martes, 26 de enero de 2010

¿Qué PP?


Artículo de esta semana en El País

Hasta 1996 el PP vivió un proceso de transición para adecuarse a los nuevos tiempos. Sus antiguos líderes estaban vinculados al recuerdo de la dictadura, su bagaje político se identificaba con posturas intransigentes y su discurso no calaba en una sociedad que había abrazado las libertades democráticas y que no estaba dispuesta a ceder un ápice de los derechos conquistados. A los nuevos dirigentes del PP les costó años separarse de la imagen de cerrado y sacristía, de paternóster y de confrontación con la pluralidad nacional. Para conseguirlo, Aznar aprendió a hablar catalán en la intimidad, rehuyó los debates ideológicos que pudieran situarle en las posiciones más reaccionarias, citaba al republicano Manuel Azaña y no tuvo reparos en arrodillarse ante Rafael Alberti, tomarle unos versos prestados y una foto con la que guiñaba el ojo a toda la izquierda.
La derecha que ganó las elecciones de 1996 proclamaba moderación, concordia y respeto al pluralismo. No prometieron cambios legales de calado. Esta derecha de pura gestión no alarmaba excesivamente a una buena parte del electorado de izquierdas que se encogió de hombros ante su primera llegada al poder. A fin de cuentas, la agenda de privatizaciones de empresas públicas y de precarización del mercado laboral ya había sido iniciada por los gobiernos de Felipe González. La mayoría absoluta obtenida en el año 2000 les empujó a su verdadero espacio político: una reforma laboral con tremendos recortes de derechos y su participación en el aventurerismo guerrero de George Bush. Pero esa es otra historia.
El PP de 2010, sin embargo, parece haber recorrido un camino inverso. En los últimos seis años se ha empeñado en ejercer una oposición de fuerte contenido ideológico. Empezaron por una confrontación terrible contra Cataluña en la que cruzaron todos los límites razonables del desacuerdo político; llevaron al Tribunal Constitucional leyes como las de matrimonio homosexual, la igualdad de las mujeres o las listas paritarias; salieron a la calle contra la pazguata asignatura de Educación para la Ciudadanía; se convirtieron en portavoces de los negacionistas del cambio climático y han acompañado a la jerarquía eclesiástica en todos sus dislates y manifestaciones públicas, en las que se alternaban las sotanas y los hábitos de las monjas con las insignias del PP.
El proceso político por el que el PP puede llegar al poder en los próximos años es absolutamente distinto del anterior. Mientras que entonces se revestía incluso de un cierto progresismo, ahora el discurso y las fuerzas que lo impulsan pretenden realizar una especie de contrarreforma legal y social. Lo malo no son las balas, sino la fuerza que las empuja. A tenor de esta ola de conservadurismo social, cultural y económico que les conduce, peligra una gran parte de la legislación actual, especialmente la que atañe a derechos civiles e igualdad de género, enseñanza y mercado laboral, modelo fiscal, ley de inmigración, modelos familiares, gestión pública de los servicios así como la relación del Estado con las Comunidades Autónomas.
No estamos, entonces, hablando de una simple alternancia o de la oxigenación que los sistemas bipartidistas se recetan tras provocar ellos mismos la muerte de la pluralidad y de las ideas. Estamos hablando de un cambio social de calado que reinterpretará las normas básicas. Curiosamente en Andalucía, ni Arenas ni Griñán quieren hablar de ello: el primero porque necesita presentar una imagen moderada y sensata, absolutamente alejada de la trayectoria del PP en los últimos años, y Griñán porque está preso del modelo desarrollista andaluz y teme ser arrastrado por la caída en las encuestas del gobierno de Zapatero. Sin terreno de debate, no les queda más que el árido enfrentamiento sobre el liderazgo, la imagen o sus respectivas cualidades personales. Como si las marcas electorales, sin contenidos, fuesen la gran diferencia y los debates políticos reales un gran estorbo.

martes, 19 de enero de 2010

Frío extremo en el Sur



La columna de esta semana en El País:


