miércoles, 30 de diciembre de 2009

El tiempo no existe



La repetición de los ritos, acompañado de los ciclos de las estaciones, nos transmite la idea de inmortalidad, de circularidad de nuestra propia vida. Nos hace creer que la infancia está a un paso de nosotros y el futuro unos metros más allá, tras los anuncios de meta que hemos colocado.
La ilustración que acompaña este texto es una foto de mi álbum familiar tomada, imagino, hacia los años veinte del siglo pasado. Un grupo de personas acomodadas toma chocolate y posan sonrientes ante la cámara. Todos dan la espalda a los tres sirvientes que les atienden. Los hombres aparecen seguros de si mismos y las mujeres empiezan a mostrar una pequeña rebeldía en su forma de vestir y de peinarse. Ninguno es consciente de que en pocos años su forma de vida será puesta en cuestión de forma radical. Creían que el tiempo era lineal, como una carretera bien trazada y que la desigualdad extrema era connatural al ser humano. Muchos de ellos comprenderían de forma trágica su error. Aún así, el niño de la escalera y la mujer del traje de cuadros parecen querer asomarse al futuro.
Por eso he puesto la foto, aunque en realidad solo quería desearos felicidad y un tiempo nuevo, más justo y hermoso.

martes, 29 de diciembre de 2009

Juegos de Tortura







Me recorrió un escalofrío cuando fijé la atención en la pantalla. Había un hombre atado por las muñecas con el cuerpo oscilando en el vacío. A la derecha podías seleccionar una docena de armas para comenzar el juego: un cuchillo, una pistola, una estrella punzante, los puños o una sierra eléctrica. El adolescente sonrió y seleccionó, para impresionarme, esta última. El ruido de la motosierra parecía bastante real. Diestramente mi joven amigo fue cortando miembros del hombre colgado en el vacío. Cada vez que hendía el arma en la carne, salía un gran chorro de sangre que manchaba la pantalla. El joven reía ante las convulsiones de la desgraciada figura. Desmembraba ese cuerpo vivo con gran habilidad y el contador de puntos se disparaba aunque no logró superar su último récord que contabilizaba una maestría supina en el arte de la tortura.
Todavía sin dar crédito a lo que veía le pregunté de dónde había sacado aquel juego infame. Los chicos de la clase se rieron de mi ignorancia:
-¡Son juegos de tortura!- me dijeron- ¿No los conoces?
-No- les contesté y les pedí que me enseñaran cómo acceder a ellos y cuáles eran los más populares.
Se arremolinaron alrededor, felices de enseñarle a una profesora algo que no conocía.
-Pon en el buscador "juegos de tortura", "juegos de sangre" o "juegos de bestias" y verás.
Efectivamente, al hacerlo aparecieron cientos de páginas que prometían los mejores juegos de esa naturaleza. En la The Torture Chanber el objetivo era, literalmente, "causar el mayor dolor posible a la víctima antes de morir". Otra página, récord de visitas, reclamaba la atención de la siguiente forma: "¿Estás estresado? Desquítate torturando al personaje con una cuerda, un cuchillo o clavos". En The Torture Game -el juego que acabo de describir-, se ofrece: "Personaje encadenado con bastante realismo. Convulsiones y ruidos. Juegos de bestias", y terminaba con esta invocación: ¡Tortura a Fred Durst de la forma que más te guste! ¡A por él!
No se trata de juegos de consola sino de juegos flash que puedes iniciar sin descargarlos y usarlos directamente en la pantalla de tu ordenador. Se abren a gran velocidad y son, en general, de corta duración. Pero la renovación del juguete violento no es sólo tecnológica, sino profundamente ideológica. De la pistola de plástico y el soldadito se ha pasado a los juegos bélicos de habilidad, estrategia o persecuciones y de éstos, a los juegos de tortura: una reducción minimalista que extrae la quintaesencia de la sangre, el sufrimiento y el control absoluto de la víctima, desprovistos de cualquier argumento defensivo o bélico, y centrados en el placer de causar dolor y en la banalización de la violencia extrema.
Busco respuestas ante estas nuevas formas de violencia y no encuentro nada. La mayor parte de los análisis sobre juegos violentos -bienintencionados y certeros en su momento- usan la iconografía y el lenguaje de los años ochenta. Algunos artículos dispersos me hablan del valor catártico de la violencia, pero no se comprometen con sus posibles efectos secundarios.
En los centros educativos la paloma de la paz se recorta en cartulina y adorna los pasillos y las aulas. Junto a ello hay todo un submundo repleto de obscena violencia dirigido a las mentes infantiles y juveniles pero diseñado por empresas y fabricantes que llenan sus bolsillos contradiciendo al sistema educativo, los valores de convivencia y el respeto al ser humano. Viven del deseo de transgresión que todo adolescente lleva dentro. Se amparan en una zona gris, ajenos a las leyes y a las regulaciones. Confían en la transmisión oral, el boca a boca antiguamente reservado a los saberes ocultos o prohibidos. Saben que su producto será más goloso para las mentes adolescentes si escandaliza a los mayores, si se ampara en la etiqueta de lo políticamente incorrecto.
-¿Nos lo van a prohibir?- pregunta alarmado mi alumno.
Y necesito urgentemente encontrar una respuesta.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Los ecocidas en la calle, el ecologismo en la cárcel



No hay nada como la cumbre de Copenhague para demostrar la profunda crisis de la política, el servilismo ante los poderosos y los efectos nocivos del localismo. La esperanza estuvo en la calle, en la contracumbre del clima, en las movilizaciones de una ciudadanía atónita ante la falta de respuestas.
Han metido en la cárcel la esperanza, en la persona de Juan López Uralde, Juantxo.
Si quieres hacer algo aquí tienes un catálogo de acciones:
Para firmar el manifiesto pincha aquí
Para saber dónde son las manifestaciones de hoy pulsa aquí
Aunque no puedas asistir, hay otras formas de unirte a la protesta y a la defensa del clima:
Para unirte al grupo de Facebook lo puedes hacer desde aquí
Para ciberactuar para salvar el clima hazlo desde aquí



martes, 22 de diciembre de 2009

Lorca: Caso abierto


He publicado este artículo en El País:


Al parecer, Lorca nunca estuvo bajo el suelo al que hemos peregrinado durante años, en ese atardecer de agosto que se volvía de pronto triste. Poéticamente lo sabíamos: los sonidos de ese lugar jugaban al escondite con nosotros, se encendían las chicharras y los grillos, cambiaba la luz y un pequeño soplo de viento entre los árboles cercanos parecía jugar al escondite con el recuerdo de Lorca.
Pero no nos hagamos trampas en el solitario de la memoria histórica. La necesidad de encontrar los cuerpos no es sino una débil compensación que apenas repara 40 años de censura de la dictadura y 30 años de dulce olvido de la democracia.
No nos engañemos. Estamos buscando huesos porque no hemos sido capaces de esclarecer la historia. Estamos recontando esqueletos y calaveras, porque nos consuela dignificar la muerte injusta de tantas personas pero -aunque es un ejercicio necesario, de cierre de heridas, de poner fin al dolor de sus cuerpos abandonados-, esto no nos acerca a la verdad, ni desvela a los que cometieron el crimen.
Especialmente en los casos de fusilamiento, la verdad no está en la cuneta, en la tapia del cementerio o en el barranco. Los verdaderos asesinos, los cómplices y los delatores no están presentes. A la luz del amanecer, o frente a las luces desenfocadas, sólo hay cuatro desgraciados, embrutecidos por el vino, el miedo o el rencor que disparan un puñado de balas resplandecientes. Los verdaderos asesinos no han pisado nunca la escena del crimen.
En el caso de Lorca, si hubiésemos encontrado el cuerpo, sólo nos podría dar un ínfimo testimonio sobre la forma en que murió, pero en ningún caso aclararía el enigma de quién decidió la muerte del poeta, con quién consultó, qué querían obtener en los varios días de interrogatorios en el Gobierno Civil, quién lo delató y todo un sinfín de interrogantes sobre su asesinato.
El interés por encontrar el cuerpo contrasta con la falta de interés oficial por encontrar la verdad. En nuestro país, en nuestra modélica transición, no se ha puesto en marcha una sola Comisión de la Verdad que -tal como han hecho en algunos países latinoamericanos- esclareciera los hechos, incluso aunque no derivara responsabilidades penales. En el caso de Federico García Lorca la ausencia de una investigación oficial sobre su muerte ha sido cubierta por hispanistas, filólogos e historiadores que han actuado sobre las escasas fuentes disponibles. Me horroriza que la derecha se frote las manos y califique la ausencia del cadáver como el fracaso de la memoria histórica. Todo lo contrario, sólo ha puesto de relieve que los mecanismos contra la desmemoria y el miedo han sido demasiado escasos y tardíos.
Me pregunto si no es el momento de abrir realmente el caso García Lorca con todas sus implicaciones. Alentar una investigación desde todas las disciplinas que nos aclare la muerte del poeta más internacional de nuestra historia, para acabar con la vergüenza de no saber quién ordenó su muerte y cuáles fueron las razones. Cada cinco minutos se interpreta una obra de teatro de Lorca en el mundo, cada día se venden miles de ejemplares de su obra. Es posible que sea el poeta que ha llegado de forma más eficaz a nuestro inconsciente y al que comprendemos, de forma íntima y total, sin entender del todo.
Mientras tanto, Lorca juega al escondite con nosotros. Tantas veces nos habló de las dos muertes: la esencial, telúrica, unida a la tierra, al grito, a la sangre derramada y la muerte urbana, hecha de olvido, de insomnio, de deshumanización del dolor. Parece decirnos: "Todavía no, quizá más tarde" o como escribió en Bodas de Sangre: "Yo haré con mi sueño una fría paloma de marfil que lleve camelias de escarcha sobre el camposanto. Pero no camposanto, no. Camposanto, no. Lechos de tierra. No quiero ver a nadie. La tierra y yo".

