sábado, 5 de octubre de 2013

EL PUTO AUTOBÚS

   

Publicado El País de Andalucía

Me llama una alumna de mi instituto. Acaba de terminar el bachillerato con matrícula de honor y ha obtenido unas notas de selectividad que le permiten escoger la carrera que deseaba. Me dice que se ha matriculado en la UNED, la Universidad a Distancia, y le pregunto extrañada por qué.

  —Me hubiera gustado conocer el ambiente universitario pero no va a poder ser.

   Me explica que su padre y su madre están en paro. Han estado haciendo cálculos y no pueden pagar los ciento y pico euros mensuales que suponen el desplazamiento diario desde Coria del Río a la Universidad Pablo Olavide. Le contesto que no se preocupe, que estoy segura de que le concederán la beca que ha solicitado, que si no se la conceden a ella con su magnífico expediente y su situación familiar, no habrá becas para nadie.

  —Ya lo sé —me contesta— pero el problema es que las becas no empiezan a pagarlas hasta febrero o marzo y no podemos adelantar ese dinero.

   Le digo que hay algunos fondos para esas situaciones. Me dice que ya ha preguntado y que están saturados. Me ve tan afectada que es ella la que se dedica a animarme.

   —No te preocupes. Es solo una racha de mala suerte. El año que viene será distinto. Ya verás.

     A los dos días me encuentro en la puerta del instituto a una pareja de jóvenes estudiantes que terminaron también el curso pasado con estupendas calificaciones y una inesperada historia de amor. Los hacía en la Universidad pero me dicen que han venido a matricularse en el único ciclo superior de formación profesional que existe en la localidad, el de Informática. Algo totalmente ajeno a sus aspiraciones y a la orientación de sus estudios. Me cuentan exactamente la misma historia. Los pocos kilómetros que separan este pueblo de la ciudad de Sevilla se han convertido en un foso insuperable. El pago de las becas se produce con retraso y eso les obliga a adelantar un dinero que no poseen. Siento una profunda rabia.

    —No pasa nada. De verdad —me dice él con más convencimiento que ella—. No vamos a perder el año. Vamos a buscar algún trabajillo y ahorrar para poder empezar la carrera el próximo curso.

   Frente a los cristales de secretaría está la madre de uno de los alumnos del centro. Tanto ella como su marido están parados desde hace más de tres años. Les pregunto si ha mejorado la situación.

—Bueno… vamos tirando. Tenemos la suerte de tener la casa pagada y mi padre se hace cargo de los gastos extras, que si unos zapatos, una equipación… nos arreglamos con muy poco.
—¡Ojalá las cosas mejoren! —le digo sin mucha convicción—.
—¡De verdad! Todos los días cuando me levanto me acuerdo de los que no tiene nada, asegura.

    Me hace sonreír el optimismo histórico que nos permite sobrevivir y esa compasión que quita peso a las penas propias.

    En la sala de profesores discutimos las actividades extraescolares para este curso. Mejor dicho podamos, recortamos, escatimamos las que se solían hacer en años pasados. Recordamos con humor cuándo proponían ir a Cancún o a la Riviera Maya. Ahora ir a Granada ya es un lujo y las actividades son muy modestas: visitar algún museo de Sevilla, asistir a una función de teatro o participar en la feria del libro.

   —Aún así habrá alumnos que no podrán pagar el billete del autobús —nos advierte alguna compañera—.

    Antes Sevilla estaba muy cerca, ahora muy lejos. El modesto autobús al que apenas prestábamos atención juega ahora un papel determinante en cientos de vidas. Nunca pensé que subir a un autobús o a un vagón del metro llegase a ser un problema. Era el dinero menudo que volaba de nuestros bolsillos sin saber cómo. El mismo que hoy se cuenta, se mide, se planifica.

