sábado, 21 de marzo de 2009

A los obispos, ni caso

Hace pocos días un profesor al que admiro me dijo que la batalla entre religión y Estado no era nuestro problema, que eso debía haberlo solucionado la burguesía hace más de cien años, pero… ¿quién nos iba a decir que el siglo XXI, el de los grandes avances técnicos, iba a conocer un auge sin precedentes de los integrismos religiosos en el mundo entero?
Tengo una gran incultura religiosa. No me sé los mandamientos, ni las oraciones, ni los apóstoles. Confundo los pecados capitales con los diez mandamientos. Me pierdo en las conversaciones en las que se citan parábolas o comparaciones con temas bíblicos. De la religión solo recuerdo vagas frases que me resultan enigmáticas como “renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras” y los bisbiseos del rosario solo me traen el recuerdo del miedo a las tormentas en el campo, en el que algunas beatas suplicaban el “ora pro nobis” entre invocaciones latinas con ritmo de rap suave. No me motivan las obras de cine, teatro o literarias que versan sobre materia religiosa, aunque sea para ensalzar el laicismo y me resulta francamente ridículo que hombres vestidos con sotanas, que no saben lo que es el sexo, ni la familia, ni la paternidad (aunque se hayan curiosamente apropiado de la palabra) intenten dictar normas sobre estas materias.
Cuando apenas tenía ocho años me obligaron a asistir a una especie de ejercicios espirituales que me espantaron. El cura alzaba los brazos y la voz para inculcarnos el miedo a la muerte y la necesidad del arrepentimiento. Tanto me impresionó que decidí hacer penitencia poniendo un puñado de garbanzos en los zapatos que estrenaba el domingo de ramos. El dolor que me causaban no me dejaba caminar, pero yo creía estar salvando mi alma…hasta que mi madre, que no comprendía mi dolor, me descalzó y se quedó atónita por el sacrificio. Cuando le confesé mi miedo a la muerte y a las cosas horribles que podían pasarme por mis pecados, mi madre dijo: “Ni caso, tonta. Ni caso”. Y así acabó mi aventura religiosa.

PD.- Aquí está el enlace a una página llamada LAS LINCES y que aborda el tema en profundidad

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también estoy preparando un post: espero ponerlo mañana, pues en fin de semana esto es un páramo y otros lo solapan.
Alberto

Anónimo dijo...

Me again. Hoy he ido a Jaén a ver a mi hermana, junto al viejo Colegio Universitario, hoy Universidad... Me he acordado de ti y de un artículo que me mandaste. Lo que tienen la memoria...
Rigoletto

Anónimo dijo...

Amiga Concepción...que la primavera acaba de empezar...no nos tengas tantos días sin esta bebida-elixir de tus palabras.Para quienes andamos por los nortes,y recordamos vuestra Sevilla,nos haces una faena con tanto abandono epistolar.Bueno,imagino que tus tareas te tengan ocupada en otras labores,pero no tardes,vale?.

Concha Caballero dijo...

¡Es tan agradable que te echen de menos los amigos que estoy por hacer ausencias programadas...!jajaja.
Ando liada...varias colaboraciones en medios, un libro por salir y, sobre todo, la incorporación en pocos días a la enseñanza me tienen algo ausente...Pero tus palabras son un acicate...¡qué bonito lo de elixir! ¡Qué más quisiera ser elixir de algo!