martes, 15 de diciembre de 2009

Sólo un nombre


Bajábamos por la Séptima Avenida camino del apartamento tras un día ajetreado. Nos habíamos detenido a comprar un ramo de rosas. Unos pasos más adelante nos acercamos a una Iglesia católica que estaba adornada con motivos navideños. Una señora mayor, vestida de forma muy elegante, comenzó a hablarnos en voz alta y decidida. Al principio pensamos que estaba recriminando nuestra intromisión y nuestras risas. Al escucharla con mayor atención, nos dimos cuenta de que solo nos explicaba la historia de esa iglesia y, en concreto, de ese oficio religioso.
Le agradecimos la información y ella, con ese desparpajo de los neoyorkinos, nos preguntó por nuestra procedencia, el tiempo que pensábamos estar en la ciudad y nuestros nombres.
- Me llamo Concha –le dije.
Detuvo su charla y me cogió las manos.
- Concha, Concha…no puedo creerlo... – y apenas contenía la emoción-, mi madre se llamaba también Concha…¡Qué nombre más bello!
- ¿Era de procedencia española o italiana? –le pregunté, sin decirle que mi nombre siempre me había parecido feo, demasiado sonoro, una especie de indiscreción fonética.
- No, no –negó con la cabeza- mis abuelos adoraban ese nombre. Les parecía fuerte y exótico.
Me miraba intentando reconocer algo cercano y familiar. Nos despedimos y la vimos volver la esquina y alejarse por la calle 13 . Tomé una rosa del ramo que había comprado y corrí tras ella.
- Un pequeño regalo, por la coincidencia del nombre –le dije cuando la alcancé.
Los ojos se le arrasaron de lágrimas.
- No es posible...-dijo con emoción- Hoy hace veinte años que murió mi madre. Había ido a la iglesia solo para recordarla y ella me ha hecho el regalo de escuchar su nombre…y esta rosa. Va a ser un día inolvidable.
Sólo le sonreí y ella me tocó levemente, como si fuese un cristal delicado. Nunca he estado más cerca de ser un sueño.

Despropósitos



Artículo publicado en El País


No logro encontrar las declaraciones exactas que se hicieron hace veinte años a propósito de ese gran proyecto especulativo denominado Costa Doñana y rebautizado después como Dunas de Almonte. Un altísimo cargo del gobierno dijo algo parecido a esto: “No entiendo la movilización contra esta urbanización; a fin de cuentas en esa zona no hay animales ni plantas” y se quedó tan pancho, exhibiendo sus vergüenzas medioambientales con un toque de populismo cañí. O sea que para él, una zona costera excepcional, un sistema de dunas móviles únicas y el propio entorno de Doñana no se verían afectados por una macrourbanización a pie de costa.
De esto hace veinte años, pero para algunos responsables autonómicos, veinte años no es nada y vuelven a repetir conceptos burdamente desarrollistas. Lo ha dicho la Consejera de Medio Ambiente –ay qué dolor- en una entrevista publicada por este mismo periódico a propósito del Algarrobico, esa mole infame en el corazón del Cabo de Gata: “El edificio en sí no está provocando ningún daño a ninguna especie. Ni de flora, ni de fauna. De manera que, si termina siendo autorizable dentro del Parque Natural de Cabo de Gata, no tendría ningún problema ninguna especie.” Según esta singular teoría las construcciones “en sí mismas” no producen ningún daño al medioambiente, a no ser que “molesten” a las plantas y los animales de la zona. A estas alturas todavía no han aprendido que las mayores agresiones medioambientales son la ocupación del territorio, el transporte, el uso de la energía y el consumo de recursos naturales, esencialmente el agua.
Pareció que había un cambio de tercio en el gobierno andaluz cuando el entonces Presidente Manuel Chaves, junto a la consejera Fuensanta Coves, anunciaron a bombo y platillo la demolición del Algarrobico con la acertada definición de que se trataba de todo un símbolo de la destrucción del litoral andaluz. Sin embargo las actuaciones posteriores del ayuntamiento de Carboneras y de la propia Consejería han desmentido este nuevo discurso y nos han situado nuevamente en la cota cero en cuanto a comprensión de la sostenibilidad y de la ecología.
Y todo esto ocurre cuando el Gobierno de Zapatero intenta convertir la Ley de Economía Sostenible en su proyecto estelar. Tendrá que convencer para ello, en primer lugar, a su propia fuerza política que, como Ariadna, no sabe salir del discurso del desarrollismo más ramplón.
Esta misma semana la Consejera de Economía y Hacienda, respecto al acuerdo con el gobierno central respecto a la deuda histórica, proclamaba la bondad de comprar terreno barato y venderlo caro unos años después. Una operación urbanística de alto valor especulativo para la Empresa Pública del Suelo que debería dedicarse a todo lo contrario: a hacer asequible y barata la vivienda en Andalucía.
Y para finalizar, la declaración de que en Andalucía la nueva economía sostenible ya está escrita y diseñada en el VII Acuerdo de Concertación y que solo necesitamos algo de financiación extraordinaria para llevarla a cabo. Es realmente sorprendente que Andalucía -la comunidad que tiene mayores ataduras con una economía dependiente del ladrillo y de la insostenibilidad-, ni siquiera necesite una nueva ley, unos compromisos concretos, unos objetivos y un gran debate sobre la modificación del modelo económico.
Los grandes cambios necesitan grandes debates sociales. La comprensión de la sostenibilidad –como en su momento la igualdad de género o de etnias- requiere un compromiso real de las instituciones públicas y de la ciudadanía. Implica transformaciones profundas en el diseño de las ciudades, en la movilidad, en el consumo energético, en la producción. Y necesita, como todo cambio, un nuevo discurso, una nueva pedagogía, una nueva gramática que no balbucee ante el futuro ni justifique los errores del pasado.

martes, 8 de diciembre de 2009

A Cataluña, desde Andalucía


Artículo publicado en El País
Lo sé. Hablar a favor de Cataluña está mal visto. En esa corriente profunda que nos arrastra se ha fraguado la idea de que las autonomías, y especialmente la de Cataluña, son un dispendio, un error o una amenaza. En el fango donde se depositan los viejos prejuicios crecen incluso nuevas formaciones políticas que visten de rosa el viejo sueño centralista. Incluso la mayoría que no comparte esta visión se limita a murmurar un tímido "no es eso, no es eso", a la manera en que Galileo acallaba su honradez científica ante el Tribunal de la Inquisición.
No hay nada más útil a la manipulación política que encontrar un enemigo, un territorio o un colectivo donde depositar nuestras responsabilidades y nuestros fracasos. El anticatalanismo se disfraza en Madrid de temor por la unidad de España y en Andalucía, de agravio comparativo.

Más de 100 artículos de los estatutos catalán y andaluz son prácticamente iguales. Nadie, sin embargo, ha dado explicaciones de la hipocresía que les permitió recurrir el Estatuto de Cataluña y votar idéntico texto en el caso de Andalucía. El PP recurrió al Tribunal Constitucional 126 disposiciones, de las cuales había votado afirmativamente 42 en el Estatuto andaluz. Por su parte, el Defensor del Pueblo estatal -tan ausente de los problemas sociales- presentó recurso, entre otros, al capítulo de derechos, con la esperpéntica interpretación de que "incluir un extenso listado de derechos y deberes" tenía la torva intención de "convertirlo en una Constitución bis". Durante la tramitación del Estatuto andaluz lo vimos por los pasillos del Congreso, huyendo a toda prisa de las periodistas andaluzas que le preguntaban si iba a recurrir también el capítulo de derechos sociales del Estatuto de Andalucía, que es más amplio que el catalán -tanto en su extensión como en su aplicación y garantías- y, por tanto, más inconstitucional.

Y es que lo que parece lógico, legítimo para otras comunidades resulta peligroso y escandaloso cuando se trata de Cataluña. Sin duda contribuyen a ello algunos nacionalismos integristas, ajenos a la solidaridad e instalados en el victimismo, pero en ningún caso todo un pueblo. No me hubiera alarmado que el Tribunal Constitucional estuviera sopesando la constitucionalidad o aplicabilidad de alguno de los artículos financieros del Estatuto catalán pero, al parecer, su debate versa sobre la identidad, símbolos y lengua.

¿A quién ofende el sentimiento de un pueblo? ¿Qué nos resta a los andaluces, y en general a los españoles, la definición de Cataluña como una nación? Peor todavía, ¿a quién ofende esa lengua hermosa, antigua y literaria, conservada y alimentada con primor durante siglos? Yo he visto llorar a una compañera en la Laboral de Zaragoza porque no la dejaban hablar catalán con su familia. Ahora lo llaman diglosia, antes persecución en estado puro. La enseñanza del inglés y de la lengua extranjera es obligatoria y a nadie se le ocurre hacer objeción de conciencia, pero se discute el aprendizaje del catalán como si se tratara de una lengua inventada por la Generalitat y no tuviera tantos siglos como el castellano, y una trayectoria literaria anterior y emocionante.

Las disposiciones sociales de la Constitución -el derecho a la vivienda, al trabajo, a la distribución equitativa de la renta...- se han convertido en papel mojado al considerarse derechos no exigibles. En este caso no se alertó de la peligrosa disolución del Estado social. Ahora, sin embargo, se agita el fantasma de la unidad de España, construida al parecer de una materia altamente soluble.

