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domingo, 11 de mayo de 2014

EL PP Y LAS EXQUISITECES

Publicado en El País Andalucía 

   A simple vista el candidato del PP es un buen representante de la España del pasado. Un tipo que aplica el viejo sentido común más conservador, adobado con la salsa de la España cañí. Católico, amante de los toros, de la buena mesa y de los coches de lujo. De verbo populista, verdades eternas y afirmaciones ramplonas. Ni una gota de intelectualidad estropea el acceso a sus discursos. Concibe la agricultura a la vieja usanza; gobierna las competencias de medio ambiente con el firme convencimiento de que hay que domesticar el ecologismo, construir en la costa y simplificar "los trámites ambientales" para sacar el jugo a la naturaleza. Que para eso somos la especie reina. Rara vez habla de política social, le molestan las preguntas sobre igualdad de las mujeres y ofrece a estos temas siempre la misma respuesta: “la mejor política de igualdad, es el empleo y la creación de riqueza”.

   Es la España del pasado y, según indican las encuestas, puede que sea la España del futuro. Dicen que era el mejor candidato que el PP podría ofrecer: dicharachero, populista y socarrón. El mejor candidato para un país que ha perdido la confianza en el futuro y que sólo espera recuperar los viejos tiempos del desarrollismo económico, que no volverán, o mejor dicho, que puede que vuelvan pero esta vez sin el barniz de un estado social y de un mínimo reparto de riqueza.

   Se equivoca la izquierda cuando dice que no estamos saliendo de la crisis. Lo que ocurre es que la seña de identidad de los nuevos tiempos será que aunque haya crecimiento los derechos no se recuperarán, los salarios no subirán y la desigualdad se instalará como principio de nuestras vidas.
Hace poco el vicepresidente de la CEA provocó un revuelo al afirmar que "los parados no estaban para exquisiteces" pero es esa exactamente la filosofía de los nuevos tiempos. Incluso manipulan una aspiración tan deseada como el empleo para convertirla en coartada de la eliminación de todo avance, de todo tipo de derechos.

   Según esta tesis, es una exquisitez tener trabajo digno, un salario apropiado y un horario cierto. Incluso enfermar es un lujo. Es una exquisitez cobrar una pensión digna y revalorizarla por el IPC. Es una exquisitez insoportable la escuela pública y la universidad. Un lujo inaccesible una sanidad para todos y de calidad. Es un lujo exquisito la atención a la dependencia y una exigencia sibarita la protección social. Todo lo que no sea inmediatamente productivo, rentable y barato, supone un gran estorbo para el futuro.

   Si las encuestas se confirman y el PP gana las elecciones —aunque haya perdido muchos votantes en el camino— será un aval en toda regla a las políticas que se han hecho, pero también a las que están en proyecto de ensayo o prueba como la privatización de servicios públicos o la reforma de las pensiones. De momento han mentido en el congelador algunas leyes que les resultan molestas en campaña: la ley de aborto que arrebata el derecho a decidir de las mujeres o una ley de seguridad que es una verdadera mordaza contra la movilización social, pero es evidente que en cuanto pasen las elecciones saldrán de su letargo y el triunfo les dará alas para nuevas medidas que hoy no se atreven a anunciar.

   Por eso el debate no es si estamos saliendo de la crisis, sino cómo salimos de ella y hacia qué modelo económico y social nos dirigimos. Ya no estamos hablando de medidas coyunturales, de recortes improvisados, de sacrificios temporales; hablamos de algo estable, de una reconversión social, de un cambio de valores que nos haga aceptar con naturalidad la desigualdad y la explotación. Lo malo es que este país en vez de debatir, bosteza.