Ha hecho mucho frío y ha caído una lluvia intensa: mal tiempo para los pobres. El frío del sur es más doloroso y absurdo que ningún otro. Desvela los achaques ocultos y las corrientes de aire de nuestras casas así como los agujeros de nuestra política social y de nuestra conciencia.
Por debajo de los 600 euros mensuales los termómetros descienden vertiginosamente hasta un frío glacial. Para los inmigrantes temporeros de Jaén el clima ha sido gélido y la humedad extrema. Más de 6.000 personas deambulaban ateridas por las calles y plazas. En muchos lugares les tocaba dormir al raso dos de cada tres noches porque no había plazas suficientes en los albergues. Ninguna institución ha considerado una obligación atender a estas personas desamparadas y se han conformado con librar algunas subvenciones a las organizaciones sociales que heroicamente atienden a los inmigrantes. La Junta de Andalucía ha advertido que "los albergues con financiación pública tienen los días contados y los empresarios tendrán que asumir, vía convenio colectivo, la responsabilidad del alojamiento", entendiendo, por tanto, que todo aquel que no disponga de contrato no tendrá derecho a un refugio ni a la asistencia.

No se trata ahora de dilucidar las razones por las que vienen los inmigrantes ni si hay o no que disuadirlos de este aventurero viaje a nuestro país. Se trata de determinar si un ser humano tiene derecho a la subsistencia y a la protección pública en una situación de emergencia social. Cuando el Ayuntamiento de Vic propone no empadronar a los inmigrantes no legalizados, pretende retirarles el derecho a la educación, la salud o los servicios sociales que se les dispensan independientemente de su situación legal. Esta propuesta nos ha escandalizado a todos, pero el desamparo de los inmigrantes temporeros de Jaén -la misma que hemos contemplado indiferentes durante años en la fresa de Huelva-, se basa en unos principios casi idénticos: si no hay contrato de trabajo, no hay servicios públicos.

Cuando discutimos el actual Estatuto de Autonomía, nos esforzamos -contra la opinión manifiesta del PP- en convertir la caridad en servicios y la discrecionalidad en políticas públicas. En el Estatuto se establece la obligación de los poderes públicos de atender a las personas que sufran marginación, pobreza o exclusión social y se estableció así porque deseábamos afirmar que un Estado social y de derecho no puede permitirse que haya personas que carezcan de los bienes más precisos.

La caridad y las políticas sociales -cuando hablamos de instituciones y no de particulares- no sólo no se parecen sino que se oponen rotundamente. La caridad es decimonónica y discrecional. Concibe un ciudadano mendicante sin derechos. Las políticas sociales, por el contrario, son servicios que deben garantizar a todo ser humano unos mínimos de protección pública.

El PP decidió estas navidades hacer fotos de sus dirigentes en los comedores sociales. Eligieron un modesto vestuario y una sonrisa seráfica para componer la más vieja estampa de la derecha decimonónica, cual damas del ropero con los limosneros abiertos para repartir el aguinaldo. Pusieron un pobre en su foto y decidieron que, a partir de ahora, la visita a los necesitados formará parte de la agenda de sus candidatos. La finalidad no es exigir más cobertura social -un gasto público al que se oponen- sino utilizar electoralmente el dolor ajeno. Pero tampoco creen en la política social los gobernantes que se encogen de hombros ante el dolor ajeno y rehuyen su responsabilidad pública ante los problemas de los más pobres. Una administración en la que duerme, desde hace 10 años, una ley contra la pobreza y la exclusión social que -como los ríos ciegos de Lorca- no desemboca y forma carámbanos de hielo en las frías madrugadas de Jaén o de Huelva.

viernes, 15 de enero de 2010

Una página de música fantástica

Es posible que algunos conozcáis esta página pero yo acabo de encontrarla y me parece todo un lujo. Se llama la Ruta Norteamericana y está realizada por Fernando Navarro, un verdadero especialista que nos promete un viaje por el pasado, el presente y el futuro de la música norteamericana y lo cumple con creces.
Sus noticias, la selección musical y los videos me parecen muy interesantes. Como muestra aquí tenéis esta actuación de Jesse Winchester:

miércoles, 13 de enero de 2010

Revival






En realidad la idea de este artículo me la dió mi amigo Rigo-Alberto. No pude explicarlo en la publicación de El País, pero lo hago aquí y, de paso, os recomiendo una visita a su blog.

