miércoles, 22 de abril de 2009

CHANGES, CHANGES, CHANGES

No he querido contar, hasta que pasaran algunas semanas, que me he reincorporado a la enseñanza. La razón es que algunos amigos y amigas periodistas me amenazaban, -con la mejor intención-, con enviar cámaras para cubrir la información. No quería fotos en el instituto ni poses ante la pizarra de la clase, ni arriesgarme al alboroto que entre los chavales hubiera producido ese despliegue. Ellos no tienen ni idea de quién soy, ni a qué me he dedicado antes, lo que me ofrece una oportunidad extraordinaria de sentirme libre y reinventada.
Llegué al instituto temerosa por lo que pudiera encontrar. Demasiados amigos me habían advertido del gran cambio que se había producido entre los chavales en estos últimos años, el bajo nivel académico y las dificultades incluso para mantener un mínimo orden en las clases. También me habían hablado de cómo el profesorado está cansado, quemado, con la sensación de que su labor no es reconocida ni apreciada. Y todo esto es cierto pero, aún así, no es toda la verdad.
Incluso el profesor más quemado y más harto se esfuerza en encontrar materiales, motivación y sentido a su trabajo. Veo, en general, una gran preocupación social por el alumnado y por su formación; escucho cómo se celebran los avances y cómo se lamentan los fracasos de cada día.
En cuanto a los chavales y chavalas, veo que es relativamente fácil encender una chispa de interés, aunque dure poco; que no hay en su comportamiento revoltoso y descarado maldad alguna, sino la inconsciencia de no saber lo dura que es la vida ahí fuera, tras las vallas del centro de enseñanza. Será que soy una recién llegada, que todavía no me he curtido en este oficio reencontrado después de tantos años, pero no creo que los centros educativos hayan cambiado más de lo que lo ha hecho el conjunto de la sociedad, más cerrada, más consumista, más egoísta.
Imparto clases precisamente a los que tienen mayores dificultades en lengua y en comprensión lectora. Intentan aprender y expresarse. Algunos han tirado la toalla y se consideran fracasados con tan solo catorce o quince años. Me produce una mezcla de tristeza y ternura lo asumida que tienen la derrota, casi niños todavía, sin saber que este recinto, en el que se aburren, es la mejor oportunidad de ser libres que tendrán en su vida.

Microcréditos, un futuro para todos


El viernes 24 de abril, en el Centro Cultural Caja Granada de Puerta Real (Junto al Teatro Isabel la Católica) y en el marco de la Feria del libro, Jesus Lens presenta el libro “Microcréditos. Un futuro para todos".

sábado, 18 de abril de 2009

EL CAPITALISMO Y LA SOLEDAD





La revista Paralelo36 publica en su número dos una entrevista exclusiva a Juan Carlos Rodríguez, catedrático de Literatura por la Universidad de Granada, y uno de los teóricos marxistas más importante -en mi opinión- del mundo.

En esta entrevista se aborda el papel de la literatura, y en general, de todas las creaciones artísticas, en la sociedad actual. Juan Carlos Rodríguez nos desvela el carácter de la explotación, el papel del yo.

La aportación de Juan Carlos afecta a la materia de lo que se piensa, al temario de las preguntas y no solo de las respuestas, porque como repite a sus alumnos “lo importante son las preguntas anteriores a las preguntas”. Su aportación teórica fue esencial para la creación de ese movimiento literario conocido como “la otra sentimentalidad” y su influencia, confesada o no, se ha extendido a gran parte de los estudios literarios, filosóficos y culturales.Ahora prepara un nuevo libro que ha titulado “Tras la muerte de(L)aura” que contiene dos lecturas complementarias. Por una parte la muerte del “aura”, del brillo, de la iluminación que ejercían materias como la literatura o la filosofía, y por otra parte la muerte de Laura, haciendo referencia al momento fundacional de la literatura moderna o literatura burguesa.

La entrevista rebosa vitalidad y compromiso, desde un marxismo vivo, no anquilosado, que no teme enfrentarse a las nuevas contradicciones.

Para los que conocen la obra de Juan Carlos Rodríguez, esta entrevista los pondrá al corriente de sus nuevas elaboraciones teóricas. Para los que todavía no lo conocen es la oportunidad de acercarse a un autor cuyos textos han supuesto una renovación-revolución completa de la crítica literaria.

Os recomiendo vivamente su lectura y, os indico, que está permitida la reproducción del texto siempre que se haga respetando su integridad y su origen. No en vano hablamos de un autor que ha sido plagiado, hasta la extenuación; en muchas ocasiones sin reconocer la procedencia de los textos.

