martes, 8 de julio de 2008

Y DICEN QUE EL PETRÓLEO ES CARO



A las cinco de la mañana la patera que transportaba a 37 nigerianos volcó cerca de Motril. Catorce de sus pasajeros no han vuelto a ver la luz y yacen en el mismo mar que el año pasado atrapó a más de novecientas personas procedentes de África. El Ministro dice estar conmovido por el suceso pero extrae una única conclusión: hay que luchar con más ahínco contra las mafias que trafican con la inmigración.
Pero no son las mafias del cayuco y de la patera las que hicieron abandonar su tierra a estos 37 nigerianos, no. Las mafias solo son un vergonzoso eslabón de una cadena de explotación que azota el continente africano.
Nigeria es un país con enormes reservas de petróleo y de gas natural. Un recurso que se encuentra en manos de compañías extranjeras, fundamentalmente la Shell y Chevron, mientras que la mayoría de sus habitantes sobreviven con menos de un dólar al día. Según todas las organizaciones internacionales, la explotación petrolera es responsable de la destrucción de los manglares, del desplazamiento y el sufrimiento de comunidades locales, y de la degradación ambiental de las fuentes de agua y del suelo en Nigeria. Tal depredación generalmente va acompañada de brutales acciones contra miembros de la comunidad local y activistas, en las cuales comandos armados actúan como brazo ejecutor de las empresas. Sin duda esta situación no podría mantenerse sin la colaboración de su gobierno y su administración, sin el control de los EEUU sobre la zona y la complicidad europea.
No, señor Ministro, no son las mafias de las pateras las que hacen morir a los nigerianos huidos de su país, son las grandes petroleras a las que ustedes sonreían la pasada semana en Madrid, a las que sólo rogaban que el precio del petróleo bajara, sin querer saber cómo ni de dónde sale, ni cuántos derechos humanos se pisotean, ni a cuantos desalojan de su tierra, para morir en el estrecho o adquirir el status de inmigrantes ilegales que ustedes están perfeccionando.
POSTDATA: Dos días después nueve bebés y seis adultos han muerto luchando contra "olas arboladas". Hasta las piedras de Almería lloraban. La Unión Europea ese mismo día ha resuelto convertir Europa en una fortaleza y potenciar las expulsiones. No hay corazón, tampoco cabeza.