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lunes, 25 de agosto de 2014

¿EDUCACIÓN O MERCADO?

Publicado en El País de Andalucía 

   Sentado junto al Ministro de Educación, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, afirmó que “los universitarios españoles tienen un nivel comparable a los estudiantes de secundaria de Japón”. Busco algún dato que avale esta información y resulta que el estudio —todavía no publicado— procede de una Fundación denominada Conocimiento y Desarrollo que está presidido por Ana Botín, consejera del grupo Santander y miembro del Consejo de Administración de Coca-Cola. De esta fundación forman parte, también, un nutrido grupo de grandes empresas españolas que buscan, entre sus objetivos, adecuar el sistema universitario al mercado laboral.

   En la misma comparecencia, el secretario de la OCDE se manifestó a favor del copago universitario y de convertir las becas actuales en un sistema de préstamos a devolver por el estudiante. Los medios de comunicación “compraron” inmediatamente el escandaloso titular y casi ninguno citó que se trataba de un estudio de un grupo empresarial. Junto a esta noticia, que desacreditaba el conjunto de la Universidad española, se relacionaba el paro con la sobretitulación o la titulación equivocada de nuestros jóvenes y no con el modelo productivo de nuestro país. Al parecer hay millones de puestos de trabajo pero nuestros jóvenes, ay, tienen titulaciones equivocadas. Debe ser por eso por lo que en medio mundo se les recibe con los brazos abiertos mientras que en nuestro país el mercado laboral los expulsa.

   Varios días después se dio a conocer un informe sobre la educación financiera de los jóvenes de 15 años y en el que los estudiantes españoles han quedado en la cola. Esta vez sí se trata de un informe de la OCDE solo que no es un informe global sino reducido a una quincena de países. Nuevamente mi sorpresa es que el BBVA patrocina estos estudios y su presidente, Francisco González, afirma que “la educación financiera es una tarea colectiva”. El caso es que los alumnos que tenían cuentas corrientes en bancos (al parecer un 50% de la muestra) sacaron muchos puntos de ventaja sobre el resto. Pero la desigualdad social no es algo que preocupe en absoluto a la OCDE ni a sus estudios, lo importante son los resultados, la competencia, la evaluación numérica, que no evolutiva, de los alumnos. Según González, la educación financiera es “una parte muy importante de lo que es una sociedad en cuanto a tomar decisiones informadas en cuanto a su ahorro, en cuanto a su gasto. Hace que los ahorradores sean más consistentes y que los deudores sean mucho más responsables en el tiempo”. O sea que la labor de la educación es la simple integración en el mercado laboral y la de formar ciudadanos que paguen a los bancos.

   Me informo de que han empezado a emerger empresas evaluadoras, compraventa de pruebas valorativas, cursos especializados para que los centros obtengan resultados superiores al calor de esta fiebre cuantificadora del sistema educativo. En algunos países asiáticos ya se someten a pruebas de hora y media de duración a niños de seis años. Desde pequeños hay que inducirlos a competir en el mercado. En vez de un nombre, una historia, una cultura, serán un número en la escala global que les otorgará su lugar exacto en el mercado laboral.

   La mercantilización de la educación no es ya una tendencia sino una realidad que se expone con descaro y sin el menor respeto a la comunidad educativa. La opinión del profesorado, de la pedagogía, de las ciencias sociales no cuenta para nada en el diseño educativo. Son las empresas y la banca los que diseñan la orientación y las materias que se imparten. La educación como proceso de formación del ser humano, de transmisión de cultura, conocimientos, creatividad y crítica ha sido suprimida sin contemplaciones. No hablemos ya siquiera de su valor como equilibrador social y como igualdad de oportunidades. Por eso, la OCDE que no la Unesco ni algún organismo internacional de rostro más humano ha ocupado el lugar de autoridad educativa mundial. A no ser que se produzca un movimiento de regeneración educativa, aviados vamos entre el inmovilismo de la vieja escuela y la mercantilización brutal de nuestro futuro.

domingo, 11 de mayo de 2014

INVENTOS WERT: LA POSTBECA

Publicado en El País Andalucía 

   He encargado a los alumnos que preparen una exposición en clase. Les he dado instrucciones sencillas: disponen de 10 minutos para explicarla, no pueden llevarla escrita solo (¡ay, qué trabajo cuesta escribir “solo” sin tilde!) una pequeña ficha para orientarse. El tema es libre y deben haber consultado varias fuentes para su composición.

   El primer alumno nos habla de la moda del selfie. En su opinión el aumento de este fenómeno responde al culto al cuerpo y a un egocentrismo galopante que nos empuja a olvidarnos de lo que nos rodea. La clase ha aplaudido su intervención.

   El segundo en intervenir ha salido sin un solo papel. Explica que no ha tenido que consultar fuentes, que se basa en su experiencia directa y que no ha sabido cómo titular su exposición: ¿la crisis? ¿el final de las ilusiones? ¿realmente estamos saliendo del túnel?