Alguien dijo que el Estatuto catalán era más que un estatuto. Y puede ser cierto. Será la medida de la flexibilidad de una Constitución, difícilmente consensuada y en cuya clave de bóveda las palabras democracia, libertad y autonomía se escribían juntas.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Te recuerdo, Victor Jara

Fue acribillado a balazos. Jugaron a la ruleta rusa con su cabeza. Lo torturaron y vejaron. Todo para apagar una voz única. Una voz de pueblo, de ingenuidad y esperanza. Pero sigue cantando. Desde ese estadio de la verguenza, contra la cara de los asesinos sin nombre, sobre los hombros de una juventud hermosa que abarrotaba las celdas de la dictadura chilena. Entre la anónima multitud que hoy te acompaña. Te recuerdo, Victor Jara

martes, 1 de diciembre de 2009

El perdón y la culpa

Sobre la "vieja costumbre española" de no pedir perdón por nada, he escrito esto en El País
En la calle principal de mi pueblo, en un lugar llamado popularmente la muralla, hay un bajorrelieve donde los niños quedábamos para iniciar nuestros juegos. Hasta hace pocos años no nos hemos dado cuenta de que esas figuras de piedra representan cinco cabezas degolladas de capitanes árabes con sus turbantes y mostachos. Tampoco éramos conscientes de que uno de nuestros insultos más habituales, "perro judío", tiene un fuerte significado antisemita. La proximidad, la familiaridad con la xenofobia torna a ésta invisible, como un objeto cotidiano en el que no reparas.
Sólo esta familiaridad con la exclusión explica el escándalo que ha levantado en ciertos sectores la iniciativa del diputado granadino José Antonio Pérez Tapias para reconocer la injusticia de la expulsión de los moriscos, su persecución, muerte y apropiación de sus bienes. Algunos reprochan que el Congreso de los Diputados dedique su tiempo a estos debates (¿quieren decir menudencias, insignificancias, antiguallas, detalles menores?); otros se han burlado abiertamente de la iniciativa; unos cuantos -más feroces aún- han emprendido cruzada contra ese revisionismo histórico que pone contra las cuerdas la historia de España; finalmente, el grupo más politizado considera esta iniciativa una extensión del revanchismo que según ellos acosa a la izquierda en nuestro país.
Y es que la desmemoria y la falta de arrepentimiento son consustanciales a la derecha española y a su particular configuración ideológica. En los países anglosajones es común la petición de perdón pública, la reparación de las víctimas, la creación de liturgias de arrepentimiento. A veces transcurren siglos, otras veces años, pero el reconocimiento de errores y de injusticias juega un papel de redención y de limpieza cíclica del conjunto de la sociedad. En las últimas semanas Australia y Gran Bretaña han pedido perdón por enviar al exilio a cerca de medio millón de niños que fueron víctimas de abusos y utilizados como mano de obra semi-esclava en las colonias. También recientemente, el gobierno de Canadá hizo lo mismo por más de un siglo de abusos contra sus aborígenes. Por su parte EE UU ha vuelto a pedir perdón a los afroamericanos por la segregación racial y las leyes discriminatorias después de ser abolido el esclavismo. Asimismo, cíclicamente, ofician ceremonias de perdón hacía los indios americanos. En cuanto a Alemania, tiene un ritual de redención y culpa por los crímenes del nazismo y especialmente por el holocausto judío.
Hay, sin embargo, dos estados que no reconocen sus culpas: el Vaticano y España. La Iglesia católica hizo una contrición general por "los errores de sus dos mil años de historia" y se absolvió a sí misma. El Estado español, por su parte, no reconoce culpas recientes ni pasadas. La guerra, la dictadura, la explotación colonial, la entrega cruel del Sáhara no han levantado ni una sola voz de perdón. Fray Bartolomé de las Casas envió hace siglos una carta al futuro sin que España acuse su recibo y reconozca, oficialmente, su violento y destructivo encuentro con América así como el trato animal que durante siglos concedió a los indígenas americanos. Sólo los judíos sefarditas han obtenido un tardío reconocimiento que no escoció tanto como esta pequeña disculpa a los moriscos, una gota de arrepentimiento frente a un océano de olvido y de injusticias. Menos mal que un pequeño ramillete de intelectuales e historiadores ofrecen las flores de la reconciliación que el Estado niega y que las víctimas aceptan como un modesto tributo.
Dicen los psicoanalistas que la petición de perdón nos ofrece la llave de los nuevos tiempos. Si es así, permaneceremos atados a la soberbia, a la culpa, al eterno retorno de la historia hasta que se rompa el maleficio de los siglos de olvido.

martes, 24 de noviembre de 2009

Gramática de la desigualdad



Este artículo publicado en El País, trata esta semana sobre la violencia de género y sus cómplices.

Nuestro inconsciente lee los textos a una velocidad de vértigo, modifica el mensaje en el trayecto y extrae conclusiones erróneas acordes con nuestros pensamientos más íntimos. La preparación cultural o intelectual no nos pone a salvo de esta operación manipuladora sino que incluso la torna más peligrosa porque la adorna con el prestigio del saber y el conocimiento.
El filósofo Enrique Lynch, en su artículo Revanchismo de género, publicado en este mismo diario, ha dado una muestra ideal de este retorcimiento del mensaje. Su artículo sólo sería uno más de la larga lista de lamentos por la pérdida de la supremacía masculina, si no estuviera revestido de una perversa analítica. Confiesa el autor su alarma ante la campaña contra la violencia de género en la que una joven -y en su opinión altanera muchacha, retengan el adjetivo-, afirma que: "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo". De esta frase deduce que la mujer española tiene, o ha tenido, muchos hombres. No tiene en cuenta que el modo subjuntivo en el que está redactado el texto es una forma virtual de la lengua que expresa posibilidad y probabilidad. Más revelador es el significado sexual que el autor otorga a que un hombre "esté presente en la vida de una mujer", eludiendo por completo otras presencias masculinas como los padres, hermanos y amigos. Emerge, así, el fantasma de la libertad sexual de la mujer, convertida aquí en promiscuidad femenina, verdadera piedra de toque de la violencia de género.
Añade que al afirmar que "ningún hombre ha de ser más que una mujer", se está forzosamente proclamando que ha de ser menos o inferior, en función de no sé qué jerarquía elemental. Aquí aparece con claridad la gramática de la desigualdad, que se expresa con elipsis y supresiones, con temores y prejuicios. Olvida el autor (¿quizá no estudió gramática en su momento?) que entre la superioridad y la inferioridad hay un hermoso territorio llamado igualdad.
Para alcanzar las costas de esa tierra, cada año miles de mujeres cruzan a nado, o en la frágil patera de sus modestos sueños, un océano embravecido de obstáculos, sombras y fantasmas. Atraviesan un enorme mar de incomprensión y de silencios, de una mal llamada cultura milenaria de discriminación todavía alimentada por la pluma irónica de sesudos comentaristas que citan a Nietzsche y convierten en culpables a las víctimas. Sesenta y siete mujeres han muerto este año en esa costa de la muerte poblada de neomachistas de guante blanco que juegan con las palabras, bromean en los bares o teorizan sobre la maldad de las nuevas mujeres liberadas.
El tramo de edad con mayor número de víctimas no llega a los treinta años, lo que nos habla de la vitalidad de la violencia entre los hombres más jóvenes. Precisamente son estos los más vulnerables a estas nuevas teorías sobre el revanchismo de las mujeres y la provocación que supone su libertad sexual. Los pilares de esta nueva gramática de la desigualdad se están construyendo ahora aunque con materiales de derribo de la vieja filosofía sobre el resentimiento del débil y el revanchismo de las víctimas. Se escribe -como toda literatura de la desigualdad- faltando a la verdad, culpabilizando a los inocentes, construyendo eternos mitos de mantis religiosas devoradoras de hombres y esquilmadoras de su masculinidad.
En el momento del crimen, el asesino está solo con su puñal, con su pistola, la piedra o el martillo. Parece un delito solitario: su rencor y él, un ajuste de cuentas privado, un impulso irrefrenable. Pero no es así. Clava, golpea, dispara con toda la furia acumulada de sus cuentos infantiles, de sus héroes salvadores, de sus mitos destronados, con el convencimiento de que él no es el verdugo, sino la víctima de la libertad de las mujeres.

martes, 17 de noviembre de 2009

Mar de fondo



Artículo de opinión publicado en El País:


