martes, 25 de mayo de 2010

Robin Hood y el desconcierto.



Lo de robar a los ricos para dárselo a los pobres me parecía un cuento magnífico para compensarnos de esta realidad dónde los ricos no sólo roban los tesoros del presente sino que nos ordenan cómo organizar nuestras vidas para poder asaltarnos en el camino todos los días de nuestro futuro. Creía que la película revitalizaría el mito de Robin Hood y su lucha contra el malvado Juan Sin Tierra. Sin embargo he visto un Robin Hood perdido, envejecido, sin saber a ciencia cierta qué batalla atender, si la de oponerse al tirano o enfrentarse a los franceses. La historia de amor, el feminismo un tanto bélico de Marian no compensa de la pérdida de la historia principal. La película me ha parecido toda una metáfora de la izquierda actual: falta de guionistas, de objetivos, de alianzas. Tan perdida como Robin Hood ante la abrumadora fuerza de sus enemigos que ni siquiera formula la idea de romper la maldición de la tiranía. Dicen que la película viene a ser un relato previo de cómo se configuro el héroe de los bosques de Sherwood, pero se me antoja que cuando llegue la acción estará demasiado cansado y aislado.
La crisis no nos está trayendo más imaginación. Esperemos que la segunda parte de la película Wall Street nos compense de esta decepción y se atreva a reflejar los entresijos de los tiburones financieros.

1 comentario:

Pelayo dijo...

Querida Horacio, no sé de que te sorprendes, ya sabes que entre el cielo y la tierra hay más cosas de las que tu filosofía sospecha... Hollywood es la factoria del adiestramiento y hoy toca convencer a todos, a marcha forzada, que no existe otra realidad que la que vivimos, con todos sus desastres y guerras; que nuestros sueños han de ser los de nuestros mandatarios... Lo demás es utopia y esa cosa que hacen los dictadores de América Latina y por eso se va al infierno, que lo dice el ABC y la Iglesia que de eso saben mucho...

Hoy nos toca resignación como asignatura común y según la clase social o el nivel de enchufismo, supervivencia y recortes para los más desfavorecidos, y robo descarado y usura (según nivel de riqueza) para los "pudientes" y ajenos a la famosa crisis... Para los mandatarios, que aun van por el plan antiguo, la común es soberbia y según el nivel de escrúpulos, dan insultos varios, manejo adecuado de la culpa ajena y los beneficios propios. También hay otra de corrupción y cohecho, pero esa es optativa...

En fin, que como dicen los estadounidenses y sus siervos y simpatizantes, para hacer una tortilla hay que romper huevos... de modo que preparate para próximos estrenos como "Caperucita la roja", biografía de la dictadora que trajo el hambre y la pobreza al mundo de los buenos lobos...