   “Cuando la crisis empezó, éramos casi igual de pobres —comienza— pero teníamos algunas cosas que creíamos permanentes. Mi padre ya estaba prejubilado por enfermedad y su pensión era escasa. Cada semana íbamos a la farmacia a recoger los ocho medicamentos que necesita tomar diariamente. Ahora no vamos todas las semanas. Algunas veces lo estiramos 10 o 15 días. Depende. Cada vez que vamos a por los medicamentos tenemos que pagar siete o 10 euros. No es gran cosa, pero hay semanas que nos viene muy mal, por eso cada día se salta alguna pastilla para que la cajita le dure más”. La clase se ha quedado en completo silencio. “Soy hijo de jornaleros y nieto de jornaleros. Venir hasta aquí me cuesta una larga caminata cada día. Aún así, mi familia y yo teníamos la ilusión de que hiciera estudios superiores. Mis padres estaban muy orgullosos porque hubiera sido el primero de toda mi familia. Pero ahora creo que es imposible. En el caso de que me dieran una beca me la pagarían a final de curso y nosotros no podemos aguantar ese tiempo”. La clase está absolutamente conmovida, las bocas fruncidas, los ojos completamente abiertos, redondos, para evitar lágrimas inútiles. Pasaron después algunas otras cosas pero voy a poner fin a la escena. Ya es suficiente.

   Este domingo es 4 de mayo. A miles de estudiantes todavía no les han ingresado sus becas. Quienes ya las han recibido certifican que han cobrado mucho menos que en años anteriores. Los que esperan todavía no saben cuál es la cuantía. Han inventado un tramo variable tan difícil de descifrar que han anunciado para el próximo año un simulador de cálculo múltiple. Antes cuando aspirabas a una beca sabías cuál era su cuantía. Ahora no. Los requisitos se han vuelto prolijos y algunos absolutamente surrealistas. Por ejemplo, en bachillerato, si te matriculas en un curso completo puedes tener beca, pero si vuelves a los estudios con 80% de asignaturas por completar, no tienes derecho alguno.

   El Ministerio de Educación ha tomado el principio de igualdad y lo ha retorcido de tal forma que se parece al de la malvada discriminación. Quienes entregan la solicitud de una beca o ayuda se adentran en un universo desconocido de cálculos, plazos, estimaciones que no conocen y que les impiden planificar su vida ¡Que vuelva Kafka, por favor y nos relate la maldad de esta burocracia postmoderna! Ya no hay becas, sino postbecas que se entregan casi al finalizar el curso. Mientras tanto los estudiantes, para sobrevivir en las aulas, necesitan préstamos de familiares o de bancos, o sea, una especie de prebecas que ni Kafka podría imaginar en sus laberintos. Quienes no lo consiguen, se marchan en silencio.

   ¡Qué equivocados estábamos los que anunciábamos que con esta política educativa los pobres saldrían del sistema educativo superior en unos 10 o 15 años! Bastarán dos o tres cursos para que los más desfavorecidos desaparezcan sin dejar más rastro que el de su tristeza. Mientras, el monstruo sonríe.
@conchacaballer

INSOPORTABLE CINISMO


Publicado en el País Andalucía

   La primera conclusión que se puede extraer del último informe PISA sobre la capacidad para resolver problemas es que los jóvenes de 15 años de nuestro país tienen poca autonomía personal, están sobreprotegidos y, para ciertos aspectos de la vida, parecen tener tres años menos de su edad. No hacía falta el informe PISA para esto. Lo que resulta chocante es que todos han señalado a la educación —que no a la familia, a la sociedad, a los medios de comunicación— de la falta de madurez de nuestros jóvenes.

   La segunda conclusión, puede ser preocupante. Si las pruebas del PISA son universales e intentan alejarse de cualquier localismo o factor que altere los resultados, ¿cómo es posible que los ejercicios se refieran a programar un MP3, un robot de limpieza, un climatizador o comprar un billete de metro en la pantalla de un ordenador táctil? ¿Se emplearon las mismas preguntas en todos los países y condiciones? Imaginen a un niño colombiano enfrentándose a aparatos que no ha visto en su vida, comprando un billete para un metro en el que jamás han puesto un pie o interpretando un plano de transportes que desconocen.

   La tercera conclusión es de carácter político. La reacción del Ministerio de Educación ha sido de un cinismo espectacular. La secretaria de Estado ha afirmado que la metodología que se aplica en las aulas es “anticuada, más centrada en la adquisición de conocimientos que en la resolución de problemas complejos, desarrollar un pensamiento crítico y trabajar en equipo”. Estoy absolutamente de acuerdo con estas afirmaciones pero provienen de un ministerio y de un partido político que acaba de aprobar la LOMCE, una ley que cabalga en dirección contraria a estos criterios. Para impulsar el pensamiento crítico ha acabado con la Filosofía, impuesto la religión como materia evaluable y suprimido Educación para la Ciudadanía. Una ley que ha aumentado la carga memorística, reducido el valor de las competencias y ninguneado la formación en las nuevas tecnologías en la enseñanza.