Hace años tuve una experiencia terrible con el mar. Acababa de llegar a la playa en uno de esos días calurosos del verano. El agua tenía un prometedor color azul y estaba en calma. Sin pensarlo, entré en ese océano que hasta ese día había considerado amigo, con el ansia de la primera vez de cada verano. Me sumergí con decisión y di unas cuantas brazadas en dirección al horizonte. Cuando volví la cabeza comprobé que me encontraba a muchos metros de la playa. Intenté regresar, pero una corriente oculta me arrastraba hacia dentro. Después de muchos esfuerzos conseguí volver a la arena pero ya nunca he vuelto a mirar el mar con los mismos ojos. Me explicaron que ese día había mar de fondo y que una lejana bandera solitaria lo advertía. Sin embargo, se evaporó la ingenua confianza que adquirí en la niñez y desde entonces miro sus aguas con el recelo de una amante engañada.
Siento algo parecido a esta marea profunda cada mañana cuando oigo las noticias o escucho conversaciones de personas que gritan en las que no importan los razonamientos, los matices, o la verdad sino una suma de juicios sumarísimos sin apelación.
Es muy difícil, por ejemplo, convencer a alguien de que el sistema educativo no es un lugar de violencia, de fracaso y de decepción. No importa que sustentes esta opinión con experiencias, con datos y con razones. Reconocerán las excepciones, pero ya han juzgado y sentenciado el sistema en su conjunto, a los jóvenes en su totalidad y el veredicto es orden y autoridad, a secas.
Ni qué decir tiene la dificultad de debatir sobre temas más espinosos. Demostrar que los delincuentes no entran por una puerta y salen por otra, es misión imposible. Afirmar que hay más presos y menor delincuencia que en la mayor parte de los países desarrollados parece una ficción, aunque sea la verdad más fácil de comprobar. Y no digamos ya de los impuestos. Te mirarán con extrañeza si afirmas que en nuestro país se pagan menos impuestos que en la mayor parte de Europa, aunque el que te contradiga defraude el IVA y declare la mitad de sus ganancias a Hacienda.
Se ha puesto de peligrosa moda convertir a las víctimas en legisladores y a sus familiares en "gobiernos en la sombra" que lo mismo imponen cadenas perpetuas que aconsejan negociaciones vergonzosas con secuestradores. Se preguntan obviedades y lugares comunes a los ciudadanos y se sugieren las soluciones más fáciles y arbitrarias. Son ya legión los ciudadanos que, como los taxistas, "arreglarían los problemas en cinco minutos, si los dejaran", con mucha autoridad y sin comunidades autónomas.
No nos engañemos. No gritan las personas realmente afectadas por la crisis; las que se han quedado sin trabajo; las que apenas llegan a final de mes; las contratadas bajo cuerda; las que han perdido derechos; las que no pueden pagar su vivienda... Ojalá pusieran sus problemas reales sobre la mesa. Pero no. Gritan más los que no han perdido nada en esta crisis, los que han ahorrado y han cambiado de coche gracias a la caída de los precios y del dinero. No despotrican de los bancos, de los especuladores, de los que se aprovechan del sufrimiento ajeno, sino de lo público y lo político en su sentido más amplio.
No es que intenten derrotar al Gobierno. Eso es lo de menos. Ojalá subiera una crítica fundada y alternativa a su política. Pero, la respuesta populista a las grandes crisis económicas ha sido, históricamente, el autoritarismo. Éste no llega con anuncios luminosos, no se presenta como tal a las elecciones. Es una marea soterrada que arrastra voluntades, adormece el raciocinio, desarma con su aparente calma al que se opone y te arrastra hacia el abismo del miedo y la desconfianza social.
No estaría mal levantar unas cuantas banderas de alerta en esta playa para que nos advirtieran del peligroso mar de fondo. Y algo de esperanza.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Otra visión sobre la pesca

Este video aporta otra visión sobre la situación de los pescadores de Kenia y la dificultad que tienen para acceder a sus propios recursos. Los pescadores españoles secuestrados por piratas somalíes tienen toda nuestra solidaridad y esperamos su pronta liberación. Sin embargo es tiempo también de plantearnos el uso de los recursos pesqueros mundiales; el derecho de los países más pobres (con peores flotas y medios) a disponer de sus recursos, así como preguntarnos por un sistema que ha llevado a expoliar las especies pesqueras en gran parte de nuestro planeta. Si no es así, triunfarán los piratas de uno y otro lado.

martes, 10 de noviembre de 2009

Pensamiento lateral



Este es mi artículo de los lunes publicado en El País:





Dicen que la contemplación de la realidad desde otro prisma es una fuente de creatividad y de soluciones innovadoras. Los norteamericanos cultivan especialmente esta forma de pensamiento y afirman su utilidad por aportar soluciones no convencionales a los problemas.
En nuestro país tenemos una gran tradición de pensamiento lateral pero lo utilizamos para el humor o para dar un toque surrealista a nuestras relaciones sociales. Sin embargo la realidad nos ofrece un vasto territorio donde aplicar estas formas inversas de pensamiento y extraer conclusiones novedosas.
Por ejemplo, con el razonamiento tradicional, la medida de que los futbolistas extranjeros dejen de tributar como mileuristas sólo nos lleva a conclusiones morales. Sin embargo, si aplicamos el pensamiento lateral, nos daremos cuenta de que estamos a punto de acabar con uno de los paraísos fiscales más hermosos, legales y populares de toda Europa. La medida del gobierno pone fin también a una donación generosa que el pueblo español tributa a los héroes del balón, en un ejercicio supremo de solidaridad inversa: la de los más pobres con los millonarios.
Algo parecido sucede con las SICAV -esas sociedades con nombre de feria del caballo- que suponen un oasis fiscal en el mismo corazón de la hacienda pública, y cuyos selectos miembros tributan al tipo simbólico del uno por ciento. Su simple existencia es un acicate para los trabajadores que podrían también asociarse y tributar en masa a este tipo supereducido en vez de resignarse a cotizar por los tipos ordinarios.
La patronal, por su parte, ha hecho su contribución al pensamiento lateral con el término flexiseguridad, que ha sido desdeñosamente recibido por los sindicatos y por la izquierda. Es verdad que solo se refieren a poder contratar o despedir a la carta a los trabajadores, pero piensen las enormes posibilidades de este hallazgo lingüístico. Podríamos acuñar flexitrabajo, o sea ir a trabajar cuando uno quiera; flexicrédito, que nos permitiría pagar cuando nos viniese bien; flexipermisos, flexisubvenciones…e incluso nuestra vida afectiva podría beneficiarse del flexi-amor y de los flexi-sentimientos.
La Iglesia es otra fuente inagotable de pensamiento lateral. Solo así se pueden entender las declaraciones del portavoz de la Conferencia Episcopal ante la sentencia de Estrasburgo sobre los crucifijos en las aulas y comprender la creatividad de su enunciado. Afirman que “donde no hay crucifijos no hay separación entre Iglesia y Estado”. ¡Qué torpes hemos sido al pensar lo contrario! La cruz es un símbolo que mantiene viva la idea del laicismo y de la aconfesionalidad del Estado. Si no hubiera crucifijos en las aulas, todo sería confusión y caos; no sabríamos si tenemos o no sentimientos religiosos, ni sabríamos distinguir un obispo de un gobernador civil. Afirman, además, que es “muy triste reducir la cruz al ámbito de lo privado”, junto con las creencias y los sentimientos, en vez de exhibirla como poder y emblema bajo palio.
La última perla de este pensamiento lateral la encontramos en los presupuestos de la Junta de Andalucía. El nuevo Estatuto de Autonomía, en cinco artículos distintos, obliga a la Comunidad Autónoma a luchar contra la pobreza y la exclusión social. En su artículo 23 establece, con carácter de mandato, la creación de una renta básica andaluza que garantice unas condiciones de vida dignas para todas las personas que viven en nuestra comunidad. Sin embargo, el gobierno andaluz renuncia a poner en marcha con carácter inmediato esta medida porque…¡ hay crisis económica y las demandas se multiplicarían! O sea que sólo es posible luchar contra la pobreza en situaciones de bonanza económica. ¡Qué inoportunos los andaluces, volverse más pobres en plena crisis!

martes, 3 de noviembre de 2009

Pecados originales


Publicado en El País:
Hablar en estos tiempos de política es visitar una ciudad desolada, llena de cascotes y de materiales de derribo. Aquí y allá se aprecian destellos de edificios todavía hermosos, pero todas las construcciones aparecen bañadas de un polvo grisáceo que difumina los contornos y apaga los colores de la esperanza.
De vez en cuando se arrojan palabras como piedras, recogidas del suelo, sin importar la procedencia, el objetivo y el destino. Una sucesión de malos actores asaltan las pantallas escenificando escándalo, indignación, rara vez esperanza. Ya ni siquiera necesitan preguntas ni periodistas. Estamos en la era del monólogo perfecto, del verdadero Gran Hermano, que es la comunicación directa, unidireccional con la masa anónima. Mientras el público – que hace tiempo perdió su inocencia- bosteza, frunce el ceño y se aleja de la escena.
Ni siquiera el tema estrella de la crisis económica consigue arrancar un destello de interés por la acción política. Los expertos, los gobiernos, los poderes económicos, han situado de una forma tan remota y anónima el origen de la crisis que no queda más que un regusto de desesperanza o la confirmación de que la avaricia universal (deslocalizada, inconcreta y extranjera) es la responsable de todos nuestros males. No hay nada que hacer –nos dicen- , sino esperar que la racionalización de su avaricia nos saque de la crisis actual.
La atmósfera se torna aún más inquietante cuando en medio de las estrecheces diarias de la gente, del paro, del temor por el futuro, aparece en escena un verdadero desfile de delincuentes atildados que han convertido algunas instituciones en sociedades anónimas dedicadas a la extorsión y al cobro de comisiones.
Hay un desprestigio de la política que viene de antiguo, del horror a las ideas, a la democracia y a la diversidad. La dictadura ensalzaba su origen no político y no ideológico. Pero la democracia ha gestado su propia crítica a la política, cargada de razón y de realidad: la constatación de que la política y sus actores se detienen ante la puerta de los poderosos y que culturalmente imitan su forma de vida y comportamientos.
Aunque este desprestigio alcance por igual a todas las formaciones políticas, los cascotes de este derribo caen sobre el espacio de la izquierda y comprometen su futuro. No nos engañemos, la derecha es por definición apolítica y tecnocrática. Su discurso es la ideología de la no-ideología, la pura gestión y la privatización de las ganancias.
Los orígenes de nuestra democracia, con sus debates cerrados y clausurados, no terminaron de definir el nuevo territorio de la política. La responsabilidad de la izquierda es evidente porque tras una primera explosión cultural e ideológica, optó por el pragmatismo más feroz sin abordar siquiera debates elementales sobre economía, fiscalidad, responsabilidad social y poder de la ciudadanía. No es extraño, pues, que se haya diluido el capital simbólico que representaba.
Frente a ello, trescientos artistas e intelectuales han publicado un manifiesto en el que reivindican nuevas políticas y nuevos valores frente a la crisis. Merece la pena pensar en ello e incluso más allá, refundar el papel de la política y de los políticos. Aunque solo sea porque los frutos de la desesperanza suelen ser tremendamente amargos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Noticias de los nadies