domingo, 10 de noviembre de 2013

OTRA VEZ, NO



Publicado en EL País de Andalucía 

   Según Montoro, ministro de Hacienda, “los salarios no están bajando en España sino que moderan su crecimiento”. El Congreso de los Diputados está cada día más entretenido. El ministerio de la verdad es cada semana más surrealista: brotes verdes, salarios en crecimiento moderado, selección de estadísticas elaboradas por chamanes enloquecidos, reinado del oxímoron, paraíso del lenguaje encubridor, lugar donde el topless está prohibido mientras se desnuda “preventivamente” a las invitadas…

   Aunque los salarios —claro que no—, no bajan, por cuarto año consecutivo los Presupuestos Generales del Estado decretan la congelación salarial de todos los empleados públicos. No importa que el ministro prevea mayores ingresos y recuperación económica. A la función pública, ni agua, debe ser la consigna. Si tienen todavía alguna duda sumen estos descuentos: el IPC (según datos oficiales del INE) desde 2010 hasta el día de hoy ha subido un 9,1%. Se espera que el año próximo lo haga un 1,5% lo que significa que solo por efecto de la congelación salarial la función pública perderá 10,6 puntos de poder adquisitivo. A esto hay que sumarle la supresión de la paga extraordinaria efectuada por el Gobierno central que supuso una rebaja de 7 puntos sobre las retribuciones totales. Y, todavía no satisfechos con esto, sumen los 10 puntos que se derivan de la supresión de los complementos de la paga extraordinaria en la Comunidad Autónoma de Andalucía. Todo esto sin contar (no quiero llevarles a la desesperación) el aumento del 5% del IRPF o los gravámenes de todo tipo de impuestos. La pérdida total de poder adquisitivo de los funcionarios oscila entre el 20% y el 30% de sus ingresos.

   Con este panorama el ministro Montoro nos explicó, con expresión de quien merece ser calurosamente felicitado, que el próximo año se mantendrían las pagas extraordinarias.
Ese conflictivo recorte, se le olvidó decir, lo dejaba al arbitrio de las Comunidades Autónomas.Lo peor del caso es que la comunidad que inmediatamente tomó el guante fue Andalucía. El Gobierno andaluz, tras rechazar los Presupuestos Generales del Estado y afirmar que “estaban diseñados para asfixiar a las Comunidades Autónomas” y que le “restaban a Andalucía 1.200 millones de euros”, ha decidido suprimir la mitad de las pagas extras de los funcionarios andaluces. Es decir, que en vez de reclamar ante el Gobierno central la financiación que le corresponde o buscar nuevas formas de ingresos, vuelve a golpear a los trabajadores públicos.

   Se trata de una medida socialmente injusta, políticamente suicida y económicamente contraproducente. El Gobierno andaluz argumenta que lo hace para conservar el empleo público pero, aún si así fuera, no se puede combatir una injusticia con otra de idéntico calado, máxime cuando se hace de forma reiterada. Prácticamente todas las comunidades tienen idénticos complementos y forman parte del salario reglado de sus trabajadores. No se trata de una paga potestativa ni arbitraria que se pueda suprimir sin consecuencias.
En el plano político la medida es suicida porque los mismos dirigentes políticos del PP que aprietan las cuentas públicas de Andalucía serán los primeros en ponerse a la cabeza de la protesta por el recorte de las pagas públicas. El Gobierno regional acaba de regalarle su discurso político al desangelado PP andaluz que andaba a la deriva. El Ejecutivo de Andalucía perderá toda credibilidad en la oposición a las políticas de recorte de los servicios públicos, porque no puede haber calidad alguna cuando el colectivo que los sustenta es vapuleado continuamente. Para la ciudadanía, se fomenta la idea de que todos son iguales, sin paliativos.
Finalmente, la medida es equivocada en términos económicos. Los 322 millones que se detraen a los funcionarios no solo se restan de sus bolsillos, sino de la calle, de las tiendas, de los servicios, de la actividad económica y del empleo. Empobrecer a un cuarto de millón de ciudadanos andaluces nos hace más pobres a todos.
@conchacaballer

sábado, 5 de octubre de 2013

EL PUTO AUTOBÚS

   

Publicado El País de Andalucía

Me llama una alumna de mi instituto. Acaba de terminar el bachillerato con matrícula de honor y ha obtenido unas notas de selectividad que le permiten escoger la carrera que deseaba. Me dice que se ha matriculado en la UNED, la Universidad a Distancia, y le pregunto extrañada por qué.

