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lunes, 25 de agosto de 2014

¿EDUCACIÓN O MERCADO?

Publicado en El País de Andalucía 

   Sentado junto al Ministro de Educación, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, afirmó que “los universitarios españoles tienen un nivel comparable a los estudiantes de secundaria de Japón”. Busco algún dato que avale esta información y resulta que el estudio —todavía no publicado— procede de una Fundación denominada Conocimiento y Desarrollo que está presidido por Ana Botín, consejera del grupo Santander y miembro del Consejo de Administración de Coca-Cola. De esta fundación forman parte, también, un nutrido grupo de grandes empresas españolas que buscan, entre sus objetivos, adecuar el sistema universitario al mercado laboral.

   En la misma comparecencia, el secretario de la OCDE se manifestó a favor del copago universitario y de convertir las becas actuales en un sistema de préstamos a devolver por el estudiante. Los medios de comunicación “compraron” inmediatamente el escandaloso titular y casi ninguno citó que se trataba de un estudio de un grupo empresarial. Junto a esta noticia, que desacreditaba el conjunto de la Universidad española, se relacionaba el paro con la sobretitulación o la titulación equivocada de nuestros jóvenes y no con el modelo productivo de nuestro país. Al parecer hay millones de puestos de trabajo pero nuestros jóvenes, ay, tienen titulaciones equivocadas. Debe ser por eso por lo que en medio mundo se les recibe con los brazos abiertos mientras que en nuestro país el mercado laboral los expulsa.

   Varios días después se dio a conocer un informe sobre la educación financiera de los jóvenes de 15 años y en el que los estudiantes españoles han quedado en la cola. Esta vez sí se trata de un informe de la OCDE solo que no es un informe global sino reducido a una quincena de países. Nuevamente mi sorpresa es que el BBVA patrocina estos estudios y su presidente, Francisco González, afirma que “la educación financiera es una tarea colectiva”. El caso es que los alumnos que tenían cuentas corrientes en bancos (al parecer un 50% de la muestra) sacaron muchos puntos de ventaja sobre el resto. Pero la desigualdad social no es algo que preocupe en absoluto a la OCDE ni a sus estudios, lo importante son los resultados, la competencia, la evaluación numérica, que no evolutiva, de los alumnos. Según González, la educación financiera es “una parte muy importante de lo que es una sociedad en cuanto a tomar decisiones informadas en cuanto a su ahorro, en cuanto a su gasto. Hace que los ahorradores sean más consistentes y que los deudores sean mucho más responsables en el tiempo”. O sea que la labor de la educación es la simple integración en el mercado laboral y la de formar ciudadanos que paguen a los bancos.

   Me informo de que han empezado a emerger empresas evaluadoras, compraventa de pruebas valorativas, cursos especializados para que los centros obtengan resultados superiores al calor de esta fiebre cuantificadora del sistema educativo. En algunos países asiáticos ya se someten a pruebas de hora y media de duración a niños de seis años. Desde pequeños hay que inducirlos a competir en el mercado. En vez de un nombre, una historia, una cultura, serán un número en la escala global que les otorgará su lugar exacto en el mercado laboral.

   La mercantilización de la educación no es ya una tendencia sino una realidad que se expone con descaro y sin el menor respeto a la comunidad educativa. La opinión del profesorado, de la pedagogía, de las ciencias sociales no cuenta para nada en el diseño educativo. Son las empresas y la banca los que diseñan la orientación y las materias que se imparten. La educación como proceso de formación del ser humano, de transmisión de cultura, conocimientos, creatividad y crítica ha sido suprimida sin contemplaciones. No hablemos ya siquiera de su valor como equilibrador social y como igualdad de oportunidades. Por eso, la OCDE que no la Unesco ni algún organismo internacional de rostro más humano ha ocupado el lugar de autoridad educativa mundial. A no ser que se produzca un movimiento de regeneración educativa, aviados vamos entre el inmovilismo de la vieja escuela y la mercantilización brutal de nuestro futuro.

domingo, 11 de mayo de 2014

INSOPORTABLE CINISMO


Publicado en el País Andalucía

   La primera conclusión que se puede extraer del último informe PISA sobre la capacidad para resolver problemas es que los jóvenes de 15 años de nuestro país tienen poca autonomía personal, están sobreprotegidos y, para ciertos aspectos de la vida, parecen tener tres años menos de su edad. No hacía falta el informe PISA para esto. Lo que resulta chocante es que todos han señalado a la educación —que no a la familia, a la sociedad, a los medios de comunicación— de la falta de madurez de nuestros jóvenes.

   La segunda conclusión, puede ser preocupante. Si las pruebas del PISA son universales e intentan alejarse de cualquier localismo o factor que altere los resultados, ¿cómo es posible que los ejercicios se refieran a programar un MP3, un robot de limpieza, un climatizador o comprar un billete de metro en la pantalla de un ordenador táctil? ¿Se emplearon las mismas preguntas en todos los países y condiciones? Imaginen a un niño colombiano enfrentándose a aparatos que no ha visto en su vida, comprando un billete para un metro en el que jamás han puesto un pie o interpretando un plano de transportes que desconocen.

   La tercera conclusión es de carácter político. La reacción del Ministerio de Educación ha sido de un cinismo espectacular. La secretaria de Estado ha afirmado que la metodología que se aplica en las aulas es “anticuada, más centrada en la adquisición de conocimientos que en la resolución de problemas complejos, desarrollar un pensamiento crítico y trabajar en equipo”. Estoy absolutamente de acuerdo con estas afirmaciones pero provienen de un ministerio y de un partido político que acaba de aprobar la LOMCE, una ley que cabalga en dirección contraria a estos criterios. Para impulsar el pensamiento crítico ha acabado con la Filosofía, impuesto la religión como materia evaluable y suprimido Educación para la Ciudadanía. Una ley que ha aumentado la carga memorística, reducido el valor de las competencias y ninguneado la formación en las nuevas tecnologías en la enseñanza.