    Camino de casa observo a los viajeros que esperan en la marquesina con cara de indiferencia. Desde luego no son privilegiados. Como siempre, el conductor ha ocupado buena parte de la calzada e interrumpe el tráfico hasta que embarcan todos los viajeros. El vehículo va casi vacío. No sabe que se ha convertido en un nuevo símbolo de la escasez. El puto autobús.
@conchacaballer

EL PAPA FRANCISCO Y LOS OBISPOS ANDALUCES


 Publicado en AndalucesDiario
    Desde que el Papa Francisco ha dicho que “la curia vaticana es la lepra del papado” no dejo de pensar en los obispos andaluces. Ya sé que no pertenecen a la curia vaticana, pero presentan rasgos muy parecidos al grupo que describe el recién elegido Papa.

    Los obispos andaluces se agrupan en una entidad denominada “Obispos del Sur de España”, aunque son mayoritariamente de nuestra tierra y los temas que abordan son rabiosamente andaluces. Celebran asambleas con relativa frecuencia en la que acuerdan documentos conjuntos que luego se traducen en acciones, homilías o recomendaciones a los fieles. Sienten debilidad por la política y no hay suceso electoral ante el que no se pronuncien con un indeleble tinte azul marino, casi negro, diría yo. Durante la tramitación del Estatuto de Autonomía dieron su “do de pecho” en contra y en las recientes elecciones andaluzas orientaron a los fieles hacia las opciones contrarias al aborto, al matrimonio homosexual y a la defensa de la familia clásica. Perdieron

    Si tienen la curiosidad o el frikismo de repasar sus acuerdos, pensaran que se han equivocado rotundamente de país y de comunidad. La crisis económica es, para ellos inexistente. Los pobres, excepto alguna rendición de cuentas de Cáritas, invisibles. El dolor social, desconocido. Los temas sobre los que discuten, acuerdan y promueven son la ley de patrimonio de Andalucía y cómo afecta a los bienes eclesiales;  la beatificación y canonización de los mártires de las persecuciones religiosas de 1936 o, su tema estrella: la defensa, exigencia, reivindicación y presión a favor de la enseñanza religiosa concertada y privada en la Comunidad Autónoma de Andalucía. En este caso, eso si, entran en harina, felicitan la elaboración de la LOMCE y denuncian las trabas que, en su opinión, el gobierno andaluz está poniendo a la enseñanza concertada. Ni una línea por los recortes de la enseñanza pública o la pérdida de becas. Si creen que exagero pueden verlo aquí.

    Sobre el nuevo Papa, ni pío. La publicación de los obispos del Sur guarda un absoluto silencio sobre sus declaraciones o actividades. A título individual, algunos obispos contradicen o matizan las intenciones del nuevo Papa de renovar el papel de las mujeres en la Iglesia. “El sacerdocio es un don, no un derecho”, declaró recientemente el Obispo de Córdoba.

    Y es que si el Papa Francisco piensa que la única oposición que puede encontrarse para renovar su institución es la curia vaticana, está el pobre mucho más que equivocado. Cuando afirmó que en esta crisis económica, había que estar al lado del más necesitado, que la iglesia debería ser un hospital de campaña para los que sufren o cuando criticó que la Iglesia viviera “obsesionada con el aborto o los matrimonios gays” y los instó a no inmiscuirse “en la vida personal”, estaba retratando fielmente a gran parte de los obispos andaluces.

    Todavía resuenan las palabras del obispo de Granada en las que afirmaba que “España es un país subsidiado y plagado de funcionarios”. O las de aquel otro que santificaba los sacrificios de los recortes. O el insigne obispo de Córdoba, un Sherlock Holmes de la jerarquía eclesiástica, que había descubierto que  “la UNESCO tiene un plan para hacer que la mitad de la población mundial se vuelva homosexual”. O las peores declaraciones nunca vistas sobre la pederastia en el seno de la iglesia, que provinieron del Obispo de Tenerife, también asociado a la Asamblea de Obispos del Sur, cuando afirmó que “hay menores que desean el abuso e incluso te provocan”.

    El aislamiento de la sociedad, la defensa de intereses endogámicos, la insensibilidad ante el dolor social y la obsesión por la sexualidad no es un mal aislado solo en los pasillos vaticanos. Por eso espero con infinita curiosidad los movimientos en la curia española y, especialmente, en la del sur, encastillada en un integrismo hostil a todo cambio.

