martes, 24 de noviembre de 2009

Gramática de la desigualdad



Este artículo publicado en El País, trata esta semana sobre la violencia de género y sus cómplices.

Nuestro inconsciente lee los textos a una velocidad de vértigo, modifica el mensaje en el trayecto y extrae conclusiones erróneas acordes con nuestros pensamientos más íntimos. La preparación cultural o intelectual no nos pone a salvo de esta operación manipuladora sino que incluso la torna más peligrosa porque la adorna con el prestigio del saber y el conocimiento.
El filósofo Enrique Lynch, en su artículo Revanchismo de género, publicado en este mismo diario, ha dado una muestra ideal de este retorcimiento del mensaje. Su artículo sólo sería uno más de la larga lista de lamentos por la pérdida de la supremacía masculina, si no estuviera revestido de una perversa analítica. Confiesa el autor su alarma ante la campaña contra la violencia de género en la que una joven -y en su opinión altanera muchacha, retengan el adjetivo-, afirma que: "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo". De esta frase deduce que la mujer española tiene, o ha tenido, muchos hombres. No tiene en cuenta que el modo subjuntivo en el que está redactado el texto es una forma virtual de la lengua que expresa posibilidad y probabilidad. Más revelador es el significado sexual que el autor otorga a que un hombre "esté presente en la vida de una mujer", eludiendo por completo otras presencias masculinas como los padres, hermanos y amigos. Emerge, así, el fantasma de la libertad sexual de la mujer, convertida aquí en promiscuidad femenina, verdadera piedra de toque de la violencia de género.
Añade que al afirmar que "ningún hombre ha de ser más que una mujer", se está forzosamente proclamando que ha de ser menos o inferior, en función de no sé qué jerarquía elemental. Aquí aparece con claridad la gramática de la desigualdad, que se expresa con elipsis y supresiones, con temores y prejuicios. Olvida el autor (¿quizá no estudió gramática en su momento?) que entre la superioridad y la inferioridad hay un hermoso territorio llamado igualdad.
Para alcanzar las costas de esa tierra, cada año miles de mujeres cruzan a nado, o en la frágil patera de sus modestos sueños, un océano embravecido de obstáculos, sombras y fantasmas. Atraviesan un enorme mar de incomprensión y de silencios, de una mal llamada cultura milenaria de discriminación todavía alimentada por la pluma irónica de sesudos comentaristas que citan a Nietzsche y convierten en culpables a las víctimas. Sesenta y siete mujeres han muerto este año en esa costa de la muerte poblada de neomachistas de guante blanco que juegan con las palabras, bromean en los bares o teorizan sobre la maldad de las nuevas mujeres liberadas.
El tramo de edad con mayor número de víctimas no llega a los treinta años, lo que nos habla de la vitalidad de la violencia entre los hombres más jóvenes. Precisamente son estos los más vulnerables a estas nuevas teorías sobre el revanchismo de las mujeres y la provocación que supone su libertad sexual. Los pilares de esta nueva gramática de la desigualdad se están construyendo ahora aunque con materiales de derribo de la vieja filosofía sobre el resentimiento del débil y el revanchismo de las víctimas. Se escribe -como toda literatura de la desigualdad- faltando a la verdad, culpabilizando a los inocentes, construyendo eternos mitos de mantis religiosas devoradoras de hombres y esquilmadoras de su masculinidad.
En el momento del crimen, el asesino está solo con su puñal, con su pistola, la piedra o el martillo. Parece un delito solitario: su rencor y él, un ajuste de cuentas privado, un impulso irrefrenable. Pero no es así. Clava, golpea, dispara con toda la furia acumulada de sus cuentos infantiles, de sus héroes salvadores, de sus mitos destronados, con el convencimiento de que él no es el verdugo, sino la víctima de la libertad de las mujeres.

martes, 17 de noviembre de 2009

Mar de fondo



Artículo de opinión publicado en El País:


