El día está indeciso: temperatura primaveral y cielo de invierno. En Sevilla el otoño es una estación extraña a la que solo define un cambio de luz. Ana está sentada junto al ventanal del bar. Dicen que el asiento que se elige –cuando hay espacio disponible- en un bar o un restaurante, nos delata el carácter de quien lo escoge. Ella ha elegido un lugar que le permite dominar el conjunto de la cafetería y el exterior. Al escoger este asiento obliga a que Alejandro, cuando llegue, tenga forzosamente que situarse de espaldas al bar y casi de cara a la pared.
- Vienes algo tarde –le dice Ana- ¿estás muy ocupado?
- Sí. Es que estoy refundando el capitalismo –sonríe él.
- Te veo contento.
- No te creas, pero hay que adaptarse a los tiempos...¿qué remedio? –dice mientras encarga un café bien cargado- Vengo de la Consejería de Obras Públicas porque ahora, el único clavo al que agarrarnos es a la inversión pública.
- Ah, yo creía que ya habías superado al Estado.
- De momento lo necesitamos –se ríe Alejandro- porque la actividad privada está casi paralizada.
- ¿Por qué no bajáis el precio de las viviendas que tenéis terminadas?
- No lo descartamos. Ya veremos en el futuro, pero de momento prefiero regalarlas a hacerlas VPO. Lo que sí hemos decidido es bajar el precio de las obras y, la verdad, es que se están haciendo a mitad de precio.
- ¿Y quién paga esta bajada?
- Vaya, pues estamos ganando menos todos: los contratistas, las empresas, los proveedores...
- Y los trabajadores, ¿no? Me apuesto a que cuando la cadena de descuentos llega al último ya casi no quedan ganancias. Y para qué hablar de los inmigrantes.
- ¿Ves cómo no te enteras? Los inmigrantes casi han desaparecido de la construcción en Andalucía
- ¿Y dónde están? –pregunta ella.
El amigo de Ana no contesta. Mira la plaza que se extiende ante el bar. Definitivamente es un precioso día de otoño.
- Vienes algo tarde –le dice Ana- ¿estás muy ocupado?
- Sí. Es que estoy refundando el capitalismo –sonríe él.
- Te veo contento.
- No te creas, pero hay que adaptarse a los tiempos...¿qué remedio? –dice mientras encarga un café bien cargado- Vengo de la Consejería de Obras Públicas porque ahora, el único clavo al que agarrarnos es a la inversión pública.
- Ah, yo creía que ya habías superado al Estado.
- De momento lo necesitamos –se ríe Alejandro- porque la actividad privada está casi paralizada.
- ¿Por qué no bajáis el precio de las viviendas que tenéis terminadas?
- No lo descartamos. Ya veremos en el futuro, pero de momento prefiero regalarlas a hacerlas VPO. Lo que sí hemos decidido es bajar el precio de las obras y, la verdad, es que se están haciendo a mitad de precio.
- ¿Y quién paga esta bajada?
- Vaya, pues estamos ganando menos todos: los contratistas, las empresas, los proveedores...
- Y los trabajadores, ¿no? Me apuesto a que cuando la cadena de descuentos llega al último ya casi no quedan ganancias. Y para qué hablar de los inmigrantes.
- ¿Ves cómo no te enteras? Los inmigrantes casi han desaparecido de la construcción en Andalucía
- ¿Y dónde están? –pregunta ella.
El amigo de Ana no contesta. Mira la plaza que se extiende ante el bar. Definitivamente es un precioso día de otoño.