  —Me hubiera gustado conocer el ambiente universitario pero no va a poder ser.

   Me explica que su padre y su madre están en paro. Han estado haciendo cálculos y no pueden pagar los ciento y pico euros mensuales que suponen el desplazamiento diario desde Coria del Río a la Universidad Pablo Olavide. Le contesto que no se preocupe, que estoy segura de que le concederán la beca que ha solicitado, que si no se la conceden a ella con su magnífico expediente y su situación familiar, no habrá becas para nadie.

  —Ya lo sé —me contesta— pero el problema es que las becas no empiezan a pagarlas hasta febrero o marzo y no podemos adelantar ese dinero.

   Le digo que hay algunos fondos para esas situaciones. Me dice que ya ha preguntado y que están saturados. Me ve tan afectada que es ella la que se dedica a animarme.

   —No te preocupes. Es solo una racha de mala suerte. El año que viene será distinto. Ya verás.

     A los dos días me encuentro en la puerta del instituto a una pareja de jóvenes estudiantes que terminaron también el curso pasado con estupendas calificaciones y una inesperada historia de amor. Los hacía en la Universidad pero me dicen que han venido a matricularse en el único ciclo superior de formación profesional que existe en la localidad, el de Informática. Algo totalmente ajeno a sus aspiraciones y a la orientación de sus estudios. Me cuentan exactamente la misma historia. Los pocos kilómetros que separan este pueblo de la ciudad de Sevilla se han convertido en un foso insuperable. El pago de las becas se produce con retraso y eso les obliga a adelantar un dinero que no poseen. Siento una profunda rabia.

    —No pasa nada. De verdad —me dice él con más convencimiento que ella—. No vamos a perder el año. Vamos a buscar algún trabajillo y ahorrar para poder empezar la carrera el próximo curso.

   Frente a los cristales de secretaría está la madre de uno de los alumnos del centro. Tanto ella como su marido están parados desde hace más de tres años. Les pregunto si ha mejorado la situación.

—Bueno… vamos tirando. Tenemos la suerte de tener la casa pagada y mi padre se hace cargo de los gastos extras, que si unos zapatos, una equipación… nos arreglamos con muy poco.
—¡Ojalá las cosas mejoren! —le digo sin mucha convicción—.
—¡De verdad! Todos los días cuando me levanto me acuerdo de los que no tiene nada, asegura.

    Me hace sonreír el optimismo histórico que nos permite sobrevivir y esa compasión que quita peso a las penas propias.

    En la sala de profesores discutimos las actividades extraescolares para este curso. Mejor dicho podamos, recortamos, escatimamos las que se solían hacer en años pasados. Recordamos con humor cuándo proponían ir a Cancún o a la Riviera Maya. Ahora ir a Granada ya es un lujo y las actividades son muy modestas: visitar algún museo de Sevilla, asistir a una función de teatro o participar en la feria del libro.

   —Aún así habrá alumnos que no podrán pagar el billete del autobús —nos advierte alguna compañera—.

    Antes Sevilla estaba muy cerca, ahora muy lejos. El modesto autobús al que apenas prestábamos atención juega ahora un papel determinante en cientos de vidas. Nunca pensé que subir a un autobús o a un vagón del metro llegase a ser un problema. Era el dinero menudo que volaba de nuestros bolsillos sin saber cómo. El mismo que hoy se cuenta, se mide, se planifica.