Si viniera desde lejos a visitar nuestro país pensaría que había llegado en pleno revival del franquismo sociológico. Claro que si visitara Italia me parecería haber entrevisto la sonrisa de Mussolini tras el gobierno de Berlusconi o estar asistiendo a un remake del apartheid surafricano en sus últimas leyes de inmigración.
Aterrizas en nuestro país y te tropiezas con una cabalgata de reyes en la que se exhiben consignas antiabortistas -por Dios, ni siquiera las cofradías sevillanas se prestaron a semejante maniobra y eso que se trataba de celebraciones religiosas-. Enciendes la radio y escuchas al Obispo de Granada decir que quien aborta "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer" y te parece estar en el planeta de los simios.
El año se estrena con la muerte de una mujer en El Cuervo, que se suma a las 55 mujeres víctimas del pasado año. Estremece comprobar que sólo un tercio de ellas habían presentado denuncia, pero en algunos medios la noticia es que "la mayoría de las denuncias son falsas" y que hay un abuso legal contra los hombres. Imaginen por un momento una actuación similar respecto al terrorismo etarra. He vuelto a ver el término feminista utilizado como insulto y he vuelto a escuchar, como en los años setenta, que el "feminismo es rencoroso" y que las mujeres que ejercen sus derechos se convierten en arpías que provocan la perdición de los hombres como en los tangos del maestro Discépolo.
Compruebas, estupefacta, como el fracaso en la búsqueda del cuerpo de Lorca ha vuelto a desatar las iras de los que se oponen a la Memoria Histórica. No sé si a Federico le gustaría o no ser desenterrado, lo que estoy segura es que no le gustaría estar en esas manos, ni servir de pretexto para aquellos que se oponen a una tardía y pequeña reparación de los que fueron fusilados y olvidados. Leo con sorpresa cómo acusan de "querer reabrir viejas heridas" a los que solo quieren enterrar dignamente el pasado y a sus desaparecidos.
Estoy más segura que nunca de encontrarme en pleno festival revival cuando leo algunos artículos que abogan por revisar el franquismo, que no era tan malo y también tenía cosas positivas, como Hitler y sus autopistas de la muerte.
Me intereso por el cambio climático, pero veo que en nuestro país, está puesto en cuestión. Dicen que hay disensiones en la comunidad científica -aunque no conozco un solo científico de renombre que niegue la existencia del cambio climático- , y que hay todo un negocio de progres, encabezado por el maligno Al Gore, que se están haciendo ricos a costa de denunciar los riesgos del planeta. Vaya. Y yo que pensaba que el negocio estaba en la explotación de los recursos naturales y no en los movimientos ecologistas.
Nunca pensé que alguien echara de menos la escuela de los años sesenta, pero hay series que la enaltecen, segregación incluida. Por el contrario, si que ha cambiado el valor del desnudo. Antes desnudarse era una forma de protesta o de libertad, ahora amenaza con ser una obligación legal y en los aeropuertos te obligan a emprender el viaje como Dios te trajo al mundo, ligero de equipaje como diría Machado.
Vuelvo mi mirada a la política y me asusta comprobar que ha vuelto la Inquisición. O por lo menos eso dicen algunos. La corrupción es preocupante pero cuando procesan a alguien de la derecha estamos ante un caso de persecución mientras que cuando pertenecen a otras siglas se trata de simples ladrones. Este dato me desconcierta porque creía que la Inquisición perseguía a herejes y críticos, no a sensatos señores de la derecha.
Finalmente veo a algunos políticos repartiendo la sopa en los comedores de caridad y ya no tengo duda alguna: ha sido todo un festival de rememoración del pasado, una especie de "cuéntame" colectivo. Pero no veo que nadie se ría de la broma. Ya han pasado las fiestas y nadie se ha quitado el disfraz. Empiezo a sentir cierto miedo.

martes, 5 de enero de 2010

El novelista Serrano y sus seguidores



A la frase "por sus hechos los conoceréis" habría que añadir la de "por sus seguidores, los conoceréis". Proliferan por la red, en defensa del Juez Serrano, toda una serie de páginas, informaciones y comentarios altamente insultantes. Tampoco voy a reproducir sus palabras soeces y airadas, solo quiero alertar a algunos incautos sobre los terribles efectos que se producen cuando de alguna forma se justifica o minimiza el tema de la violencia de género. No es que haya demasiadas denuncias, sino todo lo contrario. De hecho, la mayor parte parte de las mujeres muertas el pasado año no habían presentado denuncias o, en algunos casos las habían retirado "por pena" y en varios casos habían renunciado a las medidas de alejamiento y de protección.