ESTE PAÍS ES VUESTRO



Publicado en El País Andalucía

     En mi familia todos sabemos ahora dónde está Isla Reunión. Su nombre estaba agazapado en algún lugar de nuestra memoria de estudiantes de bachillerato pero ahora sabemos localizar ese lugar con precisión. En cada casa nombres de países y de ciudades exóticas han pasado a formar parte de la vida cotidiana. Nunca pensamos que íbamos a aprender nuevamente geografía a golpe de exilio. Tampoco llegamos a imaginar que el futuro empezaba en una sala de embarque, en el pasillo interminable de un aeropuerto cercano.

    Respiramos aliviados cuando nuestros jóvenes sortearon los vendavales de la adolescencia y se centraron en los estudios. Ellos, por su parte, tuvieron que lidiar con sus propias decisiones, batallar muchas veces contra nuestros deseos de proyectar en ellos nuestras vidas. Estudiaron, se formaron, acumularon títulos, másteres, dominios lingüísticos. Fueron formales, estudiosos, cumplidores con la antesala de su futuro. Cumplieron perfectamente con el requisito de excelencia que se les exigía, sin saber que este país iba a premiar su esfuerzo con un boleto de salida.

    Ahora se van a Isla Reunión, a Quebec, a Sídney… Y si no se han ido todavía, lo están sopesando, buscando afanosamente en Internet, compartiendo con otros jóvenes los mejores lugares para salir de nuestro país, de nuestras vidas y de nuestro presente. Incluso los que se quedan, ya no están aquí. Al finalizar la carrera, un cartel invisible de “Game over” se coloca en sus vidas y el siguiente nivel del juego consiste en encontrar una puerta de salida fuera de nuestras fronteras.

    Mentalmente han dejado de ser ciudadanos de este país que no los quiere, que prescinde de ellos como de un lujo innecesario. Volverán, nos dicen, cuando las cosas mejoren en nuestro país pero la pregunta que me golpea es: ¿Quién, si no ellos, puede mejorar este país? ¿Quién, sin ellos, hará los cambios necesarios? ¿Qué clase de futuro podremos conseguir sin el empuje y la fuerza de la juventud que va a vivirlo?
No hay un solo cambio social importante que se haya hecho sin el protagonismo de los jóvenes. La democracia en nuestro país no la trajeron unos cuantos señores encorbatados y un rey condescendiente sino miles de jóvenes que hicieron de la libertad su bandera, su forma de vida y un sueño que no se podía arrebatar. Hasta su forma de vestir, la música que escuchaban, su forma de relacionarse se convirtieron en una oleada de aire fresco que acabó con la dictadura. Los encorbatados y reyes no solo no nos regalaron la libertad sino que pusieron límites, pactos y fronteras a este sueño.

    Este país no es un negocio ruinoso que deba permanecer en las manos de los mismos que nos llevaron al desastre. Si hay alguien que debe salir de nuestra tierra son los que hicieron de nuestra economía un juego de casino; los que despreciaron la ciencia, la tecnología, el medio ambiente y la cultura. ¡Que se vayan ellos! Pero no vosotros.

     Vuestra salida de la crisis no está a la vuelta de la esquina. La suya sí. Recuperarán la tasa de beneficio a costa de empobrecer los salarios. Se adueñarán de los servicios públicos para convertirlos en negocio. Proclamarán el fin de los derechos sociales y del estado del bienestar. Os dirán que esto no os incumbe, que son medidas coyunturales provocadas por la crisis pero la realidad es que mientras buscáis en Internet un país en el que protegeros del aguacero, ellos diseñan la España que encontraréis a vuestra vuelta, construida con los peores materiales del pasado.

     Este país es vuestro. Es necesario decirlo, gritarlo, imprimirlo porque os lo han arrebatado. Nos han hecho aceptar con naturalidad vuestra huida para que no participéis en el diseño del futuro. Vuestra historia individual, es colectiva. Vuestra maleta es la de toda una generación. Vuestros recorrido en las salas de embarque, una marcha multitudinaria. Vuestros pasos callados, un ruido ensordecedor. Vuestro dolor personal, una herida colectiva. Por eso, si podéis, echadlos. A fin de cuentas son ellos quienes no tienen patria.
                                       @conchacaballer

!QUIÉN SE PUDIERA IR!