    Camino de casa observo a los viajeros que esperan en la marquesina con cara de indiferencia. Desde luego no son privilegiados. Como siempre, el conductor ha ocupado buena parte de la calzada e interrumpe el tráfico hasta que embarcan todos los viajeros. El vehículo va casi vacío. No sabe que se ha convertido en un nuevo símbolo de la escasez. El puto autobús.
@conchacaballer

EL PAPA FRANCISCO Y LOS OBISPOS ANDALUCES


 Publicado en AndalucesDiario
    Desde que el Papa Francisco ha dicho que “la curia vaticana es la lepra del papado” no dejo de pensar en los obispos andaluces. Ya sé que no pertenecen a la curia vaticana, pero presentan rasgos muy parecidos al grupo que describe el recién elegido Papa.

    Los obispos andaluces se agrupan en una entidad denominada “Obispos del Sur de España”, aunque son mayoritariamente de nuestra tierra y los temas que abordan son rabiosamente andaluces. Celebran asambleas con relativa frecuencia en la que acuerdan documentos conjuntos que luego se traducen en acciones, homilías o recomendaciones a los fieles. Sienten debilidad por la política y no hay suceso electoral ante el que no se pronuncien con un indeleble tinte azul marino, casi negro, diría yo. Durante la tramitación del Estatuto de Autonomía dieron su “do de pecho” en contra y en las recientes elecciones andaluzas orientaron a los fieles hacia las opciones contrarias al aborto, al matrimonio homosexual y a la defensa de la familia clásica. Perdieron

    Si tienen la curiosidad o el frikismo de repasar sus acuerdos, pensaran que se han equivocado rotundamente de país y de comunidad. La crisis económica es, para ellos inexistente. Los pobres, excepto alguna rendición de cuentas de Cáritas, invisibles. El dolor social, desconocido. Los temas sobre los que discuten, acuerdan y promueven son la ley de patrimonio de Andalucía y cómo afecta a los bienes eclesiales;  la beatificación y canonización de los mártires de las persecuciones religiosas de 1936 o, su tema estrella: la defensa, exigencia, reivindicación y presión a favor de la enseñanza religiosa concertada y privada en la Comunidad Autónoma de Andalucía. En este caso, eso si, entran en harina, felicitan la elaboración de la LOMCE y denuncian las trabas que, en su opinión, el gobierno andaluz está poniendo a la enseñanza concertada. Ni una línea por los recortes de la enseñanza pública o la pérdida de becas. Si creen que exagero pueden verlo aquí.

    Sobre el nuevo Papa, ni pío. La publicación de los obispos del Sur guarda un absoluto silencio sobre sus declaraciones o actividades. A título individual, algunos obispos contradicen o matizan las intenciones del nuevo Papa de renovar el papel de las mujeres en la Iglesia. “El sacerdocio es un don, no un derecho”, declaró recientemente el Obispo de Córdoba.

    Y es que si el Papa Francisco piensa que la única oposición que puede encontrarse para renovar su institución es la curia vaticana, está el pobre mucho más que equivocado. Cuando afirmó que en esta crisis económica, había que estar al lado del más necesitado, que la iglesia debería ser un hospital de campaña para los que sufren o cuando criticó que la Iglesia viviera “obsesionada con el aborto o los matrimonios gays” y los instó a no inmiscuirse “en la vida personal”, estaba retratando fielmente a gran parte de los obispos andaluces.

    Todavía resuenan las palabras del obispo de Granada en las que afirmaba que “España es un país subsidiado y plagado de funcionarios”. O las de aquel otro que santificaba los sacrificios de los recortes. O el insigne obispo de Córdoba, un Sherlock Holmes de la jerarquía eclesiástica, que había descubierto que  “la UNESCO tiene un plan para hacer que la mitad de la población mundial se vuelva homosexual”. O las peores declaraciones nunca vistas sobre la pederastia en el seno de la iglesia, que provinieron del Obispo de Tenerife, también asociado a la Asamblea de Obispos del Sur, cuando afirmó que “hay menores que desean el abuso e incluso te provocan”.

