Mostrando entradas con la etiqueta mujeres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mujeres. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de agosto de 2013

LAS MUJERES NO DEBEN ESTAR SOLAS


Publicado en Andaluces Diario

   Un señor se acerca en un bar a una mesa en la que cuatro mujeres charlan animadamente.
- ¿Qué hacéis aquí solas?

   Daría igual que fuesen cuarenta o cien. A ojos de la ideología tradicional la ausencia de varones las convierte en seres incompletos, vulnerables, tramposos o peligrosos, según los casos.
Nos lo advertían las madres: “No vayáis solas por la noche” y nos obligaban a jurar que nos acompañaría un hombre, aunque fuera un enclenque adolescente granujiento, hasta la puerta de nuestra casa.

   La ministra Mato también opina que las mujeres sin hombres no somos nadie. Y lo hace sin rencor, sin ideología, reprochándonos que no lleguemos a entender sus decisiones. Cuando los prejuicios son tan arraigados, aparecen como una forma natural de ver el mundo. Cosas del sentido común de la ideología más machista y discriminatoria.

   ¿Cómo se va a comparar el deseo de una pareja, convenientemente heterosexual, de tener descendencia, con el deseo de lesbianas o “mujeres solas” de hacer lo mismo? El deseo de los primeros es natural, razonable y debe ser atendido por los servicios: el segundo, un simple capricho que no debe pagarse con fondos públicos.

   Tan burda ha sido su determinación, tan atentatoria contra la igualdad de derechos de todas las ciudadanas, que se ha visto obligada a matizar que no atenderán los casos que no presenten problemas médicos. Dicho con otras palabras, que busquen un hombre que les resuelva la concepción, o un espíritu santo como María, y se fertilicen “como Dios manda”.

   No es una cuestión de ahorro, a fin de cuentas estos últimos tratamientos son los más baratos y sencillos. Su verdadero objetivo es defender la familia tradicional compuesta por padre y madre (en ese orden) y poner coto a la libertad de las mujeres.

   La maternidad es la palabra clave de la ideología discriminatoria, la que según sus principios da razón de ser y sustancia a la feminidad. Por su boca hablan siglos de discriminación “natural” contra las mujeres. Cuando el ministro Gallardón afirma que “la maternidad hace a las mujeres auténticamente mujeres”, hablan milenios de opresión, la reducción de las mujeres a su papel reproductivo. El viejo lenguaje popular es rico en metáforas y mitos que alimentan la desconfianza contra las mujeres que deciden no ser madres: egoístas, vividoras y peligrosas. La ideología popular tiene mil fórmulas de presionar a las mujeres hacia el camino de la maternidad: “las mujeres secas”, las yermas torturadas que mezclan su insatisfacción sexual con la maternidad, a la ofensiva y moderna frase de “se te va a pasar el arroz” -como si de una paellera se tratara-, son algunas de las miles de fórmulas para denigrar a las mujeres que se toman la libertad de saltarse la norma obligada de la maternidad.

   Pero su doctrina sobre la maternidad no acaba ahí. Desde que las mujeres deciden libremente su maternidad como un camino propio, que no impuesto por la distribución de papeles sociales, las ideologías discriminatorias han echado mano al cientifismo, a la manipulación de las ciencias sociales y a la tecnocracia. Todo con tal de poner límites a la libertad de las mujeres y a su capacidad de decisión. En su anticuada opinión, tener hijos no es un derecho o una opción de las mujeres, sino un contrato social en el que la jerarquía masculina juega un papel fundamental. Tanto para ser madre como para abortar, la mujer necesita el consenso masculino o la autorización de personajes revestidos de autoridad institucional, llámense maridos, jueces o médicos.

   Las mujeres solas, las mujeres lesbianas (doblemente solas) son, en opinión de este gobierno, seres un tanto incompletos, piezas defectuosas sin problemas médicos pero incómodas para el viejo orden que quieren restaurar a golpe de decreto, de leyes anunciadas, de declaraciones aplaudidas por la derecha nostálgica y las hordas de seres incómodos en el nuevo territorio de la igualdad.

