ENTREVISTA: CONCHA CABALLERO Ex portavoz de IU en el Parlamento andaluz y escritora
"Sevilla se construye desde el exilio"
ROMÁN OROZCO - Sevilla - 06/07/2009
Ciudad de hampones y prostitutas, liberal y sensual, fanática y luminosa, holgazana y literaria. Todo eso y mucho más es lo que ha encontrado Concha Caballero a lo largo de años en las docenas de libros que ha leído y que le han servido para escribir Sevilla, ciudad de las palabras (Rdeditores).
La ex portavoz de Izquierda Unida en el Parlamento ha encontrado en la literatura un territorio "más agradecido" que la política. Ahora, en lugar de diputados, tiene alumnos a los que transmite su pasión por la lectura. Y aunque nacida en Baena (Córdoba), se confiesa enamorada de Sevilla, ciudad a la que llegó en los primeros años ochenta. Fruto de esa pasión es este libro, uno de los grandes triunfadores de la Feria del Libro de Sevilla.
Pregunta. Luis García Montero escribe en el prólogo de su libro que "la ciudad es un paisaje sentimental" y usted sostiene que Sevilla es la ciudad más literaria.
Respuesta. Desde los escritos de Julio César, a los poetas andalusíes, el Siglo de Oro, los escritores realistas o los románticos ha habido en esta ciudad una persistencia literaria que quizás otras ciudades no han conseguido.
P. Todos los que tienen que exiliarse, la añoran. De Al Mutamid a Cernuda. "Ojalá dios decida que muera en Sevilla", escribe el poeta andalusí.
R. Sevilla es una ciudad construida desde el exilio y la añoranza. Cernuda y los poetas andalusíes comparten que ambos la convierten en el paraíso perdido. Una metáfora del sur, de la infancia, de los tiempos felices, del tiempo sin tiempo, como dice Cernuda. Qué felicidad cuando eras niño y toda la vida te cabía en una hora...
P. A otros les produce rechazo. Escribe Santa Teresa: "Qué se le ha perdido a Dios en esta ciudad del demonio". Y habla de las injusticias y la doblez de Sevilla...
R. Sí, produce rechazo en sevillanos y en gente de fuera. Cuando Santa Teresa viaja a Andalucía, llega primero a Córdoba y se enfada por el ruido que hay en la iglesia. Pero descubre que en Sevilla ese ruido se acrecienta y la gente pecaba mucho. Decía, "aquí el demonio tiene las manos muy largas". Es un sentimiento del castellano ante la superficialidad que se le atribuye a esta tierra. De alguna manera, eso también lo piensa Antonio Machado cuando dice: "es la tierra del señorito, y yo no quiero ser de allí".
P. En su libro reproduce estos versos de Machado: "Sevilla y su verde orilla / sin toreros ni gitanos / Sevilla sin sevillanos / ¡Oh maravilla!"
R. Aunque también Machado añora la Sevilla de su infancia y del patio, no quiere saber nada de la Sevilla ociosa y vana. La del casino, la del señorito que mata el tiempo.
P. Lope de Vega habla de "la ciudad de la Inquisición y de la prostitución, de grandes fortunas y del hampa organizada" y Cervantes añade que "todo está permitido en esta ciudad, excepto ser hereje, sodomita o parricida". ¿Ciudad religiosa o golfa?
R. El mito de la ciudad mariana de Sevilla se funda sobre arenas movedizas. En realidad, ésta era una ciudad golfa, pecadora, contradictoria. Además de los sevillanos, hay aventureros de todo el mundo. Es la ciudad del crimen y también una ciudad muy popular.
P. También es una ciudad capillita. ¿Hay dos Sevillas?
R. Si uno se acerca, no tanto. Hay un sentimiento de que los sevillanos se codean con los dioses, como escriben algunos autores extranjeros. Entablan una extraña familiaridad con las cosas divinas. La religión se vive de una manera distinta al norte. Es más un disfrute.
P. Para Blanco White, ciudad fanática. Escribe: "Del fanatismo y la ambición aborto / los que tenéis raíces en el cielo / nunca podéis dejar en paz el suelo".
R. Sevilla es la madre de los mejores pensadores de la Ilustración, anteriores a Blanco White. Es una ciudad capaz del mayor fanatismo, pero también de la mayor critica a la religión. El mismo Blanco se pregunta cuando se está discutiendo la Constitución de Cádiz "cómo puede un país conciliar la libertad con un único credo".
P. Hablando de libertad. Gertrudis Gómez de Avellaneda habla de que "entre tradiciones, prejuicios y veladuras, hay en Sevilla un selecto ambiente cultural en el que algunas mujeres ejercen su libertad". Además de salones literarios, existen "casas que acogen amores clandestinos". ¿Se puede generalizar esa libertad de la mujer?
R. El ambiente en el que se movía Gertrudis era exclusivo, Aunque quizá había cierta libertad en la mujer del pueblo llano. No en las clases medias.
P. Pierre Louys habla tras su visita a la Fábrica de Tabacos, "verdadero harén", de las mujeres que hacían sus cigarros con los pechos al aire, y se emociona con el "admirable cuerpo femenino, de esos que en verdad no se encuentran fuera de España".
R. Sí, lo escribe él y otros románticos. Las cigarreras eran mujeres de vida libre, ganaban su propio sustento, y tenían mayor grado de libertad.
P. Stendhal escribe sobre "las encantadoras andaluzas de tan vivo y tan ligero andar".
R. Hay una cierta admiración por la libertad y la sensualidad de las mujeres andaluzas que trabajaban en las factorías, entre ellas la Fábrica de Tabacos, que hacían un alarde de su sensualidad bastante desconocida en esa época.
P. Los que se van, como Bécquer, añoran mucho Sevilla y detestan su nuevo lugar. Escribe sobre Madrid que es "sucio, negro, feo como un esqueleto descarnado". Una de las heroínas de Emilia Pardo Bazán se separa de su marido porque es incapaz de sentir la belleza de la ciudad...
R. Sí, Gladys Stanton, protagonista de Por España, llega a la conclusión de que una ruptura estética es peor que una sentimental. Abandona al marido por su frialdad nórdica. Esa idea la repiten otros escritores realistas. Algunos la exaltan incluso sin conocerla. Era una ciudad muy cantada en la literatura.
P. Rubén Darío la ve como una ciudad melancólica.
R. Porque había leído a Juan Ramón Jiménez, que se definía como un andaluz triste. Rubén conecta con algo que también se encuentra en Manuel Machado, la Andalucía que ríe pero que tiene una parte triste detrás. Manuel escribe que a todos nos han cantado en una noche de juerga versos que nos han matado. Rubén es el primero que percibe el trasfondo triste que hay detrás de la manzanilla. Y Cernuda escribe que "el sur es un desierto que llora mientras canta".
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