Si quieres leerlo entero pulsa aquí

viernes, 17 de abril de 2009

Ley de In-dependencia

Hoy publico este artículo en el Correo de Andalucía:

Cuando se discutió la Ley de Dependencia se produjo un fuerte debate entre aquellos que consideraban esta nueva ley tan solo como una especie de ayuda a las familias con personas en esta situación y los que nos inclinábamos por constituir un verdadero servicio público que ampliara los derechos sociales de todo nuestro país. Argumentábamos, los que apostamos por esta segunda opción, que la ley tenía que garantizar la asistencia de todas las personas que se encuentran en esta situación y, al mismo tiempo, ser un factor de igualdad. Es sabido por todos que son las mujeres, en un porcentaje superior al ochenta por ciento, las que se ocupan del cuidado de sus mayores y, en buena parte, de los mayores de su cónyuge. En especial, las mujeres andaluzas dedican alrededor de seis años de su vida a ejercer, en solitario y sin reconocimiento, esta dura tarea. Al mismo tiempo, la aplicación de la ley de dependencia conseguiría, argumentamos, crear todo un nuevo sector de empleo en servicios que resultaría beneficioso para el conjunto de la sociedad. La ley, aprobada finalmente por unanimidad, se definió como un nuevo servicio público, de carácter universal. Precisamente por ello, en cuanto a medidas de atención más importantes, estableció la dotación de residencias de mayores –incluidas aquellas de asistencia completa- y la creación de una red profesional de cuidadores que atenderían a jornada laboral completa a las personas dependientes. Se trataba de garantizar plenos derechos de atención y que aquellos que estuvieran en su hogar, o en la casa familiar, lo hicieran con la independencia que ofrece no ser una carga para los familiares las veinticuatro horas del día. Para aquellas zonas y situaciones en que esto no fuera posible, la ley estableció con carácter excepcional, la posibilidad de dar ayudas económicas a los familiares que desempeñaran provisionalmente esta tarea, obligando a que las condiciones de su cuidado fueran correctas.Sin embargo, la aplicación de la ley está caminando en sentido absolutamente contrario a lo previsto. En Andalucía –que no es la comunidad con peores indicadores-, solo algo más de trece mil dependientes tienen asistencia residencial, unas cuantas docenas gozan de asistencia personal profesional y casi cincuenta y cuatro mil se han acogido a la ayuda familiar para su cuidado. El resto tienen servicios menores como teleasistencia y ayuda a domicilio de escasísimo tiempo y dedicación. Esto se ha producido por una curiosa complicidad entre los usuarios y la administración. A éste última le resulta más barato dar ayudas de unos cuatrocientos euros a las familias, que crear puestos de trabajo en asistencia. Por su parte, a muchas familias les viene como agua de mayo esa ayuda económica. La consecuencia ha sido que la excepción, o sea la ayuda familiar, se ha convertido en norma, mientras que los servicios definidos como esenciales tales como asistencia profesional completa y plazas residenciales, no se están poniendo en marcha. Se confunde, así, la ayuda social que necesitan muchas familias, con el cuidado de las personas dependientes, sin tener en cuenta que los efectos beneficiosos de la ley en cuanto a igualdad de las mujeres y en creación de puestos de trabajo se están dinamitando.Me cuentan en mi pueblo que algunos familiares han llegado, incluso, a retirar de las residencias a mayores que estaban en ellas antes de la aplicación de la ley, para poder acogerse a esa ayuda familiar. La noticia me llenó de tristeza. Desplazados de su familia cuando carecen de recursos, vuelven a ella cuando son una fuente de ingresos. Me digo que los que así actúan son una exigua minoría, pero deseo que los dependientes tengan cariño y buenos servicios –tal como contemplaba la ley- , en vez de intereses y limosnas.

martes, 14 de abril de 2009

Algunos artículos

Al revisar el blog he visto que se me olvidó colgar algunos artículos que he ido publicando en El Correo de Andalucía. Aquí se pueden ver:
La clave andaluza

