miércoles, 24 de septiembre de 2008

Lolo Silva y el petate



Se marcha el concejal del Ayuntamiento de Sevilla con el argumento de que ha padecido acoso de la derecha política y mediática sobre su gestión. No comprendo en modo alguno este argumento. En toda institución la oposición va a ejercer un cierto acoso respecto al grupo gobernante y a ningún político se le ocurre dimitir porque se sienta acosado. Otra cosa distinta es la temática del acoso, plagada cuando menos de irregularidades y de prácticas poco éticas. El grupo municipal de IU, en vez de dar explicaciones y poner en claro estas actuaciones, se ha cerrado en banda al reconocimiento de cualquier error, ha retrasado las comparecencias y no ha dado ni una brizna de transparencia que disipara las acusaciones.
En segundo lugar, el dimitido concejal se exculpa –de los errores no reconocidos- recurriendo a su juventud. Afirma que es “un torpe muchacho que solo ha tenido el interés de que los trabajadores vivan mejor”. Por una parte, flaco favor le hace a la juventud con esta afirmación, por otra, veamos si su trayectoria avala tan beatíficas intenciones. Cuando yo era joven esta generosidad de ánimo, buscando un mundo más justo y más libre, nos hizo entregar nuestro tiempo, renunciar incluso a brillantes futuros profesionales en función de estos ideales. Creo que mereció y sigue mereciendo la pena. Pero, ¿cuál ha sido el esfuerzo de este insigne concejal? Llegó a la política y, en cuestión de meses, ya se había garantizado un cargo público, un coche oficial, una trupe de subordinados y, finalmente, un puesto de trabajo en la Universidad. Las credenciales con las que ha cimentado su carrera política son la persecución interna y externa de los compañeros y compañeras de la organización así como de los movimientos sociales que hemos discrepado con sus teorías francamente estalinistas de la organización y del poder. Sin ir más lejos, en una de sus últimas intervenciones públicas, me invitó llamándome “señora” (¡a modo de insulto!) a “coger el petate e irme de Izquierda Unida”. Hoy es él el que, sin explicaciones reales, ha tomado el petate y se ha ido del ayuntamiento, con la cabeza gacha, ante la mirada ausente de los que lo habían colocado en ese lugar.