No sé si os pasa que en todas las conversaciones se acaba hablando de la crisis económica. Los que realmente no estamos afectados directamente por ella, filosofamos sobre su alcance, sus causas, sus alternativas. Los que de verdad están sufriendo las consecuencias hablan de los cierres de negocios, de despidos y suelen acabar la conversación con la frase: “habrá que echarle mucha filosofía”.
O sea, que en todos los casos la filosofía se convierte en un recurso común. En el caso de los primeros, la filosofía es la búsqueda de ideas y de soluciones, en el segundo caso la palabra filosofía es sinónimo de paciencia, de saber superar las dificultades, de conseguir no llegar a la desesperación.
Es realmente admirable la capacidad de adaptación que la mayor parte de la sociedad tiene ante la nueva situación: se recortan gastos, se cambian prioridades e incluso se modifican conductas. En esta administración cuidadosa de la crisis juegan un papel esencial las mujeres, las proveedoras, que consiguen diariamente el milagro de la subsistencia sin que el género masculino se percate casi de ello. El saber que la crisis es un mal generalizado contribuye a frenar la desesperación, la depresión particular que irremisiblemente afecta a cualquier persona que sufre el paro y una perspectiva cercana de falta total de recursos.
No sé por cuanto tiempo esta filosofía de saber contenerse, esperar, no caer en la desesperación, podrá seguir funcionando en el colectivo social, solo espero esta filosofía no sea sustituida por la confrontación con los aún más débiles, sino con los poderosos. Para no ocurra lo peor, es necesario que apaguemos con valentía los fuegos que empiezan a encender sectores interesados en enfocar la desesperación social hacia el autoritarismo. Por ahora estos debates se llaman “cadena perpetua”, crítica feroz a las autonomías y bulos sobre los inmigrantes, -como uno que ya me repiten en todas las conferencias de que no pagan impuestos y tienen prioridad en los servicios públicos- que no sabemos quien los extiende pero sí a quien beneficia. Mantener un pensamiento débil ante todo esto es construir el camino por el transitará la ideología más reaccionaria.
O sea, que en todos los casos la filosofía se convierte en un recurso común. En el caso de los primeros, la filosofía es la búsqueda de ideas y de soluciones, en el segundo caso la palabra filosofía es sinónimo de paciencia, de saber superar las dificultades, de conseguir no llegar a la desesperación.
Es realmente admirable la capacidad de adaptación que la mayor parte de la sociedad tiene ante la nueva situación: se recortan gastos, se cambian prioridades e incluso se modifican conductas. En esta administración cuidadosa de la crisis juegan un papel esencial las mujeres, las proveedoras, que consiguen diariamente el milagro de la subsistencia sin que el género masculino se percate casi de ello. El saber que la crisis es un mal generalizado contribuye a frenar la desesperación, la depresión particular que irremisiblemente afecta a cualquier persona que sufre el paro y una perspectiva cercana de falta total de recursos.
No sé por cuanto tiempo esta filosofía de saber contenerse, esperar, no caer en la desesperación, podrá seguir funcionando en el colectivo social, solo espero esta filosofía no sea sustituida por la confrontación con los aún más débiles, sino con los poderosos. Para no ocurra lo peor, es necesario que apaguemos con valentía los fuegos que empiezan a encender sectores interesados en enfocar la desesperación social hacia el autoritarismo. Por ahora estos debates se llaman “cadena perpetua”, crítica feroz a las autonomías y bulos sobre los inmigrantes, -como uno que ya me repiten en todas las conferencias de que no pagan impuestos y tienen prioridad en los servicios públicos- que no sabemos quien los extiende pero sí a quien beneficia. Mantener un pensamiento débil ante todo esto es construir el camino por el transitará la ideología más reaccionaria.
2 comentarios:
Invariablemente, toda crisis hace que la sociedad (o mejor, algun grupo que se expande como una mancha de aceite) se haga más conservadora, más reaccionaria y siempe se ha buscado algún culpable: judóis, inimigrantes, comunistas... siempre ha habido un grupo a quien culpar para no tenere que autoanalizarnos.
Besos,
Rigoletto
Es fácil filosofar cuando no se sufre una situación, lo difícil es entender al que la sufre y empezar a buscar soluciones con los afectados (que no son los banqueros ni las multinacionales).Son muchas las mujeres que lo saben que es levantarse pensando ¿que hacer hoy? para sobrevivir otro día. Esta situación no se arregla sin contar con la sociedad. Este es el momento de trabajar. Trabajar para frenar las ganancias de los pescadores de este gran río revuelto, tiempo de grandes cambios, destrucción de lo piramidal.Es la hora de las redes sociales tejidas al margen de lo institucional.O por otra parte "si" que se impondrá el totalitarismo. COMO DECIA EL POETA " A LA CALLE QUE YA ES HORA" y eso es para todos los que hemos luchados y lucharemos por nuestra libertad
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