miércoles, 4 de junio de 2008

LA VIDA ES DIVERSA (2)



Al marido de Lola le han dado una paliza. En el centro de su pueblo, al atardecer de esta primavera. Estaba sentado en su coche, esperando en doble fila mientras Lola hacía algunos encargos, cuando un todo terreno le rozó el espejo retrovisor.
- ¡Joder, tened cuidado con lo que hacéis!
El todo terreno volvió a los pocos minutos, con tres ocupantes. Un muchacho, aparentemente normal, les indicó a los otros dos:
- Ese es el cabrón.
Y lo molieron a golpes, con un odio incomprensible, hasta que la nariz y la boca le sangraban tanto que los golpes resbalaban.
Desde ese día Curro no es el mismo. Se mira al espejo su cara hinchada, con todos los violetas y amarillos de un pintor deprimido y no se reconoce. Pero no es la cara lo que le duele, es el alma.
Curro es grande como un oso, tiene 45 años y, desde que era un niño, trabaja en la construcción. Estos meses anda un poco preocupado por la crisis de su sector. No sabe si, después de la obra en la que trabaja, vendrá otra o si se verá en la cola del paro. Su mujer le dice que no se preocupe, que no hay otro tan formal, tan trabajador como él, y que no le va a faltar el curro.
Después de la paliza, ha venido a visitarlo medio pueblo. Su casa es como un velatorio sin cadáver. Ha muerto la normalidad.
- ¡Hacerle esto a Curro…! ¡No tienen vergüenza!
Sus hijos, todavía pequeños, contemplan con horror la cara picassiana de su padre. Lola, pretende animarlo, pero no puede dejar de llorar a escondidas.
Aunque ya se ha curado, Curro no es el mismo. Apenas quiere salir de su casa. No es miedo, no. Es una vergüenza extraña.
Lola lo comprende y ha dado con la solución. Un día vuelve a casa y le dice:
- Lo que ha pasado, Curro, es que te han confundido con otro.
- ¿Quién te lo ha dicho? –pregunta él.
- La policía –miente ella- Por lo visto son una banda que se dedica a vender droga y te han confundido con uno que les debe dinero.
- ¿Y cómo es que no me han dicho nada?
- Porque no quieren que nadie se entere, hasta que los cojan.
“Claro, -piensa él-, me han confundido con alguien que ha hecho algo malo… con uno que no es del pueblo… con alguien que no es como yo, aunque se me parezca”. Y sonríe por primera vez en un mes.