   No sé si el PP recuerda su sublevación, hace solo tres años, contra la introducción de los ordenadores, las pizarras digitales y el wifi en la escuela, hasta el punto de que tres comunidades autónomas (Madrid, Murcia y Valencia) rechazaron los fondos que el Ministerio de Educación les ofrecía e incluso argumentaron que el uso del ordenador “provocaría miopía y problemas ergonómicos en los adolescentes”.

   Pero donde las afirmaciones del ministerio se vuelven apoteósicas es en el tratamiento a los docentes. De sus palabras se deduce que son “anticuados”, no desean “liderar los cambios”, se oponen “a las nuevas metodologías” y son, más o menos, un obstáculo a las reformas. Es el mismo Gobierno que ha suprimido dos horas de trabajo de coordinación y tutoría, el que ha aumentado espectacularmente el número de alumnos por aula y ha despedido a 35.000 docentes en el primer año de su mandato. No hay apenas nada en la LOMCE que hable de nuevas metodologías ni que promueva la formación del profesorado, que se realiza de forma individual con cargo al tiempo y dinero del propio docente. En vez de reconocimiento, exigencia; en vez de apoyo, culpabilidad; en lugar de comprender que la educación es una tarea de toda la sociedad, se hace responsable al docente de los comportamientos, capacidades, conocimientos, autonomía, integración, valores y futuro de nuestros jóvenes… ¡Ni que fuésemos superhéroes que no queremos emplear nuestros superpoderes!

sábado, 5 de octubre de 2013

EL PUTO AUTOBÚS

   

Publicado El País de Andalucía

Me llama una alumna de mi instituto. Acaba de terminar el bachillerato con matrícula de honor y ha obtenido unas notas de selectividad que le permiten escoger la carrera que deseaba. Me dice que se ha matriculado en la UNED, la Universidad a Distancia, y le pregunto extrañada por qué.

  —Me hubiera gustado conocer el ambiente universitario pero no va a poder ser.

   Me explica que su padre y su madre están en paro. Han estado haciendo cálculos y no pueden pagar los ciento y pico euros mensuales que suponen el desplazamiento diario desde Coria del Río a la Universidad Pablo Olavide. Le contesto que no se preocupe, que estoy segura de que le concederán la beca que ha solicitado, que si no se la conceden a ella con su magnífico expediente y su situación familiar, no habrá becas para nadie.

  —Ya lo sé —me contesta— pero el problema es que las becas no empiezan a pagarlas hasta febrero o marzo y no podemos adelantar ese dinero.

   Le digo que hay algunos fondos para esas situaciones. Me dice que ya ha preguntado y que están saturados. Me ve tan afectada que es ella la que se dedica a animarme.

   —No te preocupes. Es solo una racha de mala suerte. El año que viene será distinto. Ya verás.

     A los dos días me encuentro en la puerta del instituto a una pareja de jóvenes estudiantes que terminaron también el curso pasado con estupendas calificaciones y una inesperada historia de amor. Los hacía en la Universidad pero me dicen que han venido a matricularse en el único ciclo superior de formación profesional que existe en la localidad, el de Informática. Algo totalmente ajeno a sus aspiraciones y a la orientación de sus estudios. Me cuentan exactamente la misma historia. Los pocos kilómetros que separan este pueblo de la ciudad de Sevilla se han convertido en un foso insuperable. El pago de las becas se produce con retraso y eso les obliga a adelantar un dinero que no poseen. Siento una profunda rabia.

    —No pasa nada. De verdad —me dice él con más convencimiento que ella—. No vamos a perder el año. Vamos a buscar algún trabajillo y ahorrar para poder empezar la carrera el próximo curso.

   Frente a los cristales de secretaría está la madre de uno de los alumnos del centro. Tanto ella como su marido están parados desde hace más de tres años. Les pregunto si ha mejorado la situación.

—Bueno… vamos tirando. Tenemos la suerte de tener la casa pagada y mi padre se hace cargo de los gastos extras, que si unos zapatos, una equipación… nos arreglamos con muy poco.
—¡Ojalá las cosas mejoren! —le digo sin mucha convicción—.
—¡De verdad! Todos los días cuando me levanto me acuerdo de los que no tiene nada, asegura.

    Me hace sonreír el optimismo histórico que nos permite sobrevivir y esa compasión que quita peso a las penas propias.

    En la sala de profesores discutimos las actividades extraescolares para este curso. Mejor dicho podamos, recortamos, escatimamos las que se solían hacer en años pasados. Recordamos con humor cuándo proponían ir a Cancún o a la Riviera Maya. Ahora ir a Granada ya es un lujo y las actividades son muy modestas: visitar algún museo de Sevilla, asistir a una función de teatro o participar en la feria del libro.

   —Aún así habrá alumnos que no podrán pagar el billete del autobús —nos advierte alguna compañera—.

