Conseguí el número de teléfono de Alberti tras muchas gestiones. Me dijeron, con tono secreto, que no lo pasara a nadie y que lo llamara por la tarde, después de las cinco y antes de las ocho.
A la hora acordada marqué el teléfono con la emoción anticipada de hablar con un mito de la literatura. Tras varios timbrazos sonó, potente la voz de Rafael y dijo: “Este es el contestador automático de Rafael Alberti, si quieres dejar algún mensaje hazlo a continuación”. Me di cuenta inmediatamente de que no era el contestador porque su voz sonaba clara y directa pero seguí el juego. “No me conoces, te llamo desde Jaén…”-empecé mi mensaje. De pronto él cambió de tono:
- Sí, dime
- Creía que era el contestador –mentí yo.
- No tengo contestador. Son muy caros, pero hago esto para evitar las llamadas inoportunas – y se rió con estruendo-. Funciona, ¿verdad?
La risa de Rafael.
Pasados algunos años tuve la oportunidad de compartir con él en Sevilla, un desayuno con la prensa. Lamento haber perdido en las mudanzas sentimentales, la cinta que grabé de este encuentro. Hacía pocos días que había visitado la ciudad Jorge Luis Borges y Rafael estaba deseoso de hablar de este personaje y, junto a él, dar un repaso –en el sentido más castizo de la palabra- a los escritores que de alguna forma colaboraron con el franquismo. Estuvo incisivo, ocurrente, chispeante. En esta conversación Borges pasó a mejor vida junto con Dámaso Alonso y algunos otros que no consigo recordar. Por el contrario habló con emoción de su amistad con Federico García Lorca y de su muerte. Entendí que, desde entonces, Rafael tenía la impresión de vivir una vida prestada porque la muerte de Federico era el espejo de la suya propia, la que debió haberle ocurrido a él, pero que fue a Granada por un error del destino. Al acabar el desayuno tomó un libro que llevaba y me hizo un maravilloso dibujo adornado de frases sobre mi sonrisa.” ¡Ah, esa sonrisa¡ ¡Cuántas cosas buenas me trae tu sonrisa! “- me dijo. También en una mudanza perdí el libro, el dibujo y la dedicatoria.
Rafael odiaba las largas reuniones del PCE. Cuando alguien expresaba el deseo de conseguir una sociedad sin clases, él añadía en tono bajo: “y sin reuniones”. Algunos avisados iban pertrechados de láminas y lápices de dibujos a los actos en las que aparecía Alberti. Cuando la reunión se hacía aburrida le pasaban el material y Alberti se aplicaba al dibujo como un niño en una tarde lluviosa. Finalmente colocaba su firma y una dedicatoria forzada. No tuve valor para recurrir a esta artimaña con los que muchos se procuraron obras de Alberti.
Yo perdí mis dibujos. Está bien que así haya sido. Los únicos que nunca pierden nada son los que clasifican el tiempo y lo guardan sin vivirlo.
A la hora acordada marqué el teléfono con la emoción anticipada de hablar con un mito de la literatura. Tras varios timbrazos sonó, potente la voz de Rafael y dijo: “Este es el contestador automático de Rafael Alberti, si quieres dejar algún mensaje hazlo a continuación”. Me di cuenta inmediatamente de que no era el contestador porque su voz sonaba clara y directa pero seguí el juego. “No me conoces, te llamo desde Jaén…”-empecé mi mensaje. De pronto él cambió de tono:
- Sí, dime
- Creía que era el contestador –mentí yo.
- No tengo contestador. Son muy caros, pero hago esto para evitar las llamadas inoportunas – y se rió con estruendo-. Funciona, ¿verdad?
La risa de Rafael.
Pasados algunos años tuve la oportunidad de compartir con él en Sevilla, un desayuno con la prensa. Lamento haber perdido en las mudanzas sentimentales, la cinta que grabé de este encuentro. Hacía pocos días que había visitado la ciudad Jorge Luis Borges y Rafael estaba deseoso de hablar de este personaje y, junto a él, dar un repaso –en el sentido más castizo de la palabra- a los escritores que de alguna forma colaboraron con el franquismo. Estuvo incisivo, ocurrente, chispeante. En esta conversación Borges pasó a mejor vida junto con Dámaso Alonso y algunos otros que no consigo recordar. Por el contrario habló con emoción de su amistad con Federico García Lorca y de su muerte. Entendí que, desde entonces, Rafael tenía la impresión de vivir una vida prestada porque la muerte de Federico era el espejo de la suya propia, la que debió haberle ocurrido a él, pero que fue a Granada por un error del destino. Al acabar el desayuno tomó un libro que llevaba y me hizo un maravilloso dibujo adornado de frases sobre mi sonrisa.” ¡Ah, esa sonrisa¡ ¡Cuántas cosas buenas me trae tu sonrisa! “- me dijo. También en una mudanza perdí el libro, el dibujo y la dedicatoria.
Rafael odiaba las largas reuniones del PCE. Cuando alguien expresaba el deseo de conseguir una sociedad sin clases, él añadía en tono bajo: “y sin reuniones”. Algunos avisados iban pertrechados de láminas y lápices de dibujos a los actos en las que aparecía Alberti. Cuando la reunión se hacía aburrida le pasaban el material y Alberti se aplicaba al dibujo como un niño en una tarde lluviosa. Finalmente colocaba su firma y una dedicatoria forzada. No tuve valor para recurrir a esta artimaña con los que muchos se procuraron obras de Alberti.
Yo perdí mis dibujos. Está bien que así haya sido. Los únicos que nunca pierden nada son los que clasifican el tiempo y lo guardan sin vivirlo.
11 comentarios:
Beautiful.
Besos,Rocío
hola Concha, descubrir tu blog ha sido estupendo, una inyeccion de alegría y un ejemplo para mi, hundido a veces por la gente que no cree posible compaginar el amor al arte y la cultura con el compromiso político. Un besazo desde Carcabuey (Córdoba)
Preciosa evocación, Concha. Me ha encantado la anécdota del contestador.
RigoAlberto
Ah, por cierto (soy yo otra vez)te vimos el domingo bajo la lluvia torrencial de Sevilla. Aunque siempre seguí tus intervenciones parlmentarias no me atreví a saludarte por no parecer importuno. Me gustaría haber leido algun comentario tuyo sobre ese día. ¿Qué te pareció?
Paisano de Carcabuey, bienvenido a esta pequeña casa. ¿Quién dice que el arte y la cultura están reñidas con el compromiso político? Eso es no entender nada y no conocer en absoluto la historia de los siglos más recientes. Es tanto como suponer que el amor a la vida está reñido con cualquier sentimiento revolucionario. Si la política es algo (o pudiera serlo) es precisamente camino, descubrimiento junto a los demás, construcción de algo con muchas manos que disfrutan y se realizan haciéndolo. No creo, querido amigo, en los predicadores, en los revolucionarios de gesto adusto que moralizan cuando hablan, en vez de aprender con los que se relacionan. Un beso.
PD. La manifestación, un buen comienzo, pero el camino tenemos que construirlo con muchas manos y voces.
Una vez más, me alegro de conocerte a través de estas páginas y gracias por tus palabras de ánimo. Espero verte con frecuencia por aquí y poder compartir ideas. Un beso.
Genial. Simplemente genial la semblanza de Rafael Alberti.
Estuve en el homenaje que se le tributó tras su muerte y era conmovedor escuchar los versos de Alberti en boca del poeta Marcos Ana allí en el Monasterio de La Victoria, en El Puerto de Santa María. Y también emocionante el discurso de homenaje que hizo el portavoz de IU en el Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, Ignacio García en la intervención que le tributaron los portavoces de los distintos Grupos Municipales de la Corporación. Aquello estaba abarrotado de gentes, por eso Rafael era considerado un poeta del pueblo.
Enhorabuena por tu post.
En estos tiempos que corren, en los que uno teme verse implicado en aquello que no comparte, pero a donde te empujan inmisericordiamente, leer y compartir sentimientos es una vía de oxigenación. Y como regalo unos versos de mi paisana Charo Prados:
Porque la vida es cierta,florezca la alegría/ de la sonrisa entera y el amor dilatado.
Tu amigo Juan Carlos
hola Concha otra vez desde Carcabuey; creo que no me expliqué bien respecto a lo de cultura y compromiso. En mi caso quien no acaba de entenderlo no son los compañeros póliticos sino alguna gente que considera que mis actividades culturales (teatro, literatura, cortometrajes, etc) tienen una pega: el compromiso. Para muchos y muchas, el arte y la cultura deben ser algo aséptico, no contaminado por la política, "Lástima- suelen decir- que pertenezca a un partido político" . Luego compruebas que todo el mundo tiene sus tendencias, y sus preferencias... Bueno, aclaraddo esto, decirte que visito tu blog, aunque no siempre escribo, y que siempre es como una inyección de ánimo para lucjhar, para exponer ideas, para hacer muchas, muchas, muchas cosas
Para Juan Carlos: Qúe alegría verte por aquí.Cuéntanos cosas, con esa forma que tienes de comprender la vida.
Para el compañero de Carcabuey:
¿Por qué no me mandas, o me dices dónde ver, algo de lo que escribes o de los que haces? Me encantaría.
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