Ante el sufrimiento humano, ante la pobreza, la marginación absoluta, el tremendo drama de la inmigración, me asalta continuamente la idea de que no hago lo suficiente, ni siquiera lo preciso. Tener conciencia de la injusticia no es suficiente. Manifestarse, de tarde en tarde, tampoco. Por eso admiro a los que se implican directamente con los más pobres del planeta. A Pablo Urías, a Venancio Cermeño, a Pepe López, a tantos otros que no rehuyen el dolor, las ratas, las enfermedades y dedican parte de su tiempo a hacer algo, personalmente. Curiosamente casi nunca cuentan historias ni se consideran a si mismos heroicos.
Esta semana he tenido la suerte de conocer personalmente a Javier Bauluz y a Patricia Simón (gracias querida Sara por juntarnos). Él es el premio Pulitzer de fotografía, el único de nuestro país, y ella una periodista con inteligencia y conciencia. Tienen la sencillez de las personas grandes. Podrían ser ricos y famosos pero se dedican a dar noticias de los nadies del planeta.
Los grandes medios cierran la puerta a esta información. Muchas veces por razones políticas directas, otras muchas por que no quieren romper el glamour y la banalidad de sus publicaciones, directamente proporcionales a la de nuestras vidas. Quieren hacer “información humana por todos los medios”. Desean estar allá donde los derechos humanos se vulneran. Ahora tienen la idea de lanzar una comunicación alternativa, “por todos los medios”, independiente y sin mediaciones. Suponen que hay un público para esta información. Yo también lo espero y desde aquí, modestamente, quiero colaborar con ellos.
A veces tenemos suerte en la vida y se nos da un rayo de esperanza. En la mirada clara de Javier hay todo un mundo de dignidad de los nadies del planeta. Podéis verlo en su revista PIRAVÁN, en sus magníficos reportajes (os recomiendo encarecidamente el de “un cayuco y un motor”). Esto es solo una muestra. Y os pregunto a todos los amigos de este blog: ¿podríamos colaborar con este proyecto?

martes, 27 de octubre de 2009

Liderazgos



Este es el artículo que publiqué este lunes en El País:





Suele decir Amelia Valcárcel que a ellos "les pone" el poder. O sea, que hay una conexión invisible, pero real, entre la ostentación de poder y los atributos sexuales masculinos. Al parecer, los hombres viven con verdadera fruición ese momento en que pueden usar su autoridad de forma indiscutida, aunque sea injusta o arbitraria.
Discutir, por tanto, el poder de algún político es mucho más que poner en cuestión su capacidad de acción o lo atinado de sus decisiones. Negarles la autoridad es casi una forma de privarlos de su masculinidad y su esencia.
No hay nada que "ponga más" a los políticos actuales que la palabra liderazgo. En sus títulos oficiales ostentan el nombre de secretarios generales o presidentes, pero el término con el que realmente desean ser denominados es como líderes. El liderazgo implica, no sólo un nombramiento formal, sino un reconocimiento entre el colectivo al que representan, un estatus superior de discernimiento, una imbatibilidad en las propuestas, un halo similar al que en la santidad orla la cabeza de los elegidos. Ser líder, además, comporta ser único, reconocible y esencial. Los puestos directivos pueden compartirse pero el liderazgo necesita ser absoluto, reconocible y único.
Manuel Chaves conocía perfectamente esta debilidad de los políticos andaluces y convocaba, con cierta regularidad, cumbres de líderes de las que nunca se obtuvieron ningún tipo de resultados pero que tenían un alto valor simbólico, ya que los jefes de las tribus andaluzas -todos masculinos y únicos- reconocían mutuamente su autoridad y liderazgo. El nuevo presidente de la Junta no ha descubierto todavía estos ritos de reconocimiento y ha abierto interrogantes sobre su propio liderazgo, sin darse cuenta de que en política la bicefalia es equivalente a una peligrosa enfermedad.
Sin embargo, este debate sobre el liderazgo no es privativo de la política andaluza. En medio de la mayor crisis económica de la historia de la democracia y de los mayores casos de corrupción conocidos, el debate sobre el liderazgo está sirviendo de cortina de humo para evitar debates profundos y medidas eficaces. En vez de aportar soluciones, propuestas y medidas, las energías se consumen en determinar la falta de liderazgo de Zapatero frente a la crisis o la de Rajoy frente a la corrupción.
Es posible que la emergencia de estos debates tan superficiales sólo respondan a la atonía social, a la inmensa decepción que la política está causando en la mayor parte de la ciudadanía. En suma, a la desesperanza.
Dicen los estudiosos del tema que para construir nuevos liderazgos es necesario ver los espacios vacíos, las demandas sociales, los huecos. También advierten que cuando estos espacios son muy amplios se produce el caldo de cultivo del que pueden surgir liderazgos autoritarios, sectarios y antidemocráticos. Por eso urge ocupar la silla vacía de tantos deseos incumplidos: el liderazgo de la honradez política e intelectual, el liderazgo del desarrollo sostenible, el liderazgo de la esperanza en el futuro, el liderazgo del compromiso social...
Pero nuestros políticos actuales no quieren ver nuevos caminos. Todas las semanas, a la misma hora -como si se tratase de un rito ancestral- se enfundan el traje de batalla y se enzarzan en los Parlamentos en una predecible batalla de viejos gladiadores que ya han olvidado cuál fue el origen de la contienda.

martes, 20 de octubre de 2009

El latazo de Ágora

Me alegra que triunfe en pantalla la película de Amenabar, sobre todo porque prefiero que los espectadores escojan Ágora frente a otras películas de acción y de efectos especiales. Sin embargo la película me pareció un latazo de dimensiones siderales. Tenía en sus manos Amenabar una bonita historia en la que se cruza la reivindicación de Hipatia, y con ella de la invisibilidad de muchas mujeres creadoras y descubridoras, el fanatismo religioso y el amor a la ciencia. Pero el cine es mucho más que una historia que contar.
Reconozco que soy maniática en cuestión de cine. Una de las cosas que no soporto de gran parte del cine español son esas viviendas ordenadas y colocadas para la escena, en las que se detecta a kilómetros que nadie ha vivido nunca. En Agora, un detalle nimio me convirtió toda la película en cartón piedra. Era una toma de un mercado en la que varios compradores examinan el pescado como si no hubieran tocado un pez en la vida. Un pez muerto que tenía la misma expresión ingrávida y ausente que la protagonista del film y diría que casi mayor expresión corporal.
¿Era realmente necesaria la ausencia de emociones para representar el drama de esta mujer y su dedicación a la ciencia? ¿Deben ser los malos tan cetrinos y los buenos tan etereos? ¿por qué no hay una sola mujer que acompañe o contraste la figura de Hipatia? ¿por qué no pasa el tiempo por ella? ¿Cómo conseguían los torvos personajes del fanatismo religioso cristiano movilizar a las masas más pobres? ¿Qué otros conflictos azotaban ese tiempo, aparte del drama del saber de Hipatia?
Hay dinero, efectos especiales, grandes decorados y vestuario en la película de Amenabar pero falta el alma de toda obra creativa que es un mayor conflicto, mayores contradicciones, libertad para el espectador de realizar lecturas diferentes.
Casi nadie estará de acuerdo conmigo. Mis amigos y amigas andan encantados con la película. Por mi parte prefiero cualquier capítulo de la serie de televisión Roma y me confirma que el mejor cine actual se está haciendo en la televisión. No aquí, claro.

