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viernes, 24 de julio de 2009

Esperando a Bruce Sprinsgteen

Por fin tengo en mis manos las entradas para el concierto de Bruce Springsteen en Sevilla. En el quinto pino y compradas a última hora a precio de oro. Al final no me atreví a adquirir las de pista por el calor, la falta de visibilidad y la interminable espera de pie, aunque –ya lo sé- los conciertos se viven de verdad en la pista y no en una grada con el asiento numerado. En una ciudad centrada en el debate de limitar o no el uso de las sillitas plegables en la Semana Santa (¡qué habremos hecho para merecer esto!), se podría ampliar la discusión con la posibilidad de llevarlas también a los conciertos de música y a los bares de copas. Yo me manifiesto rotundamente a favor de este utensilio democrático y popular, aunque el rock y la sillita de playa no hagan una pareja ideal pero… ya se sabe que la comodidad rara vez se lleva bien con la estética.

Bruce saldrá al escenario y se nos olvidarán las penas (y el precio de la entrada). Al tercer acorde, el estadio entero va a levantarse para cantar y moverse al ritmo de la orquesta E Street Band. Incluso los más incrédulos –porque en la música hay algo parecido a la fé- verán como se les desliza el pie, los hombros y comenzarán a balbucear los estribillos, incluso sin saber una papa de inglés.

Ya he confesado que en esto de Bruce Springsteen, yo soy una conversa. Fui a verlo por primera vez con una mezcla de incredulidad y curiosidad, enamorada de canciones como The river, Born to run o Streets of Philadelphia, pero algo distante por la estética de camionero chulo que lo acompañaba. Pero de cada concierto de Bruce –si, ya tengo esa confianza con él- salen miles de conversos que se dedican a propagar las excelencias de su nueva fé.

No hay en sus conciertos ningún alarde de luminotecnia, de efectos especiales, de apariciones fantasmales. El montaje, en este caso, es presentar la música en estado puro, como una diversión coral maravillosa, con músicos de excelencia y una alegría de vivir que desconcierta. Sus canciones hablan de la épica de la gente corriente, de la lucha por la vida de gente que sabe no va a triunfar, aunque ahora, más esperanzado que nunca, está “Working on a dream”. Como decimos por aquí: ¡Ojalá, Bruce!


miércoles, 28 de enero de 2009

BRUCE SPRINGSTEEN EN SEVILLA

Por la mañana leo la prensa en internet. Me detengo, especialmente, en la información económica y en la internacional (tras los primeros pasos de Obama y esperando la resolución de conflictos que hielan el corazón). Pero hoy no puedo apenas prestar atención a ninguna noticia porque he leído que Bruce Sprinsgteen viene a Sevilla el próximo día 30 de julio.
Lo confirmo en la página de Bruce y ahí está: July 30 Sevilla, Spain, la Cartuja Olympic Stadium, para presentar su nuevo disco Working on a dream.
Yo no era “springstera” hasta que hace algunos años fui a un concierto en Granada en el que el boss presentó su disco We shall overcome, de homenaje a Pete Seeger. Me gustaban algunas de sus canciones como The river o el album de Born to run, pero me repelían otras de sus composiciones más convencionales...Hasta que una noche granadina escuché su primera canción y se desató una corriente de energía, de vitalidad y de esperanza como no había conocido.
El directo de Bruce Springsteen no es comparable a ningún grupo que haya escuchado. No tiene un gran montaje escenográfico, sólo veinte músicos en escena curtidos, de una sensibilidad extrema. La voz de Bruce, su fuerza y su vitalidad surge como un torrente desde la primera canción porque en el escenario disfrutan con lo que hacen y no regatean con el público. No están cumpliendo con una obligación comercial sino tocando canciones con el mismo entusiasmo que si lo hicieran por primera vez.
Unos días más tarde llamé a un amigo de Granada para preguntarle por qué no había ido al concierto:
- No lo comentes. Le he dicho a todo el mundo que estuve allí – me dijo
- ¿Y eso por qué?
- Pues porque si digo que no he ido tengo que decir que no me interesaba o reconocer que me he perdido algo especial que no se va a repetir.
Vericuetos del alma granadina.