    Antes Sevilla estaba muy cerca, ahora muy lejos. El modesto autobús al que apenas prestábamos atención juega ahora un papel determinante en cientos de vidas. Nunca pensé que subir a un autobús o a un vagón del metro llegase a ser un problema. Era el dinero menudo que volaba de nuestros bolsillos sin saber cómo. El mismo que hoy se cuenta, se mide, se planifica.

    Camino de casa observo a los viajeros que esperan en la marquesina con cara de indiferencia. Desde luego no son privilegiados. Como siempre, el conductor ha ocupado buena parte de la calzada e interrumpe el tráfico hasta que embarcan todos los viajeros. El vehículo va casi vacío. No sabe que se ha convertido en un nuevo símbolo de la escasez. El puto autobús.
@conchacaballer

lunes, 1 de julio de 2013

EL NOMBRE BUENO DE LAS COSAS MALAS


Publicado en el País de Andalucía

 “Cuando quieran hacer algo malo, busquen un nombre bueno”, es el consejo de los expertos internacionales en comunicación.Y el ministro de Educación, José Ignacio Wert, lo ha tomado al pie de la letra. Ha cambiado el término exclusión por excelencia y lo ha dirigido como una bomba de relojería contra los estudiantes sin recursos económicos. Ha empleado la palabra “pobre” con profusión, “excelencia” con delectación y ha acusado a Andalucía de tener demasiados estudiantes sin recursos en la Universidad. Para finalizar ha afirmado que está dispuesto a ser duro con los pobres por que “cuando se recibe dinero público, es lógico pedir un esfuerzo extraordinario”.
 
   La ideología de la derecha es muy hábil en hacer creer a la clase media, que hay una horda de holgazanes viviendo a nuestra cuenta. Es una vieja estrategia de tensión y de confrontación que intenta servir de válvula de escape a unas clases medias cada vez más empobrecidas por la crisis. Por eso, es muy importante que la verdadera información y que la pedagogía nos ayuden a separar los argumentos ficticios de los reales.

   Antes de que ningún lector se apunte a las tesis de Wert es conveniente conocer la realidad. La Universidad se sufraga fundamentalmente con dinero público. Dependiendo de la Comunidad, las tasas solo suponen entre el 15% y el 25% del coste total del servicio universitario. En Andalucía, al haber mantenido las tasas en su horquilla más baja, la subvención pública cubre el 85% del coste universitario en la primera matrícula. En consecuencia, no solamente están becados los “pobres” sino que la totalidad de los estudiantes universitarios disfrutan de una “beca” porque sus estudios son financiados con los impuestos de toda la ciudadanía. Curiosamente, el 80% de estos impuestos procede de trabajadores y, casi el 40% de cotizantes mileuristas. Por eso, todos los que hemos estudiado en la Universidad, incluido el ministro Wert, hemos sido becarios. Sin embargo, solo hablamos de control del dinero público y del esfuerzo para referirnos a los estudiantes a los que ofrecemos un pequeño plus en forma de beca oficial.
 
    Es más, cuando el ministerio niega ayudas públicas a un estudiante por haber suspendido alguna asignatura, no está defendiendo ningún criterio de excelencia de la educación universitaria. Simplemente lo condena a la exclusión mientras sigue regando con dinero público los estudios de su compañero de aulas que ha suspendido el curso completo.

   El término “excelencia” se ha convertido en el caballo de Troya de la exclusión social, en un arma arrojadiza contra los estudiantes sin recursos, mientras la verdadera excelencia universitaria se desangra por la fuga de cerebros jóvenes al extranjero o se guillotina con el recorte brutal a la investigación.

  Si alguien piensa que el debate sobre las becas solo atañe a las personas sin recursos algunos, se equivoca gravemente. En esta primera fase del proyecto educativo de la FAES, se trata de reducir a la mitad el número de alumnos sin recursos que pueblan las aulas universitarias, pero tras este ajuste, se pretende “adecuar las tasas universitarias a sus costes reales”, es decir, encarecer de forma exponencial el acceso a la Universidad.

   Aunque a las clases medias les guste pensar que su futuro está ligado a los sectores de mayor nivel adquisitivo, la realidad es que el empobrecimiento galopante y el recorte de los servicios públicos acabarán con ellas. De hecho, los precios de los másteres y estudios postgrado son ya un factor de selección económica, que no académica, del currículo de nuestros jóvenes. Por eso, el debate sobre la excelencia, planteado en estos términos, acabará siendo una trampa que devorará el modelo universitario. Esta medida es el primer paso para imponer nuevas restricciones, mayores tasas y privatizaciones de este servicio. Los que aplauden la retirada de becas, que vayan preparando cien o 200.000 euros para que estudien los jóvenes del futuro. Avisados estamos.

lunes, 27 de mayo de 2013

WERT O DESPRESTIGIA CUANTO PUEDAS

Mi artículo de esta semana en El País Andalucía


     El ministro Wert no consiguió su nombramiento por su papel de contertulio sino por colaboraciones con la FAES de Jose María Aznar donde ya proponía un cambio total en el modelo educativo, se lamentaba de la abundancia de becas universitarias y manifestaba su preocupación por la escasa religiosidad de la sociedad española, especialmente los jóvenes. Con esos magníficos avales le encomendaron la tarea de reformar, cristianizar y españolizar el sistema educativo aprovechando que la crisis es una oportunidad única para cambiar las reglas de juego sociales.