Ideología de género


También lo puedes leer en El País

No hay nada que movilice tan profundamente a la derecha social española como los temas referidos al género y a la sexualidad. Si repasamos las grandes manifestaciones de esta naturaleza, que suelen congregar a un millón aproximado de personas, encontraremos siempre en su base la piedra de toque del papel de las mujeres y de la sexualidad en la conformación de la sociedad. Incluso las manifestaciones contrarias a las leyes educativas han tenido siempre, al menos en su versión más popular, el trasfondo de proteger a los niños de contenidos educativos relacionados con el sexo, el matrimonio y los roles sociales igualitarios.
La derecha social y eclesial ha acuñado un término con el que designan los males sociales actuales y que denominan "la peligrosa ideología de género" que está impregnando las leyes actuales. Los think tank del pensamiento ultraconservador elaboran documentos, libros y artículos con un argumento común, tan fácil de comprender como un cuento infantil: la familia tradicional es la fuente de toda felicidad y fuera de ella sólo hay soledad y conflicto social. La piedra fundacional de esta construcción simbólica es la identificación entre ser mujer y ser madre. La maternidad se convierte así en la realización plena de la mujer, en su único y verdadero objetivo vital. Sobre esta materia -que en realidad niega la igualdad y el derecho de que las mujeres elijan su propia vida- se construye una mística ensalzadora que ponía sonrisas en los labios de los manifestantes, felices de haber encontrado en las palabras "vida-mujer-maternidad" una nueva trinidad redentora.
Si para la derecha social el papel de la mujer es un tema central, constitutivo de su ideología, los momentos que escoge para su demostración responden a agendas políticas concertadas. En Andalucía tenemos un ejemplo muy ilustrativo de ello. Cuando se estaba tramitando el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía, con la oposición rotunda del Partido Popular, la asamblea de Obispos del Sur emitió un comunicado terrible contra el nuevo texto al que acusaba de "amenaza contra la vida", "postergar el matrimonio verdadero" y contener una peligrosa "ideología de género que da la espalda a los fundamentos antropológicos de la diferenciación de los sexos y de su complementariedad". Hay que decir que algunas organizaciones de cristianos de base protestaron por la rudeza y la insensibilidad de los obispos en materia de derechos sociales.
Sin embargo, cuando acabó la tramitación del Estatuto y el PP se hubo incorporado, aunque el texto no había cambiado prácticamente, los obispos andaluces modificaron su declaración final, saludaron los nuevos derechos sociales contenidos en el Estatuto -que estaban desde el inicio de la tramitación- y convirtieron su feroz oposición en unas simples recomendaciones para una "lectura atenta" de los cristianos.
La manifestación multitudinaria del pasado sábado responde también a esta agenda política concertada entre ciertas organizaciones sociales, eclesiales y políticas. En este caso han pretendido huir del excesivo protagonismo de la iglesia oficial y del Partido Popular en la manifestación porque convenía que la protesta tuviera un carácter más social y menos institucional. Esto no evita que la Iglesia les haya llenado los autobuses a pie de colegio y el Partido Popular haya animado convenientemente la convocatoria. Han impuesto una cierta moderación en las formas porque convenía a sus fines que no son otros que conseguir el retorno político de la derecha. Sólo hay que ver cómo la dulce placidez del canto a la vida se transformaba en airadas consignas políticas sin apenas transición. Por lo demás, no es contra el aborto por lo que protestan, es contra las mujeres del siglo XXI que eligen su maternidad, sus tiempos y su destino.

martes, 13 de octubre de 2009

Instrucciones para ser un corrupto



Si quieres puedes ver este artículo en El País





Ya habrá podido comprobar la rentabilidad de la corrupción frente a otras ocupaciones que necesitan tiempo, dedicación y esfuerzo a cambio de unas ganancias exiguas que nunca le permitirán gozar de una vida lujosa.
Si se decide por el lucrativo negocio de la corrupción podrá obtener ganancias millonarias y hacer felices a centenares de personas a su alrededor. El caso Gürtel nos muestra la cantidad de posibles beneficiarios, mientras que la operación Malaya nos indica que se pueden atesorar setecientos millones de euros con un modelo local intensivo. Se preguntará por los inconvenientes de este oficio y le asaltará el temor a ser descubierto. No vamos a negar los riesgos evidentes, pero sepa que ni un 10% de los corruptos son procesados y que detrás de cada imputado hay unos diez colaboradores que no lo son. Además, las penas son escasas y la mayoría consiguen poner a salvo su patrimonio tras la condena. No tenga temor a que se pueda aprobar la anunciada Ley anti-corrupción porque ya ha sido olvidada. En cuanto a los delitos de soborno y cohecho -como bien apunta el informe de los Inspectores de Hacienda-, si bien es cierto que estas figuras aparecen en el Código Penal, su aplicación es irrisoria. Si tiene dudas puede consultar la instrucción del caso Camps.
Para ser un buen corrupto debe tener en cuenta, en primer lugar, que no es una actividad individual, ni un negocio de autónomos. No es como otros delitos, una actividad solitaria. Necesitará una red corporativa extensa. De forma inmediata deberá contar con uno a varios despachos de abogados que le ayuden a tejer una intrincada red de sociedades cuyo seguimiento sea más complejo que el laberinto de Creta. Sin la colaboración de estos profesionales su actividad no podrá prosperar. Hágase, también, con la colaboración de algún banco que le indicará la forma más eficaz de realizar sus transacciones comerciales y le proporcionará la ruta más segura a los paraísos fiscales y las cuentas opacas.
Deberá disponer de una amplia red familiar. No hay corruptos exitosos sin una enorme familia y allegados que se presten a servir de testaferros, accionistas o cualquier colaboración nominal a cambio de una remuneración generosa.
Llegados a este punto, necesita la colaboración de las instituciones públicas. Elija un partido político y consiga llegar a las más altas instancias. Si actúa a escala local y ninguno es de su agrado, no dude en crear un grupo independiente que tome como bandera el nombre de la ciudad. Asegúrese la amistad y la colaboración de los que deciden los contratos públicos. Si tiene suerte puede hacerse imprescindible en la organización de todos los eventos públicos y privados. Intervenga en su estructura, promocione a los amigos y cuide a sus familiares. Pague sus gastos pero no realice donaciones ya que están controladas por el Tribunal de Cuentas. Sea generoso, incluso por encima de lo esperado. A partir de ahí podrá conseguir contratos sustanciosos pero sea cooperativo: facilite los pagos fraccionados, las obras por lotes que no excedan la legislación de contratos. Asuma que, en caso de hacerse notoria la corrupción, serán los primeros en acusarle de conspiración, aunque la mayor parte de la trama esté en su propia organización.
Cultive su mal gusto, el lenguaje soez y el sentimentalismo. No es una buena profesión la de corrupto para gentes cultivadas o con ideas igualitarias. También hay serias dudas sobre el éxito de las mujeres en este oficio. Sin embargo, hay excepciones. En todo caso, no olvide el lado humano; diga a sus colaboradores que "los quiere un huevo". Sacralice la amistad y la familia, los lazos de sangre y la complicidad tabernaria. Pero, sobre todo no olvide nunca que la corrupción no es un juego solitario.

miércoles, 7 de octubre de 2009

¿Por dónde andas?



Aparte del viaje físico - ¡cuánto echo de menos ese breve espacio en el que he dispuesto de todo el tiempo libremente!- la vida para mi carece de sentido sin aprender algo nuevo, sin intentar comprender lo que ocurre alrededor. Me preguntan mis amigos qué hago, a qué me dedico ahora que no consume mis horas la fiebre de la política directa.

Me enfrento a la realidad como quien se ha perdido algún capítulo en el que de dieron pistas importantes sobre lo que iba a suceder en el futuro. Me faltan claves de cómo ha cambiado la sociedad en estos últimos diez años. No quiero que se me interprete mal. No es la crítica habitual sobre lo lejos que está la vida política de los ciudadanos, que también. Pero a mi no me ha faltado en estos años el contacto continuo con la sociedad. Bien al contrario mi agenda estaba repleta de reuniones con colectivos sociales, con personas que necesitaban ser atendidas, con entidades que manifestaban distintas preocupaciones. A pesar de ello, ahora veo que la evolución general de la sociedad se me ha escapado en cierta manera.

Cuando he vuelto a la enseñanza todos me preguntaban si había notado un gran cambio en los jóvenes. Y es verdad que tienen un punto mayor de desidia o desgana, pero el cambio fundamental que he apreciado no ha sido en los jóvenes sino en los mayores. He vuelto a una sociedad más insolidaria, más descarada en la demostración de sus intereses materiales, más perdida e insegura. Por tanto -reflexiono- , de poco han servido tantos años de acción política, siempre entendiendo -claro está- que la finalidad de esta lucha no es, o no debe ser, la disputa por el poder sino el cambio social.

Por eso estoy más preocupada ahora por el cambio social que por las disputas partidarias. Necesito saber la substancia de los cambios sociales, cómo se han producido, hacia donde apuntan.

Hace algunas semanas Claudio Magris apuntaba algunas claves de esta sociedad postmoderna. Explicaba, por ejemplo, el ascenso de Berlusconi en términos de cambio social, en una especie de construcción nueva de LA VERDAD, elevando a rango político el reconocimiento del egoísmo, el machismo y la discriminación a cultura popular transgresora contra lo políticamente corrrecto. Parece decirnos "Si, es verdad, me hago rico a toda costa; compro mujeres como simples objetos; me salto las leyes como a todo el mundo le gustaría hacer". O sea, la transgresión reaccionaria convertida en heroicidad popular. Un género que triunfa, por ahora, en los programas de mayor audiencia de las televisiones pero que saltará a la escena política si no sabemos combatirlo y analizarlo.

En esta misma línea Manuel Cruz ha publicado un interesante artículo titulado "Lo que trajo el ocaso de las ideologías" que os enlazo y mi amigo Francisco Garrido ha publicado en Paralelo36 un genial artículo titulado "El sujeto y lo siniestro" que también enlazo y en los que se abordan los cambios sociales que se están operando bajo la apariencia de la normalidad cotidiana.

Pues en esas estoy. Buscando algunas pistas para entender lo que ocurre porque sin entender a fondo esta sociedad, sus motivaciones, su potencial oculto, cualquier intento de levantar algo nuevo nos conducirá, irremisiblemente, a la melancolía, un territorio que no quiero visitar.