Hace años tuve una experiencia terrible con el mar. Acababa de llegar a la playa en uno de esos días calurosos del verano. El agua tenía un prometedor color azul y estaba en calma. Sin pensarlo, entré en ese océano que hasta ese día había considerado amigo, con el ansia de la primera vez de cada verano. Me sumergí con decisión y di unas cuantas brazadas en dirección al horizonte. Cuando volví la cabeza comprobé que me encontraba a muchos metros de la playa. Intenté regresar, pero una corriente oculta me arrastraba hacia dentro. Después de muchos esfuerzos conseguí volver a la arena pero ya nunca he vuelto a mirar el mar con los mismos ojos. Me explicaron que ese día había mar de fondo y que una lejana bandera solitaria lo advertía. Sin embargo, se evaporó la ingenua confianza que adquirí en la niñez y desde entonces miro sus aguas con el recelo de una amante engañada.
Siento algo parecido a esta marea profunda cada mañana cuando oigo las noticias o escucho conversaciones de personas que gritan en las que no importan los razonamientos, los matices, o la verdad sino una suma de juicios sumarísimos sin apelación.
Es muy difícil, por ejemplo, convencer a alguien de que el sistema educativo no es un lugar de violencia, de fracaso y de decepción. No importa que sustentes esta opinión con experiencias, con datos y con razones. Reconocerán las excepciones, pero ya han juzgado y sentenciado el sistema en su conjunto, a los jóvenes en su totalidad y el veredicto es orden y autoridad, a secas.
Ni qué decir tiene la dificultad de debatir sobre temas más espinosos. Demostrar que los delincuentes no entran por una puerta y salen por otra, es misión imposible. Afirmar que hay más presos y menor delincuencia que en la mayor parte de los países desarrollados parece una ficción, aunque sea la verdad más fácil de comprobar. Y no digamos ya de los impuestos. Te mirarán con extrañeza si afirmas que en nuestro país se pagan menos impuestos que en la mayor parte de Europa, aunque el que te contradiga defraude el IVA y declare la mitad de sus ganancias a Hacienda.
Se ha puesto de peligrosa moda convertir a las víctimas en legisladores y a sus familiares en "gobiernos en la sombra" que lo mismo imponen cadenas perpetuas que aconsejan negociaciones vergonzosas con secuestradores. Se preguntan obviedades y lugares comunes a los ciudadanos y se sugieren las soluciones más fáciles y arbitrarias. Son ya legión los ciudadanos que, como los taxistas, "arreglarían los problemas en cinco minutos, si los dejaran", con mucha autoridad y sin comunidades autónomas.
No nos engañemos. No gritan las personas realmente afectadas por la crisis; las que se han quedado sin trabajo; las que apenas llegan a final de mes; las contratadas bajo cuerda; las que han perdido derechos; las que no pueden pagar su vivienda... Ojalá pusieran sus problemas reales sobre la mesa. Pero no. Gritan más los que no han perdido nada en esta crisis, los que han ahorrado y han cambiado de coche gracias a la caída de los precios y del dinero. No despotrican de los bancos, de los especuladores, de los que se aprovechan del sufrimiento ajeno, sino de lo público y lo político en su sentido más amplio.
No es que intenten derrotar al Gobierno. Eso es lo de menos. Ojalá subiera una crítica fundada y alternativa a su política. Pero, la respuesta populista a las grandes crisis económicas ha sido, históricamente, el autoritarismo. Éste no llega con anuncios luminosos, no se presenta como tal a las elecciones. Es una marea soterrada que arrastra voluntades, adormece el raciocinio, desarma con su aparente calma al que se opone y te arrastra hacia el abismo del miedo y la desconfianza social.
No estaría mal levantar unas cuantas banderas de alerta en esta playa para que nos advirtieran del peligroso mar de fondo. Y algo de esperanza.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Otra visión sobre la pesca

Este video aporta otra visión sobre la situación de los pescadores de Kenia y la dificultad que tienen para acceder a sus propios recursos. Los pescadores españoles secuestrados por piratas somalíes tienen toda nuestra solidaridad y esperamos su pronta liberación. Sin embargo es tiempo también de plantearnos el uso de los recursos pesqueros mundiales; el derecho de los países más pobres (con peores flotas y medios) a disponer de sus recursos, así como preguntarnos por un sistema que ha llevado a expoliar las especies pesqueras en gran parte de nuestro planeta. Si no es así, triunfarán los piratas de uno y otro lado.

martes, 10 de noviembre de 2009

Pensamiento lateral



Este es mi artículo de los lunes publicado en El País:





