jueves, 18 de septiembre de 2008

Atónitos


Llueven las noticias sobre la crisis económica. La aguja de marear de los mercados financieros está enloquecida. Los neoliberales más radicales contra el gasto público se aprestan a pedir a gritos dinero para que no se desestabilice el mercado financiero. Los economistas más
lúcidos y honestos, como mi amigo Juan Torres, escriben una especie de diario concienzudo sobre la farsa de este modelo económico. Lo último ha sido inyectar en un solo día 70.000 millones de euros -para tener una referencia, la mitad de todo el presupuesto anual de Andalucía- para garantizar los mercados financieros. Son los mismos que piden reducir el gasto público y los derechos sociales.
Los poderes económicos reformulan las reglas a la medida de sus intereses, pero ¿dónde está la intervención política? El discurso político necesita del análisis y del conocimiento para su creación, pero no puede quedarse ahí sino convertirse en acción, en intervención, en suma de esfuerzos para cambiar la situación. Sería impensable que los grandes bancos y las grandes empresas se dedicaran solo a analizar la situación económica. No. La analizan para intervenir decisivamente en ella a favor de sus intereses.
¿Por qué asistimos atónitos a esta situación? ¿Por qué la política se empeña en hablar de si misma, en vez de levantar un potente movimiento contra este sistema? Estoy cada vez más convencida de que es necesario recuperar la pedagogía de la realidad. Separar las voces de los ecos, los actores principales (que son los grandes poderes económicos) de sus cómplices (el poder político).Es necesario que la izquierda, que se llama alternativa, señale a los bancos, a las empresas transnacionales, a los gigantes energéticos como los causantes de esta situación y empiece a diseñar acciones políticas directas, de resistencia absolutamente pacífica, que hemos descartado antes de mostrar su efectividad, tales como los boicots a productos, la denuncia de prácticas empresariales y aquellas que, en definitiva, nos devuelvan a la realidad y nos saquen del estéril debate sobre los espacios políticos, el esencialismo virtual y este impasse de “dolorida conciencia”.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico. Estamos ciegos, mudos y sordos en medio de la gran nada. Y lo curioso es que vengan por donde vengan , las bofetadas siempre nos calzan en la cara a nosotros.
Y estos liberales neocon se vuelven intervencionistas cuando se trata de intervenir a favor de sus carteras.
Y lo peor, si no se interviene, vamos todos de cráneo.
Un mundo feliz.
Rigoletto

Bomarzo dijo...

Parto de la base de que no me gusta la economía, aunque me ponga tanto la política. Pero, al hilo de esta crisis, me da que son los mercados y los bancos los que está sufriendo y que ese dolor lo repercuten sólo hacias las economías más modestas mientras cuestionan las políticas sociales a las que culpan de todos los males. Me da que es una crisis de confianza más que efectiva.

Anónimo dijo...

Bo, que la confianza te va a costar la tela a ti. Yo creo que es simplemente una muestra más de la laey del embudo. Y siempre le va a tocar pagar los platos al más débil.
Rigoletto

Lopera in the nest dijo...

Entre Los Angeles y Santa Mónica hay una autopista con seis carriles en cada dirección. La mayoría de los automovilistas conducen a exactamente las 60 millas por hora que obliga la Ley. Hay algunos que no respetan esta limitación, generalmente coches supercarísimos conducidos por gente importante. Como norma general la policía no interviene, son demasiado poderosos los dueños de estos coches. La policía cuando actua es para perseguir a algún chorizo o a algún borracho.

Es decir, hay gente que les está permitido saltarse la leyes, esa es la gran falta de la administración Bush, que ha permitido a "demasiados" saltarse las leyes.

Aquí en España, las autopistas son de dos carriles, todo más pequeño!, y en ella hay también coches que se pasan de velocidad, o sea que infringen la Ley, hasta hace poco eran los coches de los políticos, se han unido recientemente los tiburones de la construcción, y cuando ya hay demasiados accidentes, nos echan la culpa a los que nunca pasamos de 120 Km por hora

Anónimo dijo...

El mundo del revés, como decía mi abuela. Los que deploran la fortaleza de los estados y abogan por la desregularización de todo, ahora que lo necesitan para no ver perjudicados sus intereses, van a papá estado para que le saquen de apuros. Cuando se trata de ganar, todo para ellos y cuando se pierde, pues a repartir las pérdidas, es decir, privatizan las ganancias y son creyentes socialistas para sosializar las pérdidas. VERGONZOSO ESPECTACULO.
Pero estos del pragmatismo neocon, la verguenza para ellos no existe.

Lopera in the nest dijo...

Hay otros que queremos un Estado fuerte y libertad de mercados. Un Estado fuerte para que, siguiendo con mi anterior metáfora, se multe al que va 200 Km por hora, sea político o tiburón, valga la redundancia. Y libertad de mercado pòrque es la única forma de que progrese la sociedad, el Estado, administrado por gobiernoselegidos democráticamente, es incapaz de crear riqueza, sólo debe estar para hacer cumplir las leyes y garantizar la seguridad jurídica.