   Sin embargo, esta tarea no se hubiera podido culminar si desde hace años, la derecha política española y todos los think tank que las envuelven, no hubiesen conseguido desprestigiar la escuela pública, sus resultados y caricaturizar sus problemas.

   Mutilaron y manipularon informes como el PISA o el de la OCDE para presentar la cara más oscura de la enseñanza española. Ocultaron celosamente todos sus éxitos y consiguieron que la palabra educación se impregnara del concepto de fracaso, error y conflicto.

   La enseñanza en España necesita cambios en profundidad, sin duda. Especialmente la educación secundaria necesita encontrar nuevos caminos y mejoras, pero no todo lo existente ni los valores del modelo actual están caducos y fracasados, sino más bien faltos de desarrollo y de aplicación.

   Para sacudirnos tanto prejuicio y mentira, nada mejor que ver la evolución de la enseñanza española. Según afirman los estudios de la OCDE el punto de partida de la educación en España era el más penoso de Europa. Al inicio de la democracia solo el 17% de los adultos tenía estudios equivalentes a secundaria. En estos momentos es el 64% de la población quien ha conseguido ese nivel.

   Por si alguien argumenta que nos hemos ido demasiado lejos, la OCDE en el último informe aplaude el salto que se ha producido en la enseñanza entre los años 2000 y 2010 en los que se ha recortado la diferencia con el resto de los países de 11 a cuatro puntos en el nivel educativo del conjunto de la población. Si en estos años no se hubiese producido el auge del ladrillo, con la nefasta consecuencia de sacar de las aulas a miles de jóvenes, nuestro nivel estaría completamente equiparado a nuestro entorno.

   El sistema educativo español, con todos sus defectos, es actualmente uno de los primeros del mundo en equidad y uno de los más potentes en facilitar la movilidad social. La mitad de los estudiantes españoles superan el nivel educativo de sus padres, en muchos casos en varios escalones y este es el mejor indicador de su éxito. En el caso de Andalucía, por aproximación, podemos estimar que más del 65% de los jóvenes superan educativamente a sus padres. Todo un motivo de orgullo y un ejemplo de superación, porque los déficits culturales tardan mucho tiempo en ser superados.

   Por si no fuera suficiente, tenemos el mayor índice de escolarización infantil del mundo que dará sus frutos en el futuro, si es que no desaparece antes. Tenemos una población universitaria amplia, bien formada y con titulaciones apreciadas en el mundo entero. Resulta infame el desprestigio al que se quiere someter la comunidad universitaria y el recorte a sus estudios. Finalmente tenemos un núcleo de problemas en los estudios medios y en la recuperación de los estudiantes que abandonaron las aulas que deberíamos haber afrontado con decisión e imaginación.

   Incluso en estos años de crisis, de malas noticias imparables, la educación se ha superado a sí misma, ha aumentado el éxito escolar casi diez puntos y ha rescatado miles de jóvenes para la formación y el futuro.
El complejo de inferioridad, la falta de compromiso y de proyecto educativo de la izquierda, en general, han paralizado las iniciativas de cambio y han defraudado a un profesorado convertido en rompeolas de todos los conflictos sociales. Ahora la derecha española ha cubierto este hueco con un proyecto educativo cuyo santo y seña es la religión, la segregación y la privatización. Por cierto que en España, estas tres palabras son una sinonimia casi perfecta.
@conchacaballer





Puedes leerlo completo aquí

domingo, 5 de mayo de 2013

LA CUCHIPANDA Y ANDALUCÍA


 inabortable por definición.
  Cospedal llega a las ruedas de prensa como si entre bambalinas se hubiera hartado de llorar (demasiado colirio, querida). Soraya piensa que es demasiado joven para morir en este naufragio y juega a ser la Monti española, toda tecnocracia. Guindos y Montoro se hacen trampas en el solitario de la economía española con cara de tramposos jugadores de póker. Wert anda enredado en su afán de acabar de una vez por todas con la cultura y desmontar la educación pública. El inefable Gallardón acelera su proyecto de construir el último robot de “mujer, mujer”, toda maternidad y dulzura,

   Seis millones doscientos dos mil personas paradas y el Gobierno guarda un vergonzoso silencio. El jefe del Ejecutivo hace tiempo que desapareció. Comenzó, como todos los que ascendieron a los cielos, por pronunciar tautologías. “Sabemos lo que tenemos que hacer y lo haremos”; “al pan, pan y al vino, vino”, fueron sus proclamas iniciales, hasta que confesó que la realidad lo desbordaba y que era “very difficult todo esto”. A partir de ahí, apenas se sabe de él. Su propia existencia, como la de Dios, está puesta en entredicho: ya solo se aparece en un plasma con fondo azul celestial, como el sumo hacedor en las películas de Hollywood.