Dicen que la contemplación de la realidad desde otro prisma es una fuente de creatividad y de soluciones innovadoras. Los norteamericanos cultivan especialmente esta forma de pensamiento y afirman su utilidad por aportar soluciones no convencionales a los problemas.
En nuestro país tenemos una gran tradición de pensamiento lateral pero lo utilizamos para el humor o para dar un toque surrealista a nuestras relaciones sociales. Sin embargo la realidad nos ofrece un vasto territorio donde aplicar estas formas inversas de pensamiento y extraer conclusiones novedosas.
Por ejemplo, con el razonamiento tradicional, la medida de que los futbolistas extranjeros dejen de tributar como mileuristas sólo nos lleva a conclusiones morales. Sin embargo, si aplicamos el pensamiento lateral, nos daremos cuenta de que estamos a punto de acabar con uno de los paraísos fiscales más hermosos, legales y populares de toda Europa. La medida del gobierno pone fin también a una donación generosa que el pueblo español tributa a los héroes del balón, en un ejercicio supremo de solidaridad inversa: la de los más pobres con los millonarios.
Algo parecido sucede con las SICAV -esas sociedades con nombre de feria del caballo- que suponen un oasis fiscal en el mismo corazón de la hacienda pública, y cuyos selectos miembros tributan al tipo simbólico del uno por ciento. Su simple existencia es un acicate para los trabajadores que podrían también asociarse y tributar en masa a este tipo supereducido en vez de resignarse a cotizar por los tipos ordinarios.
La patronal, por su parte, ha hecho su contribución al pensamiento lateral con el término flexiseguridad, que ha sido desdeñosamente recibido por los sindicatos y por la izquierda. Es verdad que solo se refieren a poder contratar o despedir a la carta a los trabajadores, pero piensen las enormes posibilidades de este hallazgo lingüístico. Podríamos acuñar flexitrabajo, o sea ir a trabajar cuando uno quiera; flexicrédito, que nos permitiría pagar cuando nos viniese bien; flexipermisos, flexisubvenciones…e incluso nuestra vida afectiva podría beneficiarse del flexi-amor y de los flexi-sentimientos.
La Iglesia es otra fuente inagotable de pensamiento lateral. Solo así se pueden entender las declaraciones del portavoz de la Conferencia Episcopal ante la sentencia de Estrasburgo sobre los crucifijos en las aulas y comprender la creatividad de su enunciado. Afirman que “donde no hay crucifijos no hay separación entre Iglesia y Estado”. ¡Qué torpes hemos sido al pensar lo contrario! La cruz es un símbolo que mantiene viva la idea del laicismo y de la aconfesionalidad del Estado. Si no hubiera crucifijos en las aulas, todo sería confusión y caos; no sabríamos si tenemos o no sentimientos religiosos, ni sabríamos distinguir un obispo de un gobernador civil. Afirman, además, que es “muy triste reducir la cruz al ámbito de lo privado”, junto con las creencias y los sentimientos, en vez de exhibirla como poder y emblema bajo palio.
La última perla de este pensamiento lateral la encontramos en los presupuestos de la Junta de Andalucía. El nuevo Estatuto de Autonomía, en cinco artículos distintos, obliga a la Comunidad Autónoma a luchar contra la pobreza y la exclusión social. En su artículo 23 establece, con carácter de mandato, la creación de una renta básica andaluza que garantice unas condiciones de vida dignas para todas las personas que viven en nuestra comunidad. Sin embargo, el gobierno andaluz renuncia a poner en marcha con carácter inmediato esta medida porque…¡ hay crisis económica y las demandas se multiplicarían! O sea que sólo es posible luchar contra la pobreza en situaciones de bonanza económica. ¡Qué inoportunos los andaluces, volverse más pobres en plena crisis!