    El aislamiento de la sociedad, la defensa de intereses endogámicos, la insensibilidad ante el dolor social y la obsesión por la sexualidad no es un mal aislado solo en los pasillos vaticanos. Por eso espero con infinita curiosidad los movimientos en la curia española y, especialmente, en la del sur, encastillada en un integrismo hostil a todo cambio.

sábado, 30 de junio de 2012

PASE DE PERMANENCIA

Publicado en El País Andalucía
He recibido una carta de un amigo al que hace tiempo no veía. No sé exactamente su edad pero debe rondar los 35. Acaba de tener una hija y está loco de contento. Entre todas las fotos de ese día de la que se muestra más orgulloso es de aquella en la que su hija mayor, fruto de un matrimonio anterior y ya adolescente, toma en sus brazos al bebé con una singular expresión de amor. Pienso en cuánto ha cambiado la sociedad, cómo se han borrado las fronteras familiares, cómo han desaparecido palabras como hermanastro, con ese feo sufijo que dividía los afectos por el porcentaje de la sangre y cómo, en la actualidad, hay segundos hijos tan deseados por los padres como por los hermanos ya mayores. Los que procedemos de familias numerosas, en las que día sí y otro también, queríamos asesinar a alguno de nuestros hermanos, no podemos comprender esa ansia de tener un compañero de infancia, ni sabemos nada de soledades infantiles, ni de esa nueva tristeza de carecer de recuerdos infantiles compartidos.


Mi amigo está feliz ante esa nueva oportunidad que le da la vida. Asistió al parto, cortó con mano temblorosa el cordón umbilical que inauguraba esta nueva vida, gastó la batería de la cámara haciendo fotos en la habitación del hospital y besó interminablemente a su mujer. Se deshizo en elogios ante los cuidados y la calidad de la asistencia sanitaria. Tanto que escribió: “Un millón de gracias a la sanidad pública andaluza. A pesar de los recortes y las dificultades, es un privilegio tener a nuestro servicio este nivel de atención y de dedicación plena. No lo valoramos lo suficiente. Hay que pelear por conservarlo”.

Al terminar el parto y una vez que su mujer estaba ya en planta, se dirigió al mostrador para devolver la bata verde y recoger sus pertenencias. En ese momento no pudo evitar romper a llorar. El personal sanitario le daba palmadas en la espalda, intentaban calmarlo. “Es normal. Es una experiencia muy emocionante”. Él movía su cabeza negativamente. No es eso, les dijo. Y salió precipitadamente del hospital.

Fuera la prima de riesgo bailaba al son siniestro de los mercados. En Grecia habían ganado los de siempre, con la ayuda inestimable de toda una presión internacional organizada para evitar a la peligrosa izquierda radical. La democracia seguía tambaleándose ante el poder del dinero y los políticos daban nuevas lecciones de impotencia y de desconocimiento de la realidad.

Cerca del hospital, enfermeras, médicos, funcionarios de la administración, interinos y amenazados por nuevos ERE se manifestaban contra las amenazas y los recortes. No es cierto que no estén dispuestos a sacrificarse, es que nadie conoce la hoja de ruta de estas políticas. Si de verdad alguien garantizase que la pérdida de un 10%, de un 20% de su salario sirviera para crear empleo, para salir definitivamente de esta espiral de la crisis económica, la mayoría no dudaría en hacerlo. El problema es que los sacrificios se hacen ante un Dios desconocido e insaciable, sin que siquiera corresponda bajando nuestra prima de riesgo o creando unos millares de empleos en nuestra tierra.

Mi amigo lleva más de un año en paro. No es tan joven como para quitarle importancia a estos años oscuros y esperar mejores tiempos, pero tampoco es tan mayor como para tener a la vista las pequeñas ventajas de la jubilación. De los buenos tiempos solo le quedan algunas cotizaciones de contratos inestables a tiempo parcial, un enorme televisor de plasma y unos cuantos meses de paro que ya ha consumido. Si la crisis se prolonga cuatro o cinco años más, cumplirá 40 años y empezará a ser muy mayor para un mercado laboral cada vez más exigente. Tiene la impresión de estar a mitad de camino, en tierra de nadie o, peor, navegando en un velero sin la menor señal de que exista una tierra cercana.

