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sábado, 9 de octubre de 2010

Peter Pan y los poderosos

Este es el enlace al artículo semanal del País Andalucía

"Entre la vida y yo hay un cristal tenue. Por más claramente que vea y comprenda la vida, no puedo tocarla", decía Pessoa. Algo parecido sucede con la política. Hablan pero se les percibe como un ruido de fondo, como esa emisora de radio que has dejado encendida mientras abordas las tareas cotidianas.
Escuchas a Zapatero y parece una figura intemporal, de cara circunfleja, que termina con una sonrisa sus intervenciones y procura acabar sus frases con palabras de esperanza, tan lacias como desvaídas. Las escasas intervenciones de Rajoy también parecen procedentes de un planeta indescriptible en las que no se habla fluidamente nuestro idioma. El contraste entre su barba blanca y su negrísimo cabello acentúa esa sensación de irrealidad, de cuento enlatado, que siempre contiene una reprimenda articulada con tono cansino.


Cada uno de ellos aparece instalado en su cuento particular. Peter Pan se asoma a los cristales de la vida cotidiana, pero no los traspasa. Olvida con facilidad los acontecimientos recientes. Sabe que existe la realidad pero no quiere entrar en ella. En realidad piensa que el tiempo lo resolverá todo. El abuelo gruñón, por su parte, parece haberlo visto todo y no espera nada. Un "ya lo sabía" eterno recorre sus facciones. Seguramente fue viejo incluso antes de ser joven.
Como en las malas funciones de teatro, se les nota el recitado, la desconexión completa con el patio de butacas. Incluso la clac que han contratado para la función, aplaude desmañada.
Posiblemente no sea solo un problema de liderazgo ni falta de convicción o una equivocada estrategia de comunicación. Es que sus palabras han dejado de ser importantes. Si quieres saber lo que ocurre en el país es mejor que escuches a los de abajo y si quieres conocer el futuro mejor escuchar a los que realmente mandan que no son los gobiernos ni la oposición sino señores desconocidos que en vez de los emblemas partidarios exhiben siglas como FMI, OCDE, G-8, G-20, OMC o BM.

Para conocer lo que hará Zapatero es mejor escuchar al Fondo Monetario Internacional; para saber lo que opina en realidad Rajoy, mejor escuchar al gobernador del Banco de España. No han sido elegidos democráticamente, es cierto, pero es evidente que han conseguido un empoderamiento absoluto frente a la política y a la sociedad. No hay más que observar su tono despectivo, su capacidad de amenaza, los mandatos imperativos que desprenden cada una de sus observaciones. No los ha votado nadie, es cierto, y lo que en principio podría suponer un obstáculo, se ha convertido por arte de birlibirloque en una ventaja porque parecen hablar desde la profesionalidad y la independencia.
Cuando era joven me hicieron caer en la cuenta que poder y gobierno no son lo mismo. Se les olvidó explicarme que cuanta mayor es la distancia entre ambos, menor es la democracia real.

Hoy es sumamente fácil ser independiente de la política. Lo realmente difícil es ser independiente del poder económico y del poder mediático. Economistas, investigadores, científicos, periodistas y un sinfín de profesionales pagan muy cara cualquier desafección a estos nuevos ricos del poder. Por eso el travestismo y el transfuguismo se practican a placer en estas esferas sin coste alguno. La única diferencia con la política es que siempre "transfugan" para el mismo sitio: la más descarada defensa del mercado, del recorte social y del desarrollo insostenible.
El PP puso el grito en el cielo cuando eligieron a Fernández Ordóñez gobernador del Banco de España. Era innecesario. Una vez que se accede al club, los nuevos socios aprenden pronto las costumbres de los señores. Repita, por favor: "recortes, buenos; gasto social, malo; autonomías, despreciables; centralismo, óptimo; ecología, innecesaria". Enhorabuena, ya tiene el carné del lobby estratosférico que controla nuestras vidas. Independiente, por supuesto.

domingo, 1 de agosto de 2010

La banca siempre gana








Mismo día, dos escenarios diferentes: en un extremo del planeta, el Presidente Obama presenta su reforma financiera que pone bridas a la actuación de este sector en su país e impone controles y transparencia sobre todo tipo de las actividades de préstamo e inversión. Mientras, mucho más cerca, el Congreso de los diputados, aprueba con los votos del PP y del PSOE un precipitado cambio en la regulación de las cajas de ahorros que entrega a las manos privadas, al menos el 50 por ciento de estas entidades.
Obama, en una regulación inédita para la historia de EEUU, proclama: “El pueblo americano nunca más tendrá que pagar la factura por los errores de Wall Street", mientras que en nuestro escenario de los leones, la Presidenta económica declara también con tono solemne que “estamos ante la reforma más importante que se ha llevado a cabo en el sector desde el siglo XIX y que servirá para dar todavía mayor confianza al sistema financiero español”, sobre el cual se deshizo en elogios.
“Es el manifiesto de un presidente y de un equipo económico que confían en los recursos del Gobierno para crear las condiciones que eviten una repetición de la crisis que el sistema financiero –afirma el corresponsal en Washington de El País-. Es, en definitiva, el manifiesto de un político que cree en el papel del Estado.” Un manifiesto que contrasta con el mensaje evidente del cambio de regulación española, según la cual, sólo es productiva, rentable y fiable la iniciativa privada sin el concurso del Estado.
Los bancos en España no han recibido, en contraposición con EEUU, la más mínima reprimenda por parte del poder político. Bien al contrario, han recibido en estos días el suculento bocado, ofrecido por el gobierno en bandeja de plata, de poder hacerse con el control y la actividad de las Cajas de Ahorros de nuestro país. Un cambio histórico, sin duda, que supone una expropiación de bienes públicos similar a la entrega a manos privadas de los montes comunales.
La falta de cariño de la población hacia sus bienes públicos y semipúblicos está muy ligada a la falta de conciencia democrática unida a la gestión lamentable que se ha hecho de gran parte de nuestro patrimonio comunal. No ha habido una sola lágrima por la evidente desaparición de las cajas de ahorros, que podrán ceder al completo su negocio financiero a los bancos y mantener sólo el cascarón de su obra social. No ha habido una sola línea recordando por qué nacieron las cajas, cual era su papel, por qué se considera fundamental su existencia para el desarrollo de las comunidades autónomas y por qué Andalucía, más que ninguna otra, necesita un sector financiero de esta naturaleza. Bastaría recordar que las cajas –hasta la entrada en vigor de esta nueva ley- no reparten beneficios privados, y tienen la obligación de dedicar a fines sociales al menos el 33 por ciento de sus ganancias, más un 18 por ciento establecido para la obra social, lo que supone un enorme flujo de capital que debe invertirse en el territorio al que pertenecen.
En este panorama, la venta de Cajasur al mejor postor, no deja de ser un expolio para la Comunidad Autónoma de Andalucía. Debemos este tremendo despropósito a las enloquecidas fobias ideológicas de la jerarquía eclesiástica cordobesa pero también al Banco de España, convertido en una especie de tribunal supremo sin apelación, ante el que nada valen las razones sociales ni el equilibrio territorial.
Tampoco se hubiera consumado el expolio si, el gobierno central hubiera respetado las competencias andaluzas en materia de Cajas de Ahorros y hubiese escuchado a la Comunidad Autónoma, en vez de beneficiar la lógica bancaria y la deslocalización de las Cajas. Por todo esto Cajasur ha sido adjudicada al BBK por el método de subasta, como si de un casino se tratara. Ya se sabe, que en el juego de la ruleta, la banca siempre gana. Andalucía pierde.