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martes, 24 de febrero de 2009

Seres sin adolescencia


Algunas de mis amigas exhiben en Facebook las fotos de sus niños recién nacidos. Las que, hasta hace poco tiempo, colocaban artísticas o atrevidas fotos en todo tipo de actividades sociales, las sustituyen por redondas caras de bebés que duermen, comen, maman o miran sin objeto definido. La respuesta de las que no tenemos hijos no se ha hecho esperar y hemos subido las mejores fotos de nuestros perros que, en mi modesta opinión, son más dinámicas y hermosas que los bebés adormilados, sin embargo no hemos conseguido los ecos de admiración que suscitan los recién nacidos. Nadie nos ha contestado con arrumacos, exclamaciones o felicitaciones.
Sin aceptar mi derrota, he colgado una frase lapidaria al pie de las fotos. “Los perros, esos maravillosos seres sin adolescencia” –he dicho, a manera de final definitivo y feliz. La frase ha navegado en el espacio sin encontrar ningún eco, hasta que una de mis cómplices en el amor a los animales, me ha contestado: “¡Es verdad que eres una poeta!” (escrito así, como también yo lo prefiero, porque el femenino “poetisa” siempre me ha parecido cursi, rebuscado y con un toque de esoterismo insoportable). Durante algunas horas hemos paladeado nuestro éxito pero no hemos conseguido eco alguno. Las recientes madres no han hecho ni un solo comentario a nuestro hallazgo literario. Creen que se trata solo de una absurda ocurrencia y sonríen con superioridad, abrazadas a su pedacito de sueño.

lunes, 14 de julio de 2008

PARA LOS QUE AMAN LOS PERROS



Buscando algunos datos sobre Lord Byron, para el libro que preparo, me encuentro con este poema, dedicado a su perro Boatswain:
Aquí reposan
los restos de una criatura
que fue bella sin vanidad
fuerte sin insolencia,
valiente sin ferocidad
y tuvo todas las virtudes del hombre
y ninguno de sus defectos
.
Desde hace mucho tiempo he tenido perros, aunque solo uno de ellos ha sido el mío, el verdadero. Le gustaba correr hasta llegar a lo más alto y recortar su figura contra el cielo. Era un poema en movimiento, un escorzo, una belleza en la carrera. Era un enamorado fiel, un observador, un filósofo del tiempo en el reposo. Era la comprensión, el calor, la comunicación absoluta en las tardes sin prisa. Era la espera sin reproches, la alegría del reencuentro, el amor sin condiciones. Solo la mirada de un enamorado, que te contempla desnuda tras una noche de amor, se asemeja a la entrega de este animal, más que humano.
Para mi amigo Ferrán