   Abandonados a sus designios, los dirigentes populares se refugian en sus más ancestrales costumbres: denigrar a la izquierda, convertirse en víctimas de las movilizaciones populares y pronunciar frases propias de la calle Serrano o del Club de Campo pero que atruenan en los oídos de la sociedad. Como una cuchipanda de buena familia ironizan con las desgracias sociales, proclaman que los dramas no son tales y compiten por hacer las declaraciones más estúpidas entre risitas de complacencia. Gracias a ellas nos enteramos de que los electores del PP “se quitarían el pan de la boca con tal de pagar la hipoteca de su casa”; que los jóvenes emigrantes son, en realidad, un beneficioso efecto de “la movilidad exterior”; o que la expropiación de viviendas a los bancos aprobada por la Junta “es demagógica y populista”. La última, es realmente, siniestra. “El bipartito convierte Andalucía en Etiopía” escribe un diputado almeriense del PP, famoso él por despotricar contra actores, jueces y manifestantes.

   A este lado del reino, el PP no levanta cabeza. Arenas corre tras su destino esquivo y no consigue situarse como portavoz siquiera adjunto del PP, perseguido por la saña de Cospedal y por su amistad con Bárcenas, mientras Zoido huye del suyo. Jamás se había escuchado a un líder andaluz proclamar que en ningún caso, palabrita de honor, querría ser candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía y que hará falta un terremoto político para arrancarlo de su Ayuntamiento.

   La desesperanza cunde en el PP andaluz. Su problema es que las viejas consignas de la derecha ya no funcionan. Hace algunos años juntaban las palabras “comunista”, “expropiación” y “uso social de la riqueza” y conseguían poner los pelos de punta a todo aquel que tenía unos cuantos euros o propiedades, pero la crisis ha cobrado tal magnitud que las acusaciones de izquierdismo son casi un halago más que un insulto. El problema del PP es que ya no funciona aquello de que “si gobiernan los comunistas te van a quitar tu casa” porque ahora los que te quitan tus propiedades, tu empleo y tus ahorros no son las hordas de la hoz y el martillo, sino la banca, los clubes selectos de los trajes caros y los bolsos mileuristas.

   El papel de Andalucía en la política española puede ser decisivo. Su efecto contagio, refrescante. Otras comunidades ya anuncian medidas similares: la expropiación de viviendas, o los planes contra la pobreza son demostraciones de que los gobiernos pueden actuar frente a los mercados. Ahora es el momento de abrir en Andalucía la agenda del empleo, la protección y los derechos sociales porque la sociedad está deseosa de encontrar un hilo de esperanza entre tanto desastre e irresponsabilidad. Aunque Cospedal llore sin necesidad de colirio.
@conchacaballer

lunes, 23 de abril de 2012

¿CRISIS O ESTAFA?

Publicado en el País de Andalucía

La nueva moneda española no se llama euro, se llama café. La cosa empezó con el Secretario de Administraciones Públicas que ridiculizó a toda la función pública como una panda de desalmados dedicados a tomar cafelito y leer el periódico. Ahora, con las medidas de copago sanitario, el portavoz del PP en la comisión de sanidad, afirma que el coste de esta medida es el equivalente a cuatro o cinco cafés al mes. Los pensionistas pueden perfectamente privarse de ellos y contribuir a pagar el gasto farmacéutico. Me informan que las grandes empresas inmobiliarias han reorientado su inversión hacia el sector sociosanitario y es que, por lo visto, detrás de estas tazas de café hay mucho negocio a la espera de abrir sus puertas.


En la Universidad, el café será completamente erradicado, porque los 500 euros de aumento en las tasas universitarias supondrán un verdadero hachazo no solo a las bebidas estimulantes, sino a las posibilidades de entrar en la enseñanza superior para miles de jóvenes españoles. El gobierno parece desear que los primeros en desaparecer de las universidades públicas sean los jóvenes con menores ingresos porque, lejos de prever un sistema compensatorio para estas subidas, han dado un recorte espectacular a las becas. Ni pobres, ni clases medias castigadas serán bien recibidas en la Universidad española. Mientras, en la estrategia soterrada de presentar como despilfarro lo que no lo es y como privilegio lo que es una riqueza para el país, abominan de nuestro sistema universitario y consideran que la existencia de 71 Universidades (50 de ellas públicas) es una prueba de derroche. Nos engañan inmisericordemente, porque en el espacio europeo hay 3.300 universidades, en Norteamérica más de 4.400 y, por ejemplo en Alemania, existen 349 Universidades distribuidas por todos los lander, o sea, cinco veces más que en España.

