Ana está sentada junto a la ventana, en la cafetería en las que todas las mañana toma un segundo café. Se acerca Gabriel con el periódico cuidadosamente doblado. Ella siempre se ha preguntado cómo consigue que las páginas queden plegadas de forma perfecta después de haberlo leído.
- ¿Qué hay?
- ¿Quieres tomar algo?
- Ya he pedido en la barra…
- ¿Estarás contento, no?
- ¿A qué te refieres?
- El gobierno te va a vender las viviendas que se te han quedado colgadas.
- Bueno, no es exactamente así, estamos negociando un trato parecido a las VPO…
- Pero si tú decías que no querías hacer VPO porque ahí no estaba la ganancia. ¿No te acuerdas cómo te reías de que Juan estuviera haciendo una promoción?
- Los tiempos cambian…
- ¡Qué bonita es la vida sin principios!
- Ya estamos. No sé de qué te quejas. Tú no eres precisamente una pobre…
- Oye, que digo yo, que si ahora te van a pagar para que no tengas pérdidas, por qué no repartimos también las ganancias que has tenido durante los últimos diez años, y tu coche último modelo, tu chalet en Ibiza, tu yate.
- La verdad que no sé por qué somos amigos. Además es que eres irracional, si por ti fuera se hundiría el sector de la construcción.
- Que yo sepa el sector de la construcción son también los albañiles y los polveros y los yeseros y…
- Anda, para ya… Pues más a mi favor.
- Si, pero que yo sepa a ellos no les van a pagar el sueldo, ni lo que dejen de ganar, ni les van a dar una jubilación anticipada…
- Claro, si por ti fuera todo el mundo estaría subsidiado.
- Desde luego nunca subsidiaria a los que se han hecho ricos especulando.
- Bueno... paga tú que yo estoy en crisis.
- ¡Qué cara más dura!