Publicado en AndalucesDiario

          ¡Qué suerte tienen los catalanes que han encontrado un sueño, un mantra, una jaculatoria que todo lo soluciona! Además, están cerca de la frontera, pegaditos a un país envidiable. Ya nos gustaría a nosotros tener una puerta de escape, una frontera a mano que no lindara con peores injusticias y con menor libertad.
A nosotros tampoco nos quieren, no os creáis. No dejan de ridiculizar nuestra forma de hablar, desprestigiar nuestra cultura y paralizar nuestras leyes pero lo curioso es que el gobierno central del PP y vuestro gobierno de CIU compiten por ver quién es más áspero y desabrido con los andaluces.  A vuestros niños los quieren españolizar, a los nuestros nos los tercermundializáis al menor descuido. Sin embargo, ay, nosotros no tenemos una puerta trasera para escaparnos y estamos aquí,  pegados por cordilleras fronterizas, lindando con dolores ajenos y con tierras esteparias.

        Si en vez de compartir un mar fronterizo con Marruecos, con costas donde conviven la “creme de la creme” del turismo extranjero y las pateras, lindáramos con Francia, con la Riviera de Saint Tropez, nosotros también nos envolveríamos en la bandera andaluza y haríamos una cadena de alegre huida de la realidad.

     Cuando nos levantamos, respiramos el mismo aire viciado que vosotros, sentimos la opresión de tener que cargar con esta historia, este presente y estas injusticias pero no nos consolamos con la idea de que si fuésemos independientes desaparecerían por ensalmo la crisis económica, el paro, los recortes y la corrupción. Claro que la mayoría de vosotros pensáis que vivís en un país rico empobrecido por los pobres del sur y nosotros pensamos que vivimos en una comunidad rica, empobrecida por los ricos sin distinción de nacionalidad.

    Aunque Artur Mas haya sido incluso más Terminator que Rajoy en cuanto a recortes sociales, sus hachazos no deben doler de igual manera. Sus cierres hospitalarios, sus despidos de profesionales, su precursoras decisiones sobre copagos, no son al parecer tan negativas como las del PP, aunque tengan idéntico significado. A pesar de que los casos de corrupción en los que están envueltos miembros de Convergencia i Unio sean abrumadores, los imputados no se pasean por los telediarios estatales, sus nombres no se conocen y la política catalana, tan opaca o más que la española, sigue presumiendo de seny. Los casos se negocian, se silencian o se intercambian. Vuestros escándalos bancarios son menos sabrosos  y el dinero público que se ha invertido en sanear desde tiempo inmemorial la banca catalana, menos ofensivo. A fin de cuentas, la burguesía catalana ha aprovechado el sentimiento nacional para lavar los trapos sucios en casa, o directamente para no lavarlos.

     Por eso me conmueve, con sinceridad, escuchar a jóvenes catalanes, a intelectuales honestos, expresar su esperanza en que la independencia suponga un cambio profundo en sus vidas, sin tener en cuenta quién maneja su barca ni sus esperanzas. No me duele el sueño de autogobierno catalán y comparto su derecho a decidir. Me duele que la izquierda catalana haya perdido el paso y anden perdidos o a rastras de sueños ajenos y de palabras encadenadas. Echo de menos los tiempos en los que la bandera andaluza y la catalana se hermanaban pidiendo autogobierno, libertad y derechos sociales. Considero que perdieron las batallas del futuro el día que aceptaron la terrible y excluyente idea de unas tramposas balanzas fiscales que venían a decirle a la población que toda la culpa de sus recortes no las tiene el capital financiero y las políticas de ajuste duro de la derecha, virtual o real , sino los pobres del sur y de la periferia que vivimos de vuestro esfuerzo.

     Nosotros tampoco queremos vivir en un país donde sobran territorios enteros, se menosprecian las culturas, se ataca la diversidad y se gira al centralismo más feroz pero tiene que haber una tercera vía de entendimiento, de respeto, de cooperación que ahora no se atisba pero que renacerá en cuanto los tiempos sean menos hostiles y el miedo al presente nos haga ser menos manipulables.