Malditos bastardos y la no violencia




Sé que Tarantino con sus últimas producciones, especialmente con Death Proof ha cosechado más detractores que defensores. Sé que es infantil, maniático, adorador hasta la extenuación de la violencia gratuita, que gran parte de su corte de admiradores está compuesta por un público que acude al cine a ver un desparrame de violencia sin límites. Sé que estos le reprochan a su última película que no se centre en los bastardos, en sus bates de béisbol, en sus hazañas sangrientas.
Soy, sin embargo, de las que quedaron fascinadas por Pulp Fiction (por primera vez en mucho tiempo unas historias en las que los personajes no aparecían enmarcados en la narración, sino que sugerían tener una vida pasada, una consistencia real). Me pareció reveladora Jackie Brown, retrato en gris de una mujer cuando se han desvanecido todos los sueños. Revisité entonces Reservoir dogs y el anonimato del crimen, la delgada frontera entre la traición y la amistad. A partir de ahí, casi ninguna de sus producciones me ha interesado, aunque estéticamente Kill Bill tenga sus minutos de gloria.
Fui a ver Malditos Bastardos sin ninguna esperanza. Solo por completar el rito de ver sus producciones. Por eso quedé gratamente sorprendida desde la escena inicial, ese duelo interpretativo entre el oficial alemán y el campesino francés en la que la maldad se disfraza de buena educación y la desesperación de silencio.
Tarantino ha creado un nuevo tipo de malvado, minucioso que desgrana sus villanías como quien toca lentamente un instrumento musical a cargo de un desconocido actor austriaco llamado Chistoph Waltz que cada vez que aparece en escena nos alerta de que algo va a suceder, con la complacencia burlona de Brad Pitt y sus guiños a varios personajes del cine negro. Además nos ha transmitido la venganza tranquila y decidida de la joven judía Shosanna –de increíble consistencia- que arde en la pira del cine y el amor. Nos ha dejado por medio imágenes gloriosas que saben al mejor cine y una fina ironía contra los héroes y las guerras.

lunes, 5 de octubre de 2009

Esperando a Godot



Hoy publico este artículo en El País

Cuando no hay caminos todo se convierte en espera. Cuando no hay proyectos de futuro los seres humanos sólo anhelamos que los tiempos amainen, que la tormenta pase, que algún fenómeno inesperado nos devuelva a la rutina conocida.
"No puedo seguir así", dice un personaje de la obra de Samuel Beckett para mostrar la desolación del personaje. "A menos que venga Godot", le responde su compañero. "Entonces nos habremos salvado", concluye.
La situación de Andalucía en medio de la crisis económica es similar a los personajes de esta tragicomedia del absurdo. En esta encrucijada de los tiempos presentes -urdida por las manos que más vociferan en demanda de soluciones urgentes- todavía no hemos sido capaces de levantar la mirada y dirigirla al futuro. En la mayor parte de los discursos políticos hay más añoranza del pasado que proyectos para el futuro. Pero ¿de verdad los tiempos recientes del crecimiento económico son el lugar ideal para regresar?
En los últimos 15 años un 40% de los jóvenes andaluces ha abandonado el sistema educativo. Inmediatamente el discurso simplista, reductor, habla de fracaso escolar en las aulas, cuando la fuga juvenil no provenía sólo del aburrimiento escolar, sino de la tentación de un sistema económico que demandaba miles de trabajadores no cualificados para quemarlos en la pira de un desarrollismo sin esperanzas. Los que ahora nos hablan de la "cultura del esfuerzo" levantaron un modelo social que medía el éxito por la capacidad de consumo y -especialmente entre las clases más vulnerables-, desdeñaba el conocimiento, la preparación, la ciencia y la cultura. Hasta tal punto el acceso rápido al consumo hizo furor en nuestros jóvenes que, incluso aquellos que continuaban sus estudios, tenían una cierta sensación de fracaso ante el éxito aparente de sus compañeros. Y hablo en masculino porque este fenómeno ha azotado preferentemente a los chicos de las clases más modestas. Hoy en día muchos de ellos vuelven la mirada a los centros educativos, demandan continuar los estudios de bachiller o en la formación profesional de grado medio. Han hecho una revisión del modelo que muchos políticos todavía no han comprendido. Otros jóvenes, sin embargo, matan el tiempo con la desesperanza de su último juguete roto. El desarrollismo sin límites de esos años dorados ha dejado como herencia una generación perdida de talentos y promesas. ¿De verdad queremos volver a esos tiempos?
En los últimos 15 años el cemento y el hormigón han ocupado el 60% del litoral de Andalucía. En lugares como la Costa del Sol, las urbanizaciones han llegado a alcanzar el 80% del espacio disponible. De haberse llevado a término los proyectos programados, en diez años no existiría prácticamente un palmo de costa sin construir, a excepción de los espacios protegidos. El furor de la construcción no impidió que el precio de la vivienda en Andalucía aumentara un 80% en los ocho años de desarrollismo feroz. Sin embargo trajo de su mano la corrupción, la compraventa de corporaciones locales y la aniquilación de la conciencia ciudadana a través de hacernos cómplices de un infantil juego de casino según el cual nuestra única propiedad se revalorizaba diariamente en una timba imaginaria. ¿De verdad queremos volver a esa destrucción a toda costa?
Las construcciones económicas aparentemente exitosas tienen terribles efectos sociales y, en nuestro caso, han destruido valores, formas de vida y de convivencia. Va a ser difícil afrontar los nuevos tiempos sin analizar críticamente la economía, la política y la sociedad de los años recientes y sin una decisión clara de cambio. Por el contrario, si nuestra aspiración es volver al pasado, sólo queda esperar a Godot, el falso salvador o instalarnos en la nada absoluta.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Mil millones de historias

Hoy publico en El País este artículo de opinión:

Dicen que personalizar es la clave de toda narración, que a nadie conmovería el hundimiento del Titanic y sus mil quinientos muertos, sin la historia de amor entre Rose y Jack, sin contemplar sus rostros ateridos entre las brumas. Se estudia, en los manuales de comunicación, que el mundo entero se conmovió con la muerte ante las cámaras de la niña Omaira Sánchez y que sin ella no hubiera trascendido la tragedia que sufrió el pueblo de Colombia. En definitiva, que no nos interesa la historia sino las historias.
Hasta la muerte y la tragedia necesitan un guión, unos protagonistas, unas cámaras que lo retransmitan. Nuestra conciencia se ha vuelto tan reseca, tan árida y ajena que necesitamos imágenes de impacto para que algo se mueva en nuestro interior.
Debe ser por eso que el mundo no se ha estremecido ante el anuncio de la ONU de que este año habrá mil millones de hambrientos en el planeta, una cifra record en la historia de la humanidad que muestra con dureza cómo la globalización ha conseguido socializar la miseria por todo el globo terráqueo.
De nada sirven los argumentos racionales con que la ONU acompaña su informe: las estadísticas terribles; el recuento de mentiras y de incumplimientos de las grandes cumbres internacionales; la constatación de que tan solo con el 0,01 por ciento de lo que los países desarrollados han aportado para rescatar la banca se hubiera solventado esta crisis alimentaria. Nada de lo que ocurra por debajo del paralelo 36 llega al corazón de piedra de los países desarrollados.
Aunque emocionalmente nos encontremos más cerca del hambriento que de Lehman Brothers, se ha forjado un hilo invisible de complicidad según el cual nuestro destino está más ligado a la suerte de los fraudulentos banqueros que a los hambrientos del planeta.
La cumbre del G-20 ha tomado nota de nuestra indiferencia y, simplemente, ha pasado página de una agenda que creían podría convertirse en un clamor mundial: un mundo más justo, más control sobre los movimientos de capital, más poder público. Ahora saben, con precisión, que nuestra avaricia microeconómica está hecha de la misma materia que su rapiña estratosférica. Las voces críticas han sido convenientemente silenciadas. Por eso no habrá ningún ajuste esencial en el modelo económico mundial, sino puros cambios burocráticos para llevar una contabilidad algo menos “creativa” de los riesgos.
Mil millones de hambrientos y nadie quiere escuchar las razones de esta terrible noticia porque apuntan directamente a nuestro estilo de vida: a la rapiña del mercado alimentario, a los ajustes del mercado de materias primas, al cambio climático que está golpeando en primer lugar a aquellos que apenas conocen lo que es el consumo energético, como si un Dios ciego, masculino y blanco que vive en el hemisferio norte, hiciera llover tormentas y desastres sobre el sur del planeta. Ironías del siglo veintiuno.
A la ONU le han faltado, no datos ni razones, sino guionistas, cámaras, directores de cine, novelistas, medios de comunicación que abran una pequeña ventana a la realidad. Le ha faltado, sobre todo, una ciudadanía capaz de acusar con el dedo a sus gobiernos por cada muerte que se evitaría con un tazón de leche y de arroz . Vendrán imágenes de hambrunas y serán terribles. Apagaremos entonces el televisor (¡Oh, sí! ¡somos tan sensibles ante las imágenes de niños escuálidos!). Incluso en esos momentos nos resultará difícil desprendernos de un puñado de euros para socorrer la tragedia. Nos diremos que ya es inevitable. ¿Acaso encogerse de hombros es un crimen? –nos preguntaremos. Y ya sabemos la respuesta, pero desafortunadamente no hay cárcel, no hay castigo, no hay infierno para los corazones solitarios

martes, 22 de septiembre de 2009

Y fueron felices



Artículo publicado en El País Andalucía





La vida real empieza donde acaban las películas. Siempre nos hemos preguntado qué pasará cuando los felices enamorados cierren la puerta y se enfrenten a la vida cotidiana. Incluso en los finales heroicos, como en la película Casablanca, nos preguntamos si Ilsa será realmente feliz al lado del insípido Víctor o si Rick morirá en la resistencia con el recuerdo de Paris en sus ojos.
Hay debates en nuestro país que se han cerrado tan bien, con un final tan feliz que nos gustaría saber qué ocurrió tras cerrar la puerta y volver a la vida cotidiana. Es el caso de los derechos de las personas homosexuales así como el reconocimiento de la diversidad familiar existente en nuestro país. Tras los abrazos y besos de la aprobación de la ley, tras la alegría de las primeras bodas, la realidad todavía presenta zonas grises.
Después de acudir al Tribunal Constitucional parecía que el PP se había conformado con la existencia de esta ley. Pero al parecer su silencio estaba condicionado a que no se explicitara socialmente el cambio aprobado en la legislación. Ha bastado una cancioncilla infantil para que surgiera del fondo de su alma una petición rotunda de que la homosexualidad vuelva al armario de donde nunca debió salir. Se trata, en este caso, de una página web de la Consejería de Igualdad de la Junta de Andalucía que intenta promover valores de solidaridad, igualdad y tolerancia entre la infancia. En uno de sus contenidos una niña explica a su amiga que todas las familias te querrán igual, tengas un papá y una mamá, solo uno de ellos, o dos papás o dos mamás.
Esta diversidad ha puesto el vello de punta en los sectores conservadores porque, en su opinión, sigue resultando ofensivo y pecaminoso el que algunos niños tengan dos progenitores del mismo sexo que, para más inri, les quieran igual que las familias de toda la vida. Pueden conformarse con la existencia de parejas homosexuales, pero jamás transigirán con que se muestre esa realidad, lo cual confirma que, en cuestiones relacionadas con el sexo y las relaciones afectivas, la derecha sigue instalada en el pensamiento político de la hipocresía.
En Lituania se acaba de aprobar una ley, condenada por el Parlamento Europeo, que considera un delito la expresión de la homosexualidad, pero especialmente explicar en las escuelas esta realidad. Aquí y en Lituania, los celosos defensores de la familia tradicional, consideran un peligro el que las escuelas acepten formas familiares diversas y que se extienda la cultura del respeto a todas las formas de convivencia basadas en el amor, por encima del sexo o de los estereotipos tradicionales. La oposición a la educación para la ciudadanía ha sido, no nos engañemos, la expresión más certera de la obsesión de los sectores de la derecha con los temas relacionados con la libertad sexual.
No estamos hablando de temas secundarios ni de anécdotas que salpican la vida cotidiana. La modificación legal por la que se aprobó el matrimonio homosexual fue una medida civilizatoria que transformó nuestra democracia en un espejo internacional en el que mirarse. No solo las leyes, sino la sociedad, avanzaron en escasos años a un nivel de conciencia, de igualdad, y de convivencia que nos hizo sentirnos orgullosos como pueblo y como ciudadanos. Por fin una discriminación y opresión milenarias desaparecía de nuestras vidas sin dolor y sin que los sectores de la enlutada falda larga y la camisa azul consiguieran asustar a la sociedad sobre sus consecuencias. Sin embargo ha bastado la mención a “dos papás” o a “dos mamás” para que vuelvan a querer encerrar en el armario la igualdad de derechos.
Dicen que las personas y los pueblos felices no tienen historia. Ojalá sea cierto y los niños jamás tengan que justificar sus familias ni sus vidas.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Apocalipsis, la segunda guerra mundial

Hay documentales y series que te reconcilian con la televisión. Para mi algunas de estas son Los Soprano, Mad Men, Daños y Perjuicios y ahora esta maravillosa serie sobre la Segunda Guerra Mundial titulada "El apocalipsis" Si tenéis oportunidad no os la perdáis. Se trata de seis capítulos de una hora de duración cada uno de ellos. Las imágenes se han coloreado para darle mayor realismo y cercanía, pero con una precisión y delicadeza que hasta se respeta el color de la hierba en cada estación. Los textos y las imágenes se acompasan con uná precisión increíble. Lo dicho, ¡viva la televisión bien hecha!

viernes, 18 de septiembre de 2009

Capital de dolor


Los bufetes de abogados de EEUU seleccionan a sus clientes por la “calidad de las victimas”. En un sistema que se basa en la competitividad, en el número de pleitos ganados y en los resultados, los bufetes, antes de aceptar un pleito evalúan no solo los beneficios que pueden obtener, sino el efecto que la víctima ofrecerá ante el jurado popular o el tribunal.
Su modelo de víctima ideal es aquella de origen modesto, que se expresa con sencillez, que transmite autenticidad y que no presenta flancos fáciles de atacar. En otras palabras, se trata de elegir un personaje que concite la simpatía popular de forma casi automática y que desempeñe a la perfección su papel.
La sociedad, en general, tiene un comportamiento parecido. Ante los miles de tragedias que se desarrollan ante nuestros ojos solemos fijar nuestra atención en aquella en el que la víctima resulte más atractiva y cinematográfica. Esto nos explica por qué conocemos la historia y los protagonistas de algunos crímenes y desapariciones mientras que mantenemos en el olvido otros casos parecidos e incluso con mayor carga dramática.El padre de Mari Luz captó nuestra atención de forma inmediata. La muerte de su hija fue realmente terrible; las peripecias del asesino muy reseñables; los errores policiales y judiciales del caso realmente estremecedores, pero lo que más nos conmovió fue su dolor hondo y su forma de expresarlo con entereza y decisión.
Los medios de comunicación, expertos en exprimir las cualidades informativas hasta la última gota, fijaron su atención en él –como ahora en el padre de Marta del Castillo- y lo convirtieron no en una víctima, sino en un héroe. La víctima pasó a ser legislador, a abanderar una batalla por el establecimiento de la cadena perpetua, y a realizar una peregrinación por instituciones con tanto éxito que consiguió ser recibido por el Presidente del Gobierno.
Durante todo este tiempo el padre de Mari Luz ha contado con la solidaridad, el calor y con la comprensión de casi toda la ciudadanía. En muchas ocasiones, ni los medios de comunicación, ni él mismo, han sabido deslindar la simpatía y la solidaridad del respaldo a sus posiciones. Así ha contado como apoyo a la cadena perpetua, el cariño y el respeto que se le ofrecía como víctima de un crimen horrendo, un camino similar al que transita ahora el padre de Marta del Castillo.
La condición de víctima no es un título habilitante para el ejercicio de la justicia. Es más bien todo lo contrario. Las víctimas, de cualquier delito, ya sea un robo, un asesinato, un golpe, una violación, son los menos adecuados para hacer las leyes y para aplicarlas. Esta evidencia tan simple, y tan fundadora del estado de derecho, resulta hoy una verdad incómoda e impopular.
Precisamente por esta confusión, el padre de Mari Luz ha decidido dar el salto a la política. Personalmente tiene todo su derecho a hacerlo y merece todo nuestro respeto. No es así en el caso de los que se proponen utilizar su figura y su nombre para su éxito electoral y que, lejos de renovar la política, usan las armas más viejas de la utilización de la fama y de los medios de comunicación. Piensan que la popularidad como víctima se transmutará en votos para su partido, sin darse cuenta de que ese capital está hecho de dolor compartido y de solidaridad, tan quebradizo como un hilo de oro.


Publicado hoy en El Correo de Andalucía

lunes, 14 de septiembre de 2009

Impuestos y ciudadanía

Las dictaduras rara vez tienen impuestos. No hay declaración de la renta, no hay módulos variables. La mayor parte de América Latina no tiene sistema impositivo. Tras décadas de dictaduras militares el estado ha sido expoliado, sus beneficios puestos a disposición de los más poderosos, sus acciones encaminadas a favorecer a unas élites millonarias y corruptas que se negaban a pagar el más mínimo dólar, peso, bolivar o sol para mantener los servicios públicos.
Durante el franquismo no había que presentar la declaración de la renta, no había IRPF ni un sistema fiscal transparente y equilibrado. Los impuestos pertenecen a la cultura de la democracia, de la ciudadanía, de la libertad…pero no tienen quien los defienda.
“Tengo derechos porque pago mis impuestos”, era una frase que se utilizaba en el cine, en la literatura, para señalar una raya entre los estados con ciudadanía y aquellos que solo tenían súbditos.
Sin embargo durante la última década se ha extendido la idea de la rebaja de impuestos. En vez de continuar con la tradición democrática de que cada beneficio particular debería revertir -en algún grado- en el beneficio social, se ha llegado a teorizar que el beneficio privado es, eso, individual y particular. La ola anti-impositiva llegó del corazón del imperio, de la mano de las llamadas políticas neocom, pero tuvo también en Europa sus seguidores entre las filas socialdemócratas. En los estertores del pensamiento neoliberal estas ideas contagiaron al Presidente Zapatero quien llegó a afirmar que “bajar los impuestos, es de izquierdas”, reclamando para si el patrimonio ideológico de la derecha internacional más rancia.
Ahora esa frase pesa como una losa en su discurso político. Con los impuestos pasa como con las cuestas: bajarlas es fácil, lo complicado es subirlas. El edificio del sistema impositivo es primo hermano de la democracia avanzada y se basa en la entrega de una parte de los beneficios para el interés común, en desprenderse del interés particular, en que los que no tenemos hijos paguemos escuelas y los que no viajan paguen el ferrocarril. No es un altruismo idealista sino un acuerdo por el que todos entendemos que sin el resto de la sociedad nuestras ganancias, simplemente, no existirían.
Aquellos que han hecho de la Constitución un arma arrojadiza en el terreno político, deberían leer su artículo 128 que literalmente dice: “toda la riqueza del país en sus distintas formas, sea cual fuese su titularidad, está subordinada al interés general.”
Pagar impuestos no es solo la condición necesaria para tener servicios públicos, para el mantenimiento de las escuelas, los hospitales, los metros o las carreteras, es también, una condición esencial del propio sistema democrático y de nuestros derechos como ciudadanos. Que paguemos los impuestos con justicia, con progresividad, sin excepciones es, también, el mandato legal que los gobiernos han incumplido con construcciones financieras que deberían ser desarticuladas, para que el sistema tenga credibilidad y los ciudadanos no tengamos la penosa impresión de que solo pagamos las rentas del trabajo.

Publicado en el Correo de Andalucía