martes, 3 de noviembre de 2009

Pecados originales


Publicado en El País:
Hablar en estos tiempos de política es visitar una ciudad desolada, llena de cascotes y de materiales de derribo. Aquí y allá se aprecian destellos de edificios todavía hermosos, pero todas las construcciones aparecen bañadas de un polvo grisáceo que difumina los contornos y apaga los colores de la esperanza.
De vez en cuando se arrojan palabras como piedras, recogidas del suelo, sin importar la procedencia, el objetivo y el destino. Una sucesión de malos actores asaltan las pantallas escenificando escándalo, indignación, rara vez esperanza. Ya ni siquiera necesitan preguntas ni periodistas. Estamos en la era del monólogo perfecto, del verdadero Gran Hermano, que es la comunicación directa, unidireccional con la masa anónima. Mientras el público – que hace tiempo perdió su inocencia- bosteza, frunce el ceño y se aleja de la escena.
Ni siquiera el tema estrella de la crisis económica consigue arrancar un destello de interés por la acción política. Los expertos, los gobiernos, los poderes económicos, han situado de una forma tan remota y anónima el origen de la crisis que no queda más que un regusto de desesperanza o la confirmación de que la avaricia universal (deslocalizada, inconcreta y extranjera) es la responsable de todos nuestros males. No hay nada que hacer –nos dicen- , sino esperar que la racionalización de su avaricia nos saque de la crisis actual.
La atmósfera se torna aún más inquietante cuando en medio de las estrecheces diarias de la gente, del paro, del temor por el futuro, aparece en escena un verdadero desfile de delincuentes atildados que han convertido algunas instituciones en sociedades anónimas dedicadas a la extorsión y al cobro de comisiones.
Hay un desprestigio de la política que viene de antiguo, del horror a las ideas, a la democracia y a la diversidad. La dictadura ensalzaba su origen no político y no ideológico. Pero la democracia ha gestado su propia crítica a la política, cargada de razón y de realidad: la constatación de que la política y sus actores se detienen ante la puerta de los poderosos y que culturalmente imitan su forma de vida y comportamientos.
Aunque este desprestigio alcance por igual a todas las formaciones políticas, los cascotes de este derribo caen sobre el espacio de la izquierda y comprometen su futuro. No nos engañemos, la derecha es por definición apolítica y tecnocrática. Su discurso es la ideología de la no-ideología, la pura gestión y la privatización de las ganancias.
Los orígenes de nuestra democracia, con sus debates cerrados y clausurados, no terminaron de definir el nuevo territorio de la política. La responsabilidad de la izquierda es evidente porque tras una primera explosión cultural e ideológica, optó por el pragmatismo más feroz sin abordar siquiera debates elementales sobre economía, fiscalidad, responsabilidad social y poder de la ciudadanía. No es extraño, pues, que se haya diluido el capital simbólico que representaba.
Frente a ello, trescientos artistas e intelectuales han publicado un manifiesto en el que reivindican nuevas políticas y nuevos valores frente a la crisis. Merece la pena pensar en ello e incluso más allá, refundar el papel de la política y de los políticos. Aunque solo sea porque los frutos de la desesperanza suelen ser tremendamente amargos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Noticias de los nadies

Ante el sufrimiento humano, ante la pobreza, la marginación absoluta, el tremendo drama de la inmigración, me asalta continuamente la idea de que no hago lo suficiente, ni siquiera lo preciso. Tener conciencia de la injusticia no es suficiente. Manifestarse, de tarde en tarde, tampoco. Por eso admiro a los que se implican directamente con los más pobres del planeta. A Pablo Urías, a Venancio Cermeño, a Pepe López, a tantos otros que no rehuyen el dolor, las ratas, las enfermedades y dedican parte de su tiempo a hacer algo, personalmente. Curiosamente casi nunca cuentan historias ni se consideran a si mismos heroicos.
Esta semana he tenido la suerte de conocer personalmente a Javier Bauluz y a Patricia Simón (gracias querida Sara por juntarnos). Él es el premio Pulitzer de fotografía, el único de nuestro país, y ella una periodista con inteligencia y conciencia. Tienen la sencillez de las personas grandes. Podrían ser ricos y famosos pero se dedican a dar noticias de los nadies del planeta.
Los grandes medios cierran la puerta a esta información. Muchas veces por razones políticas directas, otras muchas por que no quieren romper el glamour y la banalidad de sus publicaciones, directamente proporcionales a la de nuestras vidas. Quieren hacer “información humana por todos los medios”. Desean estar allá donde los derechos humanos se vulneran. Ahora tienen la idea de lanzar una comunicación alternativa, “por todos los medios”, independiente y sin mediaciones. Suponen que hay un público para esta información. Yo también lo espero y desde aquí, modestamente, quiero colaborar con ellos.
A veces tenemos suerte en la vida y se nos da un rayo de esperanza. En la mirada clara de Javier hay todo un mundo de dignidad de los nadies del planeta. Podéis verlo en su revista PIRAVÁN, en sus magníficos reportajes (os recomiendo encarecidamente el de “un cayuco y un motor”). Esto es solo una muestra. Y os pregunto a todos los amigos de este blog: ¿podríamos colaborar con este proyecto?