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martes, 28 de octubre de 2008

Tiempos modernos 2

Este es un comentario de Ferrán Gallego:


"Uno no sabe si a Simone le fue bien o le fue mal su emparejamiento difuso, valiente, sin convenciones y sin tener que justificar ante nadie un amor tan especial como el que se desborda en la "ceremonia..." tan dura, tan carnal, tan orgánica para explicarnos la decadencia y la muerte. La pérdida progresiva de alguien a quien se quiere de una forma muy difícil. ¿A alguien le va de verdad querer de forma sencilla? Bueno,hay quien está tan a gusto en la inercia y en el bloqueo de los deseos, en ponerle puertas al campo de la experiencia individual que se vive en pareja. Digo si no sé si aquello fue bueno para ella porque siempre estuvo Sartre y ella no detrás, sino al lado, que puede ser otra forma de estar a medias. Escribió una novela lúcida, pero demasiado de tesis, "Los mandarines", y diseccionó el pensamiento político de la derecha en cien páginas. Nos trajo ´la historia de una joven burguesa y continuó mezclando la imaginación con la realidad, la realidad con el deseo. La quiero por los mismos motivos por los que se la odia. Por los mismos motivos por los que se la ridiculiza, a ella y a Sartre, presentados como comisarios políticos del comunismo cuando ni siquiera militaban en el PCF, habían montado el RDR y los seguidores de Zdánov, los celadores de la ortodoxia de la Kominform (los Casanova, los Kanapa), llamaban el batracio mecanógrafo a Sartre. Les colgaron la bicha de no haber comprendido a Camus, cuando no hicieron más que recordar las insuficiencias filosóficas del genial moralista en su respuesta a "l'Homme Revolté", que Camus, por cierto, les exigió, cuando ellos preferían callarse. Les presentaron como una pareja de vicioso concubinato, de condescendiente trato vejatorio a los jóvenes desde un altar falsificado. Les llamaron al orden cuando hablaron de Argelia, prefiriendo las suaves condenas de Aron, siempre tan en su sitio (la primera puerta a la derecha). Nunca entendieron que hablaran de la legítima violencia de quien sufre: "Cuando Camus ve a un niño que muere, construye un Dios para abofetearle; cuando un obrero en paro ve morir a un hijo por falta de asistencia médica, no inventa nada, sino que ve al responsable social de su desgracia". Los trataron de vejestorios sin nada más que silencio en la boca, sin más que una flor ya estancada, unos pétalos podridos de los que sólo salían penosos efluvios de "enragés" burgueses en fase de caducidad intelectual. Se burlaron de un hombre y una mujer de sesenta años haciendo política en 1968, los mismos que aclamaron a De Gaulle dando un golpe de estado a los sesenta y siete. Y aún los tratan como un gran malentendido intelectual de la historia de Francia, que les puso en un pilar que no merecían, que les ajudicó la talla de la que carecían. Tras el siglo de Sartre y de Simone, como tras la época de Aragon y Triolet, llega el siglo del sarcasmo...quizás haya que escoger a Sarkozy y a Carla Bruni, eso sí que aporta seriedad a nuestra existencia. Quizás esa sea la diferencia entre nuestros sueños y nuestras pesadillas. Entre nuestra ingenuidad del siglo XX y la realidad del XXI.Besos.Ferran "

lunes, 27 de octubre de 2008

Creadora de los tiempos modernos

Desde hace dos años existe un puente nuevo en Paris que lleva el nombre de Simone de Beauvoir. Se trata de una pasarela peatonal de roble, con una estructura ondulada, que atraviesa el Sena sin ningún pilar intermedio y que alberga en su centro un lugar de lectura. Ya sabemos la afición francesa, no siempre feliz, de convertir en arquitectura su historia y su ideología. En este caso el puente simboliza una vida con pleno sentido, que abrió nuevos caminos por los que caminan incluso sus máximos detractores.
Los medios de comunicación franceses más tradicionales se han ensañado con la figura de Simone de Beauvoir en este centenario. Con la intención de ofenderla, han ilustrado incluso sus publicaciones con esta foto de Simone desnuda que a ella no habría escandalizado en absoluto.No hay ni una línea en esta “contracelebración” que ella misma no hubiese apuntado en sus escritos: la inicial indiferencia ante la guerra fue analizada por Simone en dos de sus obras; sobre sus numerosos amantes, dio testimonio incluso con la publicación de buena parte de su correspondencia; sus dudas literarias y la mezcla a veces soberbia y otras aburrida de géneros literarios y filosóficos están expresados por ella.Por otra parte el esfuerzo en destruir el mito de la pareja Simone y Sartre es inútil, nunca se habían proclamado perfectos, solo unidos, incluso en su descenso a los infiernos (en el que las mentes obtusas solo quieren ver escatología, cuando hay tanto dolor y humildad) de la Ceremonia del adiós.
No voy a decir, como afirman sus exégetas, que debemos a Simone de Beauvoir todas las conquistas en el camino de la igualdad de las mujeres, pero sin ella el camino hubiera sido más difícil y lento. Su vida y su obra son una exaltación continua de la libertad, una invitación a construir –desde la acción, desde la reflexión- una nueva identidad femenina libre de opresiones y de imposiciones, ya fueran estas políticas, económicas, culturales o simplemente físicas. El feminismo actual, (diverso, conflictivo) transita por las veredas abiertas por Simone, los movimientos sociales se nutren todavía del caudal de hacer política la opresión privada. Todos caminamos por la pasarela abierta, sin pilares, construida por el esfuerzo y la contradicción de quien se atrevió a inaugurar los tiempos modernos.