Mujeres en la memoria

Contra la soledad

La fragilidad del parlamento

Deuda de la historia

Miedo

martes, 7 de abril de 2009

Casa deshabitada



No hay nada como hacer planes para que no se cumplan. Había previsto emplear la semana en visitar mi casa familiar armada de latas de pintura, rodillos, enseres de limpieza y tijeras de podar. Me había propuesto dejar el patio andaluz inmaculadamente blanco. Las macetas renovadas, los cristales transparentes sin dibujos del tiempo y de la lluvia. Quería emplear el día en estos arreglos y las tardes en paseos por el pueblo, disfrutando de los tambores hasta que el corazón me retumbase al ritmo de su son.
Quería oficiar de hija buena, abrir la vieja puerta familiar y exclamar un imaginario “Ya estoy aquí”, sentarme en el viejo sofá verde, encender luces, hacer brotar sonidos en la casa silenciosa, -como si se tratara de un instrumento de música abandonado-, sacudirme el dolor que producen las casas cerradas, el polvo acumulado, los armarios repletos de prendas que ya nadie se pondrá…Quería adormilarme en el amplio sillón, romper la soledad de los objetos, acariciarlos con manos familiares, desterrar el olvido.
Quería dejar entreabierto el portal para que desde fuera se adivinase el color de las flores y de la vida, recibir a los amigos de la familia, hacer compañía a los recuerdos que se agazapan en los rincones, creer que hay un hilo conductor que une el pasado y el presente, conjurar la muerte con música, risas y encuentros. Quería hablar con los fantasmas sin palabras, limpiar uno a uno los objetos y disfrutar en un rincón del viejo salón de la fresca oscuridad de la estancia. Había arrastrado a mis hermanos a esta tarea porque quería llenar la casa de presencias, no volver al pasado sino sacudir la opaca pátina que el tiempo deposita.
Una crisis de mi traidora espalda me impide acudir a ese lugar deshabitado donde cada una de las habitaciones me espera. La casa tiene más de un siglo de vida, si es que pueden vivir los objetos. Conoció los alegres años veinte, los inventos, la vida despreocupada de aquel tiempo. Vivió los tristes avatares de la guerra civil, la especial crudeza con que se desarrolló en este lugar de Andalucía. El patio, que recuerdo tan alegre, vio salir a altas horas de la noche, a personas que nunca volvieron. Con los años, volvió a poblarse de risas, de juegos infantiles, de mañanas alegres bajo el toldo y, finalmente, de nuevas despedidas. No son los recuerdos tristes los que me apenan, sino no saber qué hacer con los recuerdos felices. Ahora –será el estúpido romanticismo mezclado con el dolor de la espalda- las paredes, los objetos, las macetas, me llaman para romper el silencio. Ya voy, ya voy, les digo. No hay nada tan triste como una casa deshabitada en la que fuiste feliz.

sábado, 4 de abril de 2009

Semana de infancia



El éxito de unas fiestas podría resumirse en la fórmula de reunir, en un mismo acontecimiento, la infancia, el valor transmisor de la familia y del colectivo, la ocupación de los espacios públicos y una especial constelación de los planetas que le otorguen una cualidad mágica. Después, cada cual acuña sus recuerdos como si se tratara de piedras preciosas únicas, viejas reliquias familiares que, si compartimos, serán prácticamente idénticas a las que atesoran los demás en su fulgor, su brillo y sus cualidades.
En mi pueblo hay vírgenes y cristos crucificados pero el protagonismo no es el de la imaginería sino de los miles de tambores que se pueden escuchar a varios kilómetros de distancia. Sin embargo las sensaciones, los recuerdos, las estampas son muy parecidas a los que se viven en el resto de Andalucía. Durante algunos días vuelven los baenenses de todo el mundo a ocupar las calles, enfundarse la vestimenta de coliblanco o colinegro y tocar el tambor por las calles de la ciudad. Se frustran los mayores si no logran transmitir a sus nietos no una religión, sino unas costumbres, unas vivencias de olor, de luna, de calle o se enorgullecen si consiguen hacer brillar la ilusión en los pequeños corazones. Es un rito de iniciación, de transmisión, de pertenencia que, curiosamente, sienten con más intensidad los que se han ido más lejos de su tierra.
Cuando era pequeña sabía cuando se acercaba la Semana Santa porque empezaban a encalarse las casas de los pobres y de los ricos. Se llenaban las alacenas y los aparadores de pestiños, de flores de miel, de magdalenas caseras…Todas las casas transpiraban un olor a azúcar quemado, a ajonjolí, a especias y los niños nos transmitíamos las pillerías de cómo saquear el botín cerrado bajo llave por el simple procedimiento de sacar el cajón superior y alargar la mano.
Los preparativos formaban parte de la fiesta: organizar los vestidos (¡ay de quien no estrena el Domingo de Ramos!), encontrar las palmas para enlazarlas a los balcones, llenar el frigorífico de comida para tomar a cualquier hora, cuidar el patio, la disposición de las flores y borrar todo rastro de invierno. Pasábamos frío en Semana Santa porque las madres nos obligaban a llevar vestidos ligeros y unos zapatos de estreno que producían dolorosas rozaduras. Pero lo importante era salir a la calle, formar parte de la bulla, adueñarse de la noche, admirar los redobles de tambores y, de pronto, el silencio en luna llena…Esa maravillosa sensación de pertenecer a un lugar único que no logra desdibujar, cuando ya eres mayor, la certeza de que esas sensaciones son idénticas en el pueblo, en el barrio, en la ciudad de al lado con la sola variación de imágenes, de invocaciones, de figuras. Unas fiestas