"Uno no sabe si a Simone le fue bien o le fue mal su emparejamiento difuso, valiente, sin convenciones y sin tener que justificar ante nadie un amor tan especial como el que se desborda en la "ceremonia..." tan dura, tan carnal, tan orgánica para explicarnos la decadencia y la muerte. La pérdida progresiva de alguien a quien se quiere de una forma muy difícil. ¿A alguien le va de verdad querer de forma sencilla? Bueno,hay quien está tan a gusto en la inercia y en el bloqueo de los deseos, en ponerle puertas al campo de la experiencia individual que se vive en pareja. Digo si no sé si aquello fue bueno para ella porque siempre estuvo Sartre y ella no detrás, sino al lado, que puede ser otra forma de estar a medias. Escribió una novela lúcida, pero demasiado de tesis, "Los mandarines", y diseccionó el pensamiento político de la derecha en cien páginas. Nos trajo ´la historia de una joven burguesa y continuó mezclando la imaginación con la realidad, la realidad con el deseo. La quiero por los mismos motivos por los que se la odia. Por los mismos motivos por los que se la ridiculiza, a ella y a Sartre, presentados como comisarios políticos del comunismo cuando ni siquiera militaban en el PCF, habían montado el RDR y los seguidores de Zdánov, los celadores de la ortodoxia de la Kominform (los Casanova, los Kanapa), llamaban el batracio mecanógrafo a Sartre. Les colgaron la bicha de no haber comprendido a Camus, cuando no hicieron más que recordar las insuficiencias filosóficas del genial moralista en su respuesta a "l'Homme Revolté", que Camus, por cierto, les exigió, cuando ellos preferían callarse. Les presentaron como una pareja de vicioso concubinato, de condescendiente trato vejatorio a los jóvenes desde un altar falsificado. Les llamaron al orden cuando hablaron de Argelia, prefiriendo las suaves condenas de Aron, siempre tan en su sitio (la primera puerta a la derecha). Nunca entendieron que hablaran de la legítima violencia de quien sufre: "Cuando Camus ve a un niño que muere, construye un Dios para abofetearle; cuando un obrero en paro ve morir a un hijo por falta de asistencia médica, no inventa nada, sino que ve al responsable social de su desgracia". Los trataron de vejestorios sin nada más que silencio en la boca, sin más que una flor ya estancada, unos pétalos podridos de los que sólo salían penosos efluvios de "enragés" burgueses en fase de caducidad intelectual. Se burlaron de un hombre y una mujer de sesenta años haciendo política en 1968, los mismos que aclamaron a De Gaulle dando un golpe de estado a los sesenta y siete. Y aún los tratan como un gran malentendido intelectual de la historia de Francia, que les puso en un pilar que no merecían, que les ajudicó la talla de la que carecían. Tras el siglo de Sartre y de Simone, como tras la época de Aragon y Triolet, llega el siglo del sarcasmo...quizás haya que escoger a Sarkozy y a Carla Bruni, eso sí que aporta seriedad a nuestra existencia. Quizás esa sea la diferencia entre nuestros sueños y nuestras pesadillas. Entre nuestra ingenuidad del siglo XX y la realidad del XXI.Besos.Ferran "
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