Como su modelo económico es de salarios exiguos y baja cualificación, han emprendido una batalla ideológica contra los estudios universitarios, la utilidad de las titulaciones, su profesorado y su capacidad de investigación. En vez de mejorar el sistema universitario, utilizar mejor los recursos y primar la I+D, la han emprendido a mandobles contra la propia formación universitaria. El Ministro se permite insinuar que en la Universidad la investigación es un fraude y la mayor parte de los estudios inútiles. La disminución del presupuesto de investigación, cercano al 26 por ciento, es de tal magnitud que alguien escribía en twitter: “con estos presupuestos, en España la próxima vez que veas a alguien con una bata blanca, será un churrero”. El más mínimo sentido común nos indica que la salida al túnel de la crisis será más factible si mimamos nuestra ciencia, la formación de nuestros jóvenes y la creación de nuevos talentos. De hecho la aportación de nuestra ciencia en la balanza comercial, es mayor a la de bienes y servicios.

El rector de la Universidad de Sevilla, Antonio Ramírez de Arellano, ha hecho una declaración al más puro estilo de Larra. “España es el único país civilizado donde desde el Ministerio de Educación se habla mal de la Educación y parece que se disfruta con ello”, ha dicho con pesar.

En la comisión de expertos que debatirán el futuro del sistema universitario, el Ministerio no ha incluido ni un solo representante de las Universidades Andaluzas. El café de las autonomías no gusta al gobierno central, a no ser que proceda de Valencia o de Madrid, donde se aprestan a acabar con el sistema universitario público e imponer frente al democrático café el selecto té de las cinco.

Las universidades no son fábricas de parados, sino de ciencia y saber. El paro en los jóvenes no titulados es tres veces mayor que entre los universitarios. Las universidades no son un costo sino una inversión en el futuro. En los últimos treinta años, se ha amortiguado el clasismo y miles de jóvenes con pocos recursos económicos han desarrollado su talento en sus aulas. Ahora todo está en cuestión por una crisis que, cada vez más, es una simple y pura estafa.

domingo, 15 de abril de 2012

FALTA DE EDUCACIÓN

No existe casi ninguna profesión que se lleve la mitad del trabajo a casa. Cuando se cierra el taller, la oficina, la obra o el comercio, los trabajadores no se llevan los materiales para continuar su trabajo en las horas de descanso. No hay ningún oficio en el que el estudio y la preparación del material no se computen como tiempo trabajado o que ni siquiera el tiempo del bocadillo cuente como horario laboral. Si se aplica esta fórmula, los futbolistas solo trabajan los 90 minutos del partido y los redactores el tiempo justo que están ante las cámaras. No hay ningún oficio en el que no cuenten para nada los traslados, ni las horas extraordinarias dedicadas a actividades o acompañamiento de alumnos. No hay una sola profesión que no ofrezca los instrumentos de trabajo gratis excepto en la enseñanza, desde el boli rojo, al bloc de notas, el ordenador portátil o el pendrive sempiterno que nos acompaña como una cruz laica.


Los profesores nunca van a hacer la huelga que pondría de manifiesto su función ni sus horas de trabajo: dejar de pasar las mañanas de los sábados y los domingos corrigiendo ejercicios, o acompañar el café de la tarde con las fichas de la clase que daremos el día siguiente.

En España, según el último estudio sobre el Panorama de la Educación, el horario lectivo del profesorado es de los mayores de la Unión Europea y de la OCDE, pero este dato es ocultado porque detrás de los recortes y de la reforma que nos anuncian no hay el afán de mejorar la educación pública, sino de reducir sus posibilidades y fomentar la enseñanza privada.

Mucho antes de que estallara la crisis económica, los think-tank de la derecha —incluyendo el actual ministro de Educación— lo habían teorizado. Según sus tesis la inversión en la enseñanza pública era desproporcionada y habría que buscar un mayor equilibrio con la iniciativa privada. En medio de las invocaciones al esfuerzo del alumnado y a la autoridad del profesor, introducían la idea de aumentar el número de alumnos por aula y limitar los programas compensatorios. Abogaban por aumentar los conciertos con la enseñanza privada, privatizar el bachillerato y hacer mucho más exclusiva la Universidad. Esperanza Aguirre no es un verso suelto sino la portavoz de todo el clasismo cañí hecho carne.

A todo esto nos quieren conducir de cabeza. Cuando en los centros educativos consigan ampliar el número de alumnos por aula en la enseñanza pública hasta cuarenta —como en los mejores tiempos del franquismo—, habrán conseguido gran parte de sus objetivos; cuando consigan que la sociedad torpemente crea que el profesor es un ser privilegiado al que hay que cargar con horarios insoportables y aulas masificadas, su revolución conservadora habrá llegado a su fin.

Los recortes que nos anuncian no son para ahorrar dinero público. No nos engañemos. Es fácil hacer este simple cálculo: los interinos despedidos se acogerán inmediatamente a su derecho a cobrar el desempleo. Es decir, el dinero ahorrado en salarios se gastaría en el pago de las prestaciones por desempleo y en falta de falta de recaudación de la seguridad social. Solo en Andalucía, quince mil personas que cumplen funciones educativas como profesorado interino serían puestas de patitas en la calle en un acto de injusticia y despilfarro que no ahorraría prácticamente ni un euro a las finanzas públicas.



