Debía estar loca el día que le propuse a Rogelio Delgado la edición de un libro sobre Sevilla en la literatura. Volvíamos de Madrid donde, por un capricho inexplicado, tuve el honor de presentar el libro de Andrés Sorel, “La caverna del comunismo”, un bellísimo texto (cargado de esperanza a su pesar) que contiene la crítica más certera y brillante contra el estalinismo. Hablábamos del mundo editorial cuando le dije:
-Echo de menos un libro que recorra la visión literaria de Sevilla a través de los siglos. Un libro sin afán académico que aborde la construcción literaria de esta ciudad.
Rogelio sonrió y me preguntó:
Rogelio sonrió y me preguntó:
-¿Podrías hacerlo?
Unos días más tarde me vi firmando un contrato (un modestísimo contrato) para elaborar esta obra. A pesar de ello, en las semanas siguientes estuve a punto de renunciar al proyecto: Sevilla es un tema literario inabarcable, aparece en miles de novelas, de poemas, de relatos. No hay una ciudad en España que haya sido visitada en la literatura con tanta asiduidad y yo tenía que seleccionar sólo un ramillete de textos para un libro sencillo, de fácil lectura, y muy personal en su presentación. Descarté casi por completo lo más tópico y archiconocido. Acoté el alcance del texto hasta los años treinta del siglo XX para no atravesar el desierto de la postguerra y librarme, además, del proceloso mundo de la actualidad. He leído miles y miles de páginas para seleccionar textos. Y al final del camino, me he vuelto a enamorar de Bécquer, Juan Ramón Jiménez y Cernuda. Aunque sólo ocupan un capítulo del libro, ellos son Sevilla como nunca volverá a serlo en la literatura. Ayer, a las once de la noche terminé el libro, o mejor dicho, lo dí por concluído. Pongo fin a una tarea que me ha tenido encadenada a la mesa de trabajo durante tantas horas que compré una bicicleta estática para mover, de vez en cuando las piernas, y dar paseos imaginarios con un libro en las manos. ¡Qué placer terminar el trabajo¡ Hoy miro alrededor para encontrar una nueva tarea…Ummm