras a la América profunda.

lunes, 3 de noviembre de 2008

IU Y EL ACCIDENTE DEL CHALLENGER





En 1986 el transbordador espacial Challenger se desintegró, con siete tripulantes a bordo, pocos segundos después de su lanzamiento. Desde entonces se vienen investigando las causas de este accidente, así como de algunos otros tan terribles como Chernobil o el incendio de la estación de King Cross. Los estudios más avanzados, como el de Vaughan, no se detienen solo en los fallos técnicos sino en los fallos del sistema y de la organización social que les dieron origen.
Resumo sus conclusiones:
1.- La teoría del responsable individual o del chivo expiatorio, no solo no explica los accidentes sino que es el campo de cultivo de nuevas catástrofes. “Es mucho más fácil señalar la responsabilidad individual de un accidente que estudiar y, por tanto, modificar, los fallos de la organización y del sistema”.
2.- En la práctica, ninguna catástrofe responde a una sola causa, sino a una cadena de errores y de fallos en la organización. En todos los casos no hubo una única decisión para hacer algo mal sino, en su inicio, una serie de aparentemente inofensivas decisiones equivocadas.
3.- Hay una norma que debe seguirse para la investigación y es llegar tan lejos en el tiempo como sea posible para identificar las causas del accidente. Reducir el tiempo a los últimos acontecimientos es una forma de ocultar los verdaderos motivos y las relaciones que los produjeron.
4.- En todos los graves accidentes, se silenciaron, se evitaron o se minimizaron los “sectores críticos” del sistema que alertaron de riesgos o fallos. Así, en el caso del Challenger, en vez de preguntar a los ingenieros si el despegue era seguro, retaron a los ingenieros “díscolos” a probar que no lo era y prescindieron de su presencia en las decisiones finales.
5.- Los investigadores han demostrado en el caso del Challenger, que lejos de haber habido errores individuales, omisiones del protocolo e incumplimientos, fue precisamente seguir estas al pie de la letra (con todos los errores acumulados) los que desencadenaron la tragedia. “No fueron los calculadores y amorales managers, violadores de reglas quienes fueron responsables de la tragedia: Fue la conformidad” –concluyen.
Este fue el diálogo que mantuvimos durante la Asamblea Andaluza Manolo Lay, Felipe Villa (y otro compañero que imperdonablemente no consigo recordar), mientras el proyecto de inicial de IU se hacía añicos entre acometidas personales, gritos y simplificaciones políticas.