El sacrificio que se exige al profesorado no será para mejorar la enseñanza, sino para masificar las aulas, suprimir las tutorías, despedir interinos y poner fin a la débil atención personalizada. Los efectos, en pocos años, serán terribles. Cada euro que se reste a la educación, cada alumno de más en las aulas, cada beca de menos en las universidades, cada tasa de más en los precios públicos, nos pasará factura en el modelo social y en la economía en muy pocos años. La educación, a diferencia de otros departamentos, no trata con cosas, sino con personas, con inteligencias y con capacidades. Es un delicado tejido cuyos desgarros son irreversibles. Por eso en Andalucía es necesario echar coraje, imaginación e inteligencia para sortear estos recortes y apostar, de verdad, por la educación pública.

Publicado en El País Andalucía

sábado, 18 de febrero de 2012

¿DE QUÉ SE RÍEN?


Puedes consultarlo íntegro en la edición de El País Andalucía:

Si usted hubiera caído en un pozo y le preguntasen qué estaría dispuesto a hacer para salir, es posible que ofreciera su vivienda y sus más queridas posesiones con tal de salir del agujero. ¿Pero es justo legalizar esta extorsión? Por eso, cuando alguien les pregunte qué estarían dispuestos a hacer para conservar su empleo o para conseguir un puesto de trabajo, debe tener mucho cuidado porque la respuesta puede ser utilizada en su contra.


Con el arma de destrucción masiva de la crisis apuntando a nuestro cerebro nos preguntan qué estaríamos dispuestos a hacer para seguir sobreviviendo. Y las respuestas forzadas, extorsionadas hasta el límite, se convierten en argumentos de autoridad contra los derechos laborales conquistados con mucho esfuerzo y tesón.

Es mejor esto que nada, nos dicen, y apelan al que está más bajo en la escala laboral. ¿Quién ha dicho que la derecha defiende los privilegios? Muy al contrario, han elaborado una curiosa tesis según la cual los sectores privilegiados no son los que poseen grandes fortunas sino una casta de trabajadores con empleo estable y salario digno con los que es preciso terminar. Ya les hemos oído desprestigiar a profesores, sanitarios y funcionarios públicos, con el silencio cómplice de una parte de la sociedad que no sabe lo peligroso que es el juego de confrontar unos trabajadores con otros. ¿Quién ha dicho que la derecha no es igualitaria? Estoy segura de que no pararán hasta no equiparar laboralmente a todos los trabajadores con el último eslabón de la cadena.

Rajoy nos cuenta un chiste malo en el Congreso. Dice que su reforma laboral hace perder poder a los empresarios y a los trabajadores por igual, y a sus respectivas organizaciones. Sin embargo no hay una sola línea que avale esta equidistancia, este sacrificio común del que se habla. Los trabajadores no solo van a perder dos terceras partes de su indemnización por despido, sino que a partir de este momento el empresario podrá bajarles el salario, cambiar el horario laboral sin negociación o desplazarlos a Pernambuco. Si a los trabajadores les quedaban pocos instrumentos para la defensa de sus derechos, con esta reforma se produce un verdadero traspaso de poder hacia el empresariado. ¿Contrapartidas? Absolutamente ninguna. Esta reforma se escribe con la tinta de los viejos dictados, de las aspiraciones del empresariado más antiguo de nuestro país, que sigue empeñado en que su única forma de obtener ganancias no es incorporar tecnología e innovar el proceso productivo, sino abaratar la mano de obra , incluso la más cualificada.

Para demostrar que no se trata de un proyecto solo económico sino todo un cambio ideológico, el Ministro de Educación y asignaturas afines -verdadero pisacharcos del gobierno y la voz de la FAES-, Jose Ignacio Wert, se ha reunido con “un selecto grupo de representantes del tejido productivo español” (sic), para consensuar la definición de los empresarios en los futuros manuales de la asignatura que sustituirá Educación para la Ciudadanía. Según confirman en el Ministerio, los empresarios estaban muy descontentos con los manuales actuales porque en su opinión “demonizan la actividad empresarial y denigran al capitalismo”. No sé qué libros han consultado, pero ellos se sienten atacados por las referencias a las multinacionales y, especialmente, a las organizaciones obreras. Les prometo que la noticia es absolutamente cierta y que el Ministerio ya ha consensuado un nuevo tratamiento que no ha trascendido pero que vendrá a alabar las virtudes del libre mercado y la aportación de las grandes empresas al bienestar social. Como ven, no se trata solo de cambiar la Educación para la Ciudadanía, sino de alterar la enseñanza de Economía y de Historia. Por todo esto los representantes de la CEOE no pueden controlar la risa floja que les provoca esta reforma laboral. Una risa benéfica y angelical que los de arriba prodigan a los de abajo cuando los han vencido.