Al salir del hospital no lloraba por la emoción de contemplar a su hija recién nacida. Las cosas buenas no te hacen llorar de esa manera. Fue al observar sus pertenencias que todavía llevaba en la mano: su cartilla de desempleo y cinco euros cuidadosamente doblados, metidos en el plástico de su pase de permanencia.

viernes, 23 de enero de 2009

RESPUESTA ANDALUZA A LA CRISIS


Hoy publico este artículo en El Correo de Andalucía

"La sombra de Obama planeaba sobre el debate parlamentario de esta semana en la cámara andaluza: todos querían imprimir un toque de sinceridad y de unidad a su discurso. El Presidente de la Junta reconoció, por primera vez, la gravedad de la crisis y los tiempos sombríos en los que vivimos. Por su parte, el señor Arenas contenía a duras penas su confrontación personal, y se ofrecía arrimar el hombro. Pero fuera de la cámara no había un público ilusionado y expectante, sino andaluces cansados, escépticos, que esperan poco de la política. Las cosas han cambiado a una velocidad de vértigo. En menos de un año hemos pasado de la promesa del pleno empleo a la previsión de un millón de parados; de una disponibilidad infinita de crédito a unos bancos cuyas ventanillas están abiertas pero sus arcas cerradas; de un crecimiento desbocado a una recesión sin expectativas; de una crisis financiera limitada a una crisis global que afecta a los mercados, a la producción, el uso de los recursos naturales y la disponibilidad alimentaria.Ante algo nuevo, sin precedentes en la historia reciente, no se puede responder con las viejas recetas, los mismos discursos políticos, idénticas palabras. No es posible, ni siquiera deseable, volver al crecimiento desmesurado de estos últimos quince años. Todo el mundo lo sabe.No es un catálogo de medidas dispersas lo que puede detener la crisis y devolver la ilusión a los andaluces. No se trata tampoco –como apunta la derecha– de gestionar mejor la administración pública ni, mucho menos, de bajar los impuestos y exportar la ruina privada a las arcas públicas. Sólo un cambio en profundidad del modelo económico andaluz puede operar el milagro. Las viejas recetas están demostrando no ser siquiera paliativas y hacen perder un tiempo precioso para la recuperación. Valgan dos ejemplos: los avales a los bancos no hacen circular el dinero hacia la sociedad y se utilizan para consolidar el balance bancario. En cuanto a los ocho mil millones en obras extraordinarias para los ayuntamientos, una vez invertidos –por cierto en un sector sin presencia alguna de mujeres– no consolidarán ni un puesto de trabajo ni nuevos servicios para la comunidad. Se puede, sin embargo, convertir la crisis en una oportunidad para cambiar el signo de la economía andaluza. La respuesta, puede provenir de los sectores hasta ahora marginales del modelo económico: la ecología y el desarrollo social. Si los ciento veinte mil millones de euros en avales a la banca, se hubieran empleado para avalar energías renovables, reciclaje de materiales y todo lo que se conoce como “trabajo verde”, se crearían miles de puestos de trabajo que apuntarían, además, a un nuevo modelo económico. Si los ocho mil millones de euros a los ayuntamientos –que se van a dedicar en su mayoría a obras superfluas– se dedicase a crear una verdadera red de servicios sociales en cada municipio, se crearía bienestar y empleo de calidad.No se puede abordar una crisis estructural con medidas coyunturales. Eso es sólo esperar que la inercia de los tiempos solucione la crisis económica. Y no nos engañemos, aunque la actual crisis económica sea de origen internacional, el foso de la caída se ha excavado con las manos andaluzas que han apostado alegremente por un crecimiento urbanístico desproporcionado y han desdeñado trazar un modelo económico sostenible, social y productivo."