Hay un punto en que las expresiones más kitsch y horteras dan la vuelta sobre sí mismas y empiezan a señalar la decadencia de su propio mercado. Me explico, al principio fue el hallazgo de los frikis para la cultura de masas, era un momento en que se buscaban auténticos personajes para exhibirlos en el bazar televisivo. Su éxito dio lugar a una saga de personajes de los que el público se reía a placer. En una nueva fase, son las propias cadenas televisivas las que no contentas con “la producción natural” de estos seres, los diseñan en sus gabinetes de imagen, con las características más rentables, acompañados de un mercado no desdeñable de tonos para móviles y toda su parafernalia de merchandising. La tercera fase ha llegado con la decisión de que esta estética y ética nos represente en el festival de Eurovisión. Como es evidente, no es el concurso musical lo que les interesa. En el momento en que tenga lugar la votación del concurso el fenómeno ya estará agonizante, pero habrá generado millones de euros a sus inventores.
Lo que me molesta no es que este tipo de subculturas nos representen en el Festival de Eurovisión, a fin de cuentas un festival de frikis mal disimulado. Lo que particularmente me molesta es que consiste en una forma de reírse del pueblo, con la complicidad de éste. Los personajes inventados pretenden hablar como el pueblo llano, su incultura, su sordidez pertenece a “los de abajo”.
Sin embargo, la propia peripecia que los medios han tenido que poner en marcha para el mantenimiento de estos géneros, denota que estamos ante el fin de un ciclo. ¿Cuándo nos detendremos a analizar los fenómenos de masas para poder crear nuevas culturas alternativas?
Lo que me molesta no es que este tipo de subculturas nos representen en el Festival de Eurovisión, a fin de cuentas un festival de frikis mal disimulado. Lo que particularmente me molesta es que consiste en una forma de reírse del pueblo, con la complicidad de éste. Los personajes inventados pretenden hablar como el pueblo llano, su incultura, su sordidez pertenece a “los de abajo”.
Sin embargo, la propia peripecia que los medios han tenido que poner en marcha para el mantenimiento de estos géneros, denota que estamos ante el fin de un ciclo. ¿Cuándo nos detendremos a analizar los fenómenos de masas para poder crear nuevas culturas alternativas?
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