En realidad la idea de este artículo me la dió mi amigo Rigo-Alberto. No pude explicarlo en la publicación de El País, pero lo hago aquí y, de paso, os recomiendo una visita a su blog.
Si viniera desde lejos a visitar nuestro país pensaría que había llegado en pleno revival del franquismo sociológico. Claro que si visitara Italia me parecería haber entrevisto la sonrisa de Mussolini tras el gobierno de Berlusconi o estar asistiendo a un remake del apartheid surafricano en sus últimas leyes de inmigración.
Aterrizas en nuestro país y te tropiezas con una cabalgata de reyes en la que se exhiben consignas antiabortistas -por Dios, ni siquiera las cofradías sevillanas se prestaron a semejante maniobra y eso que se trataba de celebraciones religiosas-. Enciendes la radio y escuchas al Obispo de Granada decir que quien aborta "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer" y te parece estar en el planeta de los simios.
El año se estrena con la muerte de una mujer en El Cuervo, que se suma a las 55 mujeres víctimas del pasado año. Estremece comprobar que sólo un tercio de ellas habían presentado denuncia, pero en algunos medios la noticia es que "la mayoría de las denuncias son falsas" y que hay un abuso legal contra los hombres. Imaginen por un momento una actuación similar respecto al terrorismo etarra. He vuelto a ver el término feminista utilizado como insulto y he vuelto a escuchar, como en los años setenta, que el "feminismo es rencoroso" y que las mujeres que ejercen sus derechos se convierten en arpías que provocan la perdición de los hombres como en los tangos del maestro Discépolo.
Compruebas, estupefacta, como el fracaso en la búsqueda del cuerpo de Lorca ha vuelto a desatar las iras de los que se oponen a la Memoria Histórica. No sé si a Federico le gustaría o no ser desenterrado, lo que estoy segura es que no le gustaría estar en esas manos, ni servir de pretexto para aquellos que se oponen a una tardía y pequeña reparación de los que fueron fusilados y olvidados. Leo con sorpresa cómo acusan de "querer reabrir viejas heridas" a los que solo quieren enterrar dignamente el pasado y a sus desaparecidos.
Estoy más segura que nunca de encontrarme en pleno festival revival cuando leo algunos artículos que abogan por revisar el franquismo, que no era tan malo y también tenía cosas positivas, como Hitler y sus autopistas de la muerte.
Me intereso por el cambio climático, pero veo que en nuestro país, está puesto en cuestión. Dicen que hay disensiones en la comunidad científica -aunque no conozco un solo científico de renombre que niegue la existencia del cambio climático- , y que hay todo un negocio de progres, encabezado por el maligno Al Gore, que se están haciendo ricos a costa de denunciar los riesgos del planeta. Vaya. Y yo que pensaba que el negocio estaba en la explotación de los recursos naturales y no en los movimientos ecologistas.
Nunca pensé que alguien echara de menos la escuela de los años sesenta, pero hay series que la enaltecen, segregación incluida. Por el contrario, si que ha cambiado el valor del desnudo. Antes desnudarse era una forma de protesta o de libertad, ahora amenaza con ser una obligación legal y en los aeropuertos te obligan a emprender el viaje como Dios te trajo al mundo, ligero de equipaje como diría Machado.
Vuelvo mi mirada a la política y me asusta comprobar que ha vuelto la Inquisición. O por lo menos eso dicen algunos. La corrupción es preocupante pero cuando procesan a alguien de la derecha estamos ante un caso de persecución mientras que cuando pertenecen a otras siglas se trata de simples ladrones. Este dato me desconcierta porque creía que la Inquisición perseguía a herejes y críticos, no a sensatos señores de la derecha.
Finalmente veo a algunos políticos repartiendo la sopa en los comedores de caridad y ya no tengo duda alguna: ha sido todo un festival de rememoración del pasado, una especie de "cuéntame" colectivo. Pero no veo que nadie se ría de la broma. Ya han pasado las fiestas y nadie se ha quitado el disfraz. Empiezo a sentir cierto miedo.
Aterrizas en nuestro país y te tropiezas con una cabalgata de reyes en la que se exhiben consignas antiabortistas -por Dios, ni siquiera las cofradías sevillanas se prestaron a semejante maniobra y eso que se trataba de celebraciones religiosas-. Enciendes la radio y escuchas al Obispo de Granada decir que quien aborta "da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer" y te parece estar en el planeta de los simios.
El año se estrena con la muerte de una mujer en El Cuervo, que se suma a las 55 mujeres víctimas del pasado año. Estremece comprobar que sólo un tercio de ellas habían presentado denuncia, pero en algunos medios la noticia es que "la mayoría de las denuncias son falsas" y que hay un abuso legal contra los hombres. Imaginen por un momento una actuación similar respecto al terrorismo etarra. He vuelto a ver el término feminista utilizado como insulto y he vuelto a escuchar, como en los años setenta, que el "feminismo es rencoroso" y que las mujeres que ejercen sus derechos se convierten en arpías que provocan la perdición de los hombres como en los tangos del maestro Discépolo.
Compruebas, estupefacta, como el fracaso en la búsqueda del cuerpo de Lorca ha vuelto a desatar las iras de los que se oponen a la Memoria Histórica. No sé si a Federico le gustaría o no ser desenterrado, lo que estoy segura es que no le gustaría estar en esas manos, ni servir de pretexto para aquellos que se oponen a una tardía y pequeña reparación de los que fueron fusilados y olvidados. Leo con sorpresa cómo acusan de "querer reabrir viejas heridas" a los que solo quieren enterrar dignamente el pasado y a sus desaparecidos.
Estoy más segura que nunca de encontrarme en pleno festival revival cuando leo algunos artículos que abogan por revisar el franquismo, que no era tan malo y también tenía cosas positivas, como Hitler y sus autopistas de la muerte.
Me intereso por el cambio climático, pero veo que en nuestro país, está puesto en cuestión. Dicen que hay disensiones en la comunidad científica -aunque no conozco un solo científico de renombre que niegue la existencia del cambio climático- , y que hay todo un negocio de progres, encabezado por el maligno Al Gore, que se están haciendo ricos a costa de denunciar los riesgos del planeta. Vaya. Y yo que pensaba que el negocio estaba en la explotación de los recursos naturales y no en los movimientos ecologistas.
Nunca pensé que alguien echara de menos la escuela de los años sesenta, pero hay series que la enaltecen, segregación incluida. Por el contrario, si que ha cambiado el valor del desnudo. Antes desnudarse era una forma de protesta o de libertad, ahora amenaza con ser una obligación legal y en los aeropuertos te obligan a emprender el viaje como Dios te trajo al mundo, ligero de equipaje como diría Machado.
Vuelvo mi mirada a la política y me asusta comprobar que ha vuelto la Inquisición. O por lo menos eso dicen algunos. La corrupción es preocupante pero cuando procesan a alguien de la derecha estamos ante un caso de persecución mientras que cuando pertenecen a otras siglas se trata de simples ladrones. Este dato me desconcierta porque creía que la Inquisición perseguía a herejes y críticos, no a sensatos señores de la derecha.
Finalmente veo a algunos políticos repartiendo la sopa en los comedores de caridad y ya no tengo duda alguna: ha sido todo un festival de rememoración del pasado, una especie de "cuéntame" colectivo. Pero no veo que nadie se ría de la broma. Ya han pasado las fiestas y nadie se ha quitado el disfraz. Empiezo a sentir cierto miedo.
1 comentario:
Vaya, paso por tu blog casi todos los días y me extrañó que no enlazaras tu magnífico artículo (es obvio que lo comparto al 100% y que lo leímos a medias Fuen y yo). Y resulta que lleva dos días. La pera limonera.
Sí Concha, esto es una mascarada. Se justifica todo lo que hace la derecha mientras que la izquierda somos "mamandurris" resentidos (así me llama el insultador de uno de los blogs más reaccionarios de la plataforma de Ideal), unos progres repipis, unos indeseables.
Llevo una temporada diciendo que mi blog es cada día más"rojo, más ateo, más sinvergüenza". Es la secuencia de adjetivos, inseparables, que se usaba en mis tiempos, casi la misma que se usaría ahora, en esta etapa "cuéntame", que convierte la nostalgia en ultraderechismo.
Eso sí, seguimos mandándonos besos y deditos levantados de "Me gusta" en el Facebook, que con eso es suficiente.
RigoAlberto
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