Coloco el texto completo que publiqué el pasado lunes en el País:

A los prejuicios, a la intransigencia, a la xenofobia y al machismo se le llama ahora "ir con la verdad por delante". Los que exhiben estos planteamientos no necesitan argumentos ni estadísticas. Descalifican cualquier información contrastada, dicen que las fuentes oficiales están amañadas y apelan a argumentos tan contundentes como "está en la calle" o "todo el mundo lo sabe". Se consideran héroes y portadores de una verdad popular, reprimidos por una Inquisición de progres que han impuesto "el pensamiento único" o "la dictadura de género" a toda la sociedad.
Apoyados en los sectores políticos, ideológicos y mediáticos más reaccionarios; engrandecidos y defendidos a tutiplén por el pensamiento conservador; manipulan los conceptos hasta un extremo grotesco pero eficaz, sólo con el fin de hacerse pasar por nuevos rebeldes, atractivos y valientes. Pero no hay un átomo de rebeldía, de valor ni de honradez intelectual en sus afirmaciones, sino viejos prejuicios, rencores y oposición a los nuevos tiempos.
Nadie duda de que en cualquier ley puede haber errores que el tiempo y la práctica deben mejorar. La ley de Violencia de Género tiene múltiples objetivos e instrumentos que no han sido convenientemente puestos en marcha, fundamentalmente aquellos destinados a dar protección social y económica a las víctimas. Es un buen instrumento pero no es una ley intocable, ni debe haber intangibles en un sistema democrático.
Si la intención del juez Serrano hubiera sido mejorar la ley hubiera comparecido con argumentos, datos y propuestas, pero su contribución ha sido una andanada ideológica contra el principio de igualdad. El juez no aporta datos, pero cuestiona las estadísticas existentes, a las que califica de manipuladas. Afirma que una gran parte de las denuncias son falsas y aporta como único dato que "todo el mundo lo sabe", al tiempo que denuncia que la ley victimiza a los hombres por su condición. Es aquí donde el juez se explaya en sus afectos y pasa a ser un frustrado novelista decimonónico. En su primera comparecencia, celosamente disimulada después, el juez nos dice: "Un padre que llega a su casa y su mujer está en el balcón, con su nuevo amante, que lleva su albornoz, juega con el mando de su televisor, con su juego de pesas... ese hombre que igual lleva unas copas, porque le han hundido la vida... es un hombre que se siente ofendido... será acusado de maltratador". La escena no puede ser más reveladora: ¿acaso la mujer tiene derecho a rehacer su vida? El juez -que es astuto-no ha dicho que el maltrato esté justificado, pero el relato melodramático empuja al espectador a ponerse inmediatamente de parte de ese hombre al que han hundido la vida frente a la mujer arpía que disfruta de "su" casa y de su nuevo amante.
No acaba aquí el relato del novelista Serrano, sino que añade: "Ese hombre al que detienen como maltratador, que se siente ofendido, hundido... tiene que suicidarse". El círculo dramático se cierra bruscamente: las mujeres son culpables de los suicidios masculinos. La víctima se ha vuelto verdugo y el verdugo un tierno angelito indefenso, empujado a hacer el mal que no deseaba y a su inmolación posterior. Y retoma su reflexión pseudocientífica: el número de suicidios masculinos triplica los femeninos como consecuencia de la victimización del varón promovida por esta ley.
Miente y lo sabe. Tengo ante mí los datos de suicidios desde los años 80 hasta la actualidad y los porcentajes por género permanecen prácticamente inalterables: el 75% de los suicidios son masculinos frente al 25% de víctimas femeninas, preferentemente personas mayores de 60 años. Pero nada importa a los que "van con la verdad por delante" y dicen "lo que está en la calle", porque lo que realmente interesa es divulgar nuevas leyendas urbanas que pongan límites a la libertad. Y un día de gloria para el novelista.

lunes, 4 de enero de 2010

El novelista Serrano

A propósito de las declaraciones del Juez Serrano y de la campaña mediática posterior, he publicado hoy este artículo en El País. Podeís verlo pinchando aquí.

viernes, 1 de enero de 2010