   No sé si el PP recuerda su sublevación, hace solo tres años, contra la introducción de los ordenadores, las pizarras digitales y el wifi en la escuela, hasta el punto de que tres comunidades autónomas (Madrid, Murcia y Valencia) rechazaron los fondos que el Ministerio de Educación les ofrecía e incluso argumentaron que el uso del ordenador “provocaría miopía y problemas ergonómicos en los adolescentes”.

   Pero donde las afirmaciones del ministerio se vuelven apoteósicas es en el tratamiento a los docentes. De sus palabras se deduce que son “anticuados”, no desean “liderar los cambios”, se oponen “a las nuevas metodologías” y son, más o menos, un obstáculo a las reformas. Es el mismo Gobierno que ha suprimido dos horas de trabajo de coordinación y tutoría, el que ha aumentado espectacularmente el número de alumnos por aula y ha despedido a 35.000 docentes en el primer año de su mandato. No hay apenas nada en la LOMCE que hable de nuevas metodologías ni que promueva la formación del profesorado, que se realiza de forma individual con cargo al tiempo y dinero del propio docente. En vez de reconocimiento, exigencia; en vez de apoyo, culpabilidad; en lugar de comprender que la educación es una tarea de toda la sociedad, se hace responsable al docente de los comportamientos, capacidades, conocimientos, autonomía, integración, valores y futuro de nuestros jóvenes… ¡Ni que fuésemos superhéroes que no queremos emplear nuestros superpoderes!

domingo, 12 de diciembre de 2010

A propósito del informe PISA
















Este es mi artículo de opinión de esta semana, publicado en el País Andalucía


El informe PISA realizado por la OCDE viene marcando el debate sobre la educación. Es penoso que no dispongamos de otras evaluaciones del sistema educativo más que de un informe mundial, sin duda muy interesante, pero lleno de lagunas y de generalizaciones.

Hay una serie de limitaciones del informe PISA que conviene aclarar, no para justificar -como hacen algunos gobernantes- los problemas educativos de nuestra tierra, sino para celebrar un debate más completo sobre la situación de la educación.

En primer lugar, el informe es una muestra realizada sobre un universo de jóvenes de 15 años, edad en la que, según la OCDE, se finalizan aproximadamente los estudios de Secundaria. La medida es estimativa ya que en muchos países a esa edad ya ha concluido la educación obligatoria y, en otros, como España, queda más de un año (en realidad, dos) para su finalización. Incluso la selección de la muestra es confusa. En España, por ejemplo, no se han evaluado Valencia, Extremadura ni Castilla-La Mancha. En segundo lugar, se ha optado por hacer la prueba por edad, y no por niveles educativos, lo que influye decisivamente sobre los resultados, ya que si la prueba se realizara a la finalización del ciclo los resultados españoles serían absolutamente diferentes. Esto no es una justificación -como han pretendido algunos gobernantes-, ya que si bien es cierto que el nivel académico es, seguramente, superior al que detecta el informe PISA, nos pone ante un problema esencial del sistema educativo español que se concentra en el fracaso del primer ciclo de la ESO. Los verdaderos datos de alarma no son unos decimales en comprensión lectora, matemática o científica sino el hecho pavoroso de que en Andalucía, el 43% de los jóvenes de 15 años ya han repetido uno o dos cursos, y que el 34% de los estudiantes abandonen la ESO sin obtener titulación. Este dato sí que determina decisivamente el futuro de un tercio de la población andaluza, y por extensión de toda nuestra comunidad, que vagará por el mundo laboral sin preparación ni expectativas.
En tercer lugar, los aspectos sociales quedan relegados en el informe PISA a un segundo término. Está claro que la procedencia social y cultural del alumnado determina de forma sus competencias lingüísticas, científicas y matemáticas. Sin embargo, el informe apenas introduce elementos que corrijan los datos en función de estas observaciones sociales. Además, el sistema educativo parece ser el único responsable de la formación de los jóvenes, cuando los estudios sociales nos indican que en comprensión lectora, la educación contribuye un 30% a estas habilidades pero el 70% corresponde a la sociedad (familia, medios de comunicación, sociedad del ocio, etcétera). De familias sin libros, no nacen -más que excepcionalmente- lectores, ni de la televisión basura, científicos. ¿Se trata, por tanto, de cambiar solo el sistema educativo o se necesita una reflexión sobre el modelo social?

Finalmente, el informe promociona los resultados de modelos educativos autoritarios y selectivos, frente a los inclusivos. Las condiciones, incluso de la realización de esta prueba -y no es baladí- no son equivalentes. En algunos países, se presenta como una prueba central, determinante, y se insta a los alumnos a hacerla completa. Otros, realizan una motivación previa del alumnado. En nuestro caso, la prueba se hace forzosa y sin aliciente alguno. El valor que los alumnos le conceden es similar a las pruebas de evaluación iniciales que se acometen con dejadez y desgana incluso entre los mejores estudiantes.

Curiosamente, la mejor cualidad del sistema educativo español no ha merecido ni un solo titular en la prensa, pero sí algunos comentarios desdeñosos. Junto con Finlandia, es de los más igualitarios y sociales del mundo. Es este un logro que no se puede tirar por la ventana. El reto es mejorar los resultados, manteniendo la integración social y el ideal de que la educación es el mejor mecanismo de igualdad y de avance social. Y en Andalucía, el debate es urgente.