
Sus ojos devoraban la vida. Los mantenía abiertos cuando otros los cerrábamos. No quería perderse nada de este festival de luz. Se nos ha ido, tan joven, un día de esta primavera.
Se llamaba Lola y era de Montilla, luz abierta. Sabía escuchar, extraña cualidad.
Lola estaba en todo, porque el dolor ajeno la atravesaba. Compartía los problemas de la gente y desbordaba alegría en risotadas explosivas que conmovían todo su delgado cuerpo. Si paseabas con ella por su pueblo, asistías a un diálogo interminable con jóvenes, viejos, mujeres, niños.
Era feminista y de izquierdas de una forma natural y amable. Cargaba con todo porque le era imposible separar el pensar y el hacer. Con ella era inevitable acabar cada conversación con la frase “¿qué se puede hacer para cambiar esto, para solucionar aquello?” Nunca daba lecciones de nada, pero sin quererlo, nos ha dado lecciones de ética a todos.Lola ha hecho más por el feminismo en Andalucía que veinte volúmenes de libros. De alguna forma hay que decirlo. De alguna forma tendremos que consolarnos del dolor de haberla perdido
Se llamaba Lola y era de Montilla, luz abierta. Sabía escuchar, extraña cualidad.
Lola estaba en todo, porque el dolor ajeno la atravesaba. Compartía los problemas de la gente y desbordaba alegría en risotadas explosivas que conmovían todo su delgado cuerpo. Si paseabas con ella por su pueblo, asistías a un diálogo interminable con jóvenes, viejos, mujeres, niños.
Era feminista y de izquierdas de una forma natural y amable. Cargaba con todo porque le era imposible separar el pensar y el hacer. Con ella era inevitable acabar cada conversación con la frase “¿qué se puede hacer para cambiar esto, para solucionar aquello?” Nunca daba lecciones de nada, pero sin quererlo, nos ha dado lecciones de ética a todos.Lola ha hecho más por el feminismo en Andalucía que veinte volúmenes de libros. De alguna forma hay que decirlo. De alguna forma tendremos que consolarnos del dolor de haberla perdido