jueves, 26 de febrero de 2009

Mucha filosofía



No sé si os pasa que en todas las conversaciones se acaba hablando de la crisis económica. Los que realmente no estamos afectados directamente por ella, filosofamos sobre su alcance, sus causas, sus alternativas. Los que de verdad están sufriendo las consecuencias hablan de los cierres de negocios, de despidos y suelen acabar la conversación con la frase: “habrá que echarle mucha filosofía”.
O sea, que en todos los casos la filosofía se convierte en un recurso común. En el caso de los primeros, la filosofía es la búsqueda de ideas y de soluciones, en el segundo caso la palabra filosofía es sinónimo de paciencia, de saber superar las dificultades, de conseguir no llegar a la desesperación.
Es realmente admirable la capacidad de adaptación que la mayor parte de la sociedad tiene ante la nueva situación: se recortan gastos, se cambian prioridades e incluso se modifican conductas. En esta administración cuidadosa de la crisis juegan un papel esencial las mujeres, las proveedoras, que consiguen diariamente el milagro de la subsistencia sin que el género masculino se percate casi de ello. El saber que la crisis es un mal generalizado contribuye a frenar la desesperación, la depresión particular que irremisiblemente afecta a cualquier persona que sufre el paro y una perspectiva cercana de falta total de recursos.
No sé por cuanto tiempo esta filosofía de saber contenerse, esperar, no caer en la desesperación, podrá seguir funcionando en el colectivo social, solo espero esta filosofía no sea sustituida por la confrontación con los aún más débiles, sino con los poderosos. Para no ocurra lo peor, es necesario que apaguemos con valentía los fuegos que empiezan a encender sectores interesados en enfocar la desesperación social hacia el autoritarismo. Por ahora estos debates se llaman “cadena perpetua”, crítica feroz a las autonomías y bulos sobre los inmigrantes, -como uno que ya me repiten en todas las conferencias de que no pagan impuestos y tienen prioridad en los servicios públicos- que no sabemos quien los extiende pero sí a quien beneficia. Mantener un pensamiento débil ante todo esto es construir el camino por el transitará la ideología más reaccionaria.

miércoles, 25 de junio de 2008

DESNUDAS FRENTE AL PODER


Tengo una amiga africana, llamada Anastasia Nzé. Vino a Andalucía huyendo de la persecución política y de la violencia doméstica. Tiene en su cara una cicatriz que le atraviesa la barbilla y el labio inferior. La luce con el orgullo de una herida de guerra contra la dominación masculina y la falta de libertad. En España, tras muchas dificultades, completó sus estudios universitarios y creó un sueño de igualdad que se llama Afromujer. Ahora se ha marchado a su país natal, Guinea, atraída por una nueva oportunidad para implantar las ideas de democracia y libertad por las que tanto ha luchado.
Anastasia solía acompañarme en el Parlamento de Andalucía durante el turno de preguntas al Presidente. Y se marchaba, casi siempre descontenta de las respuestas que recibía de Chaves sobre temas sociales.
- La próxima vez, -decía- deberíamos desnudarnos cuando llegue el turno de réplica.
- Ana, no creo que sea la mejor manera de protestar.
- ¿Cómo que no? En mi etnia, cuando las mujeres queremos protestar contra alguna injusticia, acudimos al centro del poblado y nos quedamos desnudas hasta que se atienden nuestras demandas.
- No creo que nos atendieran, pero…saldríamos en todas las fotos.
Durante cuatro años Ana me ha propuesto centenares de veces la protesta del desnudo y nunca ha entendido mi negativa a hacerlo.
- De verdad que es efectivo. Los cuerpos dicen la verdad…desnudarte es la demostración de que estás diciendo la verdad, sin esconder nada y planteando algo justo.
Los europeos no entendemos el lenguaje del cuerpo, pero había algo majestuoso y auténtico en su propuesta.
Anastasia vestía, en casi todas las ocasiones, con pareos y tocados de colores brillantes. En una ocasión le alabé el tocado de colores malvas y amarillos.
- ¿Te gusta? –me dijo- Pues es el tocado de “estoy harta de todo”.
- ¿Quieres decirme que los tocados hablan?
- Cada etnia tiene sus colores y sus significados.
- ¿Por ejemplo?
- Hay tocados para manifestar que estar contenta y otros para decirle, por ejemplo, a tu marido que no quieres saber nada de él.
- Y ellos ¿qué dicen ante esto?- le pregunto.
- No dicen nada – contesta- los hombres apenas si dicen nada a las mujeres.
Anastasia Nze quiere cambiar miles de cosas de su tierra, pero conservar los colores y el lenguaje directo de los cuerpos.