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sábado, 5 de julio de 2008

BOB DYLAN+JAÉN


Ser parte de una familia numerosa tiene sus inconvenientes, no creáis. Hay una serie de obligaciones no escritas, una especie de superego colectivo que tiene sus costes y sus culpabilidades.
- ¿Vendrás a ver a Bob Dylan?
- Pues no lo sé. Tengo cosas que hacer… además ya lo hemos visto otras veces…
- Si, pero es en Jaén.
- Ya, es verdad…
Y es que escuchar estas tres palabras en la misma frase (Bob, Dylan, Jaén) hubiera colmado nuestros sueños de adolescentes. Todavía no nos hemos repuesto del shock del binomio REM+Maracena, Bruce Springsteen+Granada ( casi nunca Sevilla porque a los programadores esta ciudad debe rimarles únicamente con Operación Triunfo y los sones del flamenco fusión). En fin, como quiera que en nuestra familia la adolescencia es territorio sagrado, se supone que habría que abandonar cualquier dedicación y lanzarse a toda velocidad a la cola del concierto de Bob Dylan en Jaén.
Sin embargo, a la hora en que está a punto de empezar, en que las reventas empiezan a bajar vertiginosamente sus precios, yo estoy sentada aquí, frente al ordenador, traicionando la obligación familiar, eludiendo los ritos que nos mantienen unidos. No voy a vivir la alegría infantil de mis hermanos antes del concierto. No voy a confundir a Bob Dylan con un teclista durante la mitad de la actuación, no voy a fascinarme con los músicos que lo acompañan, no voy a fruncir el ceño por ese ronroneo rasposo en el que se ha convertido la voz de Bob, no voy a discutir con mi hermano sobre el magisterio de Dylan sobre la música mundial, ni me va a criticar por preferir el directo (alucinante) de Bruce Springsteen, no voy a enfadarme porque el amigo Bob no quiere cantar ninguna canción de las que nos sabemos, ni voy a poner cara de póquer cuando nos obsequie con unos acordes que podrían ser los de “Blowing in the wind” o “Like a rolling stone” o quién sabe cuál porque el “genio” no quiere encasillarse. Pero, a pesar de todo, voy a echar de menos a mis hermanos, a Jaén, al despectivo Dylan y a los amigos que hoy cumplirán el viejo sueño, aunque quizá asistan a una elipsis de su ídolo, una aparición fantasmal, una especie de metaconcierto esencial, pero desprovisto del dolorido sentir de su juventud.


domingo, 1 de junio de 2008

CURIOSIDADES DE DOMINGO

Sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el
odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que
la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea. El
rsteo peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso
es pquore no lemeos cada ltera por si msima preo la paalbra es un tdoo.
Enviado por Victor Barrera

martes, 27 de mayo de 2008

UN LUJO SIN ETIQUETA


Aquella podría ser una mañana más como otra cualquiera: un sujeto entra en una estación de Metro de Washington, va vestido con un pantalón vaquero, una camiseta barata y se sitúa cerca de la entrada...
Extrae un violín de la caja y comienza a tocar con entusiasmo para toda la gente que pasa por allí. Es la hora punta de la mañana. Durante los 45 minutos que estuvo tocando el violín, fue prácticamente ignorado por todos los pasajeros del Metro.
Nadie sabía que ese músico era Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, ejecutando las piezas musicales más consagradas de la historia, con un instrumento muy especial, un violín Stradivarius, estimado en un valor de más de 3 millones de dólares. Unos días antes, Bell había tocado en La Sinfónica de Boston, donde los asientos para el concierto costaban la bagatela de 1000 dólares la entrada.
Esta experiencia que ha sido grabada en vídeo, muestra a hombres y mujeres que caminan muy rápido, cada uno haciendo una cosa, pero todos indiferentes al sonido del violín.
La iniciativa fue realizada por el Diario The Washington Post, con la finalidad de lanzar un debate sobre el valor del arte y de su contexto.
CONCLUSIÓN: Estamos acostumbrados a dar valor a las cosas cuando están en un determinado contexto. En este caso, Bell era una obra de arte en sí mismo, pero fuera de contexto y sin la etiqueta de la marca, carecía de valor incluso para los amantes de la música.

Esta noticia es un regalo de mi amigo Victor Barrera
http://www.youtube.com/watch?v=hnOPu0_YWhw