martes, 18 de noviembre de 2008

CONTRA LA SOLEDAD


El anterior artículo (post, dicen en lenguaje bloguero) ha suscitado una interesante polémica. Os recomiendo leer los comentarios porque la mayor parte de ellos me parecen mejores que mi texto.
Mi esperanza y mi ordenador han hecho crack al mismo tiempo. Algún pirata (aunque no, no merece esa palabra tan cargada de literatura) ha mandado un virus que ha destrozado el sistema operativo (el de mi ordenador, me refiero; del otro se ocupa el tiempo y las ausencias). Mientras recupero la normalidad, os pongo este poema de Javier Egea, que definió la poesía como "pequeño pueblo en armas contra la soledad". Da nombre al libro "Paseo de los Tristes"

Entonces,
en aquella ciudad
o en la intuición primera, vaga, de su cuerpo,
el pensamiento aún flotaba en bucólicos careos,
en versos aprendidos sin historia
y no era posible amar
entre unas calles donde todo era sucio,
carne sin brillo,
cuando aún en el mar, la nube y las espigas
sin historia y sin tiempo,vanos,
estábamos durmiendo
o ignorando
esa gota de sangre que cuelga del amor
-su blanco cuello herido-,
ignorando la clase oscura en que nacimos,
sin consciencia de naves hundidas,
de rubios naúfragos,
condenados a vivir
una historia perdida
de explotación y soledad, de muerte enamorada,
sin saberlo.
Y sin embargo,
entre los autobuses, el gentío,
en la dulce ignorancia,
fue creciendo una luz
que nos hizo sentir un crujido brillante
después que allí, en la sórdida pensión
donde siempre se asilan viajeros sin destino,
gentes oscuras,
en un lugar sin esperanza,
dos cuerpos se sintieron indefensos
sudando en el asombro de la primera felicidad.