Mostrando entradas con la etiqueta Wert. recortes educación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Wert. recortes educación. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de septiembre de 2012

¿Y SI FUERA SU HIJO?


Publicado en El País Andalucía

            En los años setenta se hizo internacionalmente famosa una campaña de EE UU sobre el control de armas. Frente a los que reclamaban el rifle como una extensión de las libertades individuales, los partidarios de poner fin a esta situación diseñaron un cartel en el que una pistola gigantesca apuntaba a los ojos del espectador bajo el lema: “Y ahora... mírelo desde este punto de vista”.
Con la enseñanza ocurre algo parecido. Se ha instalado la idea de que el sistema educativo está fracasado por culpa de un modelo excesivamente permisivo y por la permanencia en las aulas de un alumnado que no quiere estudiar.

          Como toda campaña, contiene algo de verdad y los docentes son los primeros en sufrirla. Sin embargo, no es toda la verdad, ni siquiera la raíz del problema, y en cualquier caso el autoritarismo y la segregación no son la respuesta.

            La enseñanza es un mar en el que desembocan las desigualdades culturales y económicas; los errores del modelo de crecimiento insostenible; el consumismo irresponsable y la insatisfacción social. Especialmente en la secundaria, este rompeolas es feroz porque se produce en unos protagonistas en plena adolescencia.

               Para demostrar esto basta con un dato reciente: en los últimos cuatro años el índice de fracaso y abandono escolar ha bajado 10 puntos, cerca de un 30%, y la causa es simple y llanamente que los cantos de sirena del ladrillo, del consumo fácil se han apagado. Sin embargo, miremos con más detenimiento el fracaso escolar, ese que, según el ministro Wert radica en la persistencia en las aulas de esos alumnos molestos que no quieren estudiar. Déjenme que les diga que tras esta afirmación hay, por parte del ministerio, una gran trampa dialéctica y, por los ciudadanos, una desculpabilización y desentendimiento de la labor educativa. A fin de cuentas, siguen siendo “los otros”, “las malas compañías” o el ambiente hostil el que hace fracasar a sus hijos.

            Disculpen que les dé una mala noticia: no es esa la razón. Para su desgracia (y esto sí que es un verdadero fracaso de la educación), el alumnado que procede de familias desestructuradas, o de situaciones de marginación no suele estar en las aulas más allá de segundo, o tercero de secundaria. Digamos que ellos son la mitad del fracaso escolar, pero la otra mitad, siento decírselo, son sus hijos, chavales procedentes de familias sin grandes problemas pero que tropiezan en la secundaria. Ahora que sabe esto, ¿está de acuerdo con la segregación temprana? ¿Cree conveniente convertir los estudios no en una fuente de formación humana y cultural, sino en una carrera de obstáculos en la que cualquier error se paga con la exclusión?

           Es curioso que la reforma del ministro Wert no pretenda en realidad reformar absolutamente nada en la enseñanza, sino abaratar los costes y apartar rápidamente a los que fracasen. De camino le propinan una patada a las comunidades autónomas y a la educación en valores igualitarios. El profesorado queda reducido a un mero instructor de exámenes que no controla, navaja multiusos sin reconocimiento alguno a su labor.
Si se impone la reforma se acabarán muchas optativas fundamentalmente en el ámbito de la cultura. Se retornará a la enseñanza memorística, al valor único de los exámenes frente a la evaluación continuada y a una “especialización” de los jóvenes que lejos de prepararlos para el futuro, les privará de desarrollar sus capacidades. La apuesta por el desarrollo de la Formación Profesional se podría hacer perfectamente sin dañar el Bachillerato y dinamitar los puentes para la formación universitaria.
   
            Si su hijo, porque se trata de él (y perdonen que hable en masculino pero el fracaso se escribe en este género), ha tenido un pequeño tropiezo puede optar por una formación profesional de baja calificación que carece de presupuestos, o ya puede ir buscando plaza en la enseñanza privada, que es la verdadera beneficiaria de estos modelos de segregación. El escaso debate sobre este proyecto nos indica hasta qué punto las ideas de la desigualdad y del “sálvese quien pueda” han calado, como lluvia fina, sobre la sociedad.

lunes, 28 de mayo de 2012

EL CATECISMO DE WERT


Publicado en El País Andalucía

Ya es oficial: no eran nuestros gastos los que estaban por encima de nuestras posibilidades sino nuestras ideas. Wert es el ministro que mejor lo ha entendido y ha elaborado un explosivo cóctel mezcla de recortes económicos, prejuicios políticos y un marcado sectarismo ideológico. A partir del próximo curso las escuelas no enseñarán respeto alguno a las opciones sexuales, se considerará un único modelo de matrimonio o de familia y se suprimirán las referencias a la homofobia o al machismo en los manuales de Educación para la Ciudadanía. Respetar las diferentes opciones sexuales y fomentar la igualdad eran un peligroso adoctrinamiento para las mentes adolescentes que deberían tener claros los diferentes roles sociales masculinos y femeninos, o como diría Gallardón, de mujer-mujer y hombre-hombre.


Los valores de la paz, el diálogo y de la convivencia serán sustituidos por un cántico a la propiedad privada y a la actividad empresarial, para mayor gloria de los mercados que dominan nuestras vidas. Se eliminarán los temas que explican las causas de la pobreza y se intentaba instruir al alumnado en los peligros del nacionalismo excluyente, o sea, de todo tipo de nacionalismo que no haga ondear la bandera española, pero el ceño fruncido de sus únicos socios ha modificado el texto, que no el contexto de este catecismo.

No fuimos conscientes del dispendio que suponía tratar a los seres humanos como tales y brindarles los cuidados sanitarios sin preguntarles su raza, su procedencia o su condición social. Estoy segura de que, al menos, un euro de cada mil se malgastaba en semejantes utopías propias de los que pensamos por encima de nuestras posibilidades. Por eso, tampoco la xenofobia o el racismo serán combatidos en las aulas. Nuestras ideas deben ser productivas y normativas, lejos de todo ideal comunitario; deben contribuir a aumentar la propiedad y ahuyentar el altruismo; deben fomentar el conformismo social y desterrar la conciencia crítica.

De todos los sueños utópicos el más peligroso ha resultado ser la enseñanza pública. ¡Qué derroche de profesorado, de tiza, de aulas, becas e investigación! Más horas, más alumnos, menos profes, menos salarios son una solución perfecta que tiene el aval indiscutible de 40 años de franquismo.

El ministro de Educación proclama que la enseñanza es obligatoria y gratuita solo hasta los 16 años, aunque con una pequeña reforma los jóvenes de 15 con dificultades podrán salir del sistema. Nos anuncia que paulatinamente habrá que pagar el 100% del coste de la enseñanza, desde el bachillerato y los ciclos profesionales hasta la Universidad. La enseñanza superior —nos sugiere— es un lujo de una sociedad enferma que soñó con trasladar la igualdad de oportunidades a las aulas. Se instalarán en las universidades barreras que solo se abrirán con el tintineo del money, money. No obstante, admitirán algunos genios sin ingresos a los que recordarán continuamente la generosidad que se les brinda.

Como ven eran nuestras ideas, que no nuestros gastos, las que estaban por encima de sus intereses. Nos repiten que es preciso erradicar y abominar de todo concepto de igualdad porque, indefectiblemente, nos lleva a aumentar el gasto público. El egoísmo y la segregación, por el contrario, son doctrinas económicas y restrictivas. Para esta operación se hace preciso amputar las conciencias, adormecer los sentimientos, criminalizar los conflictos y confrontar al que tiene poco con el que no tiene nada.

Con este mandato enviaron comisarios que han podido verificar la debilidad de nuestras instituciones, el conformismo de nuestros políticos y la fragilidad de nuestra propia conciencia. Su informe aconsejaba una intervención rápida seguros de que los costes serían mínimos.

Por eso, en pocos días, acaban de embargar nuestros sueños. Han cerrado la puerta de los servicios públicos a todos los que, sin ser yo, formaban parte de mi esperanza. Solo esa marea verde llena de voces jóvenes y rejóvenes sigue actuando por encima de sus posibilidades y pidiendo antorchas para iluminar estos tiempos oscuros.