martes, 2 de septiembre de 2008

Imágenes de Praga











4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran contraste, Concha: la belleza de la ciudad y la primavera del 68.
Se agradece tu regreso a la blogsfera. Feliz rentrèe.
Rigoletto

Concha Caballero dijo...

Querido Rigoletto, ahora mismo te había dejado un saludo en el post anterior. Me alegro de reencontrarte y sigue publicando tus deliciosos relatos.

Anónimo dijo...

Soy de ego hinchable (aunque después me lo me lo desinflo yo solo) y me encanta que te gusten mis relatos. Algunos de ellos (pocos) son bastante buenos, para no andar con modestias mal asumidas.
Te estoy buscando al Boni, que ahora no lo veo, pero te lo encontraré y propiciaré el contacto.
Un berso,
Rigo-alberto

Anónimo dijo...

Un flamante Tomás Cuesta, en ABC, tras calificar de asesino al Che Guevara (incluso el título de la colaboración se refería a ello), decía que murió, claro, en el 68. Maravillosa ignorancia: en el 67, compa, en el 67. De la mano de Barrientos, de mister Johnson y del rifle americano para el soldadito de Bolivia. A Tomás Cuesta, Guillén le parecía un autor de ripios. Allá él y, sobre todo, su circunstancia. Debe de preferir los arcangélicos versos de José María Pemán y su Poema de la Bestia y el Angel: eso sí que es poesía, y no la miseria caribeña de propaganda. Al 68 no llegaron los ojos temerarios del Che, pero nuestra memoria alcanza a un hombre y a una fecha. Porque el 68 sí se acordó del Che y, más allá de los discursos, buscó eso que cuesta decir sin retórica: el ejemplo. Hoy, pensamos en todas esas cosas que queríamos ser y todo lo que creíamos posible, porque era necesario.
Pero ni una lágrima por ese pasado hostil, que nada tiene de inútil. Ese 68 que Sarkozy convirtió en objetivo de su campaña electoral presentándose, simplemente, como lo opuesto a su espíritu, a su hatajo de propuestas, de intuiciones, de impulso de vida distinta.
´No se trata de mirar esas fotos con la sensación de pérdida que tiene siempre la belleza y las ilusiones aplastadas por cualquier tanque. Ni se trata de volver a septiembre preguntándote si mantendrás la pasión nada ingenua de la política. Es cierto que te gustan, como a mí, los inicios: la primavera de Eliot ¿recuerdas? El mes más cruel porque rompe la tierra con lo que ha incubado en sus entrañas. Pues la estación intermedia del otoño te aguarda, habiendo mantenido bajo el calor metálico y la indolencia corporal de agosto, ciertas verdades elementales que nos han mantenido en pie demasiado tiempo, mientras las estaciones giraban sobre sí mismas y el mundo nos rechazaba como prácticas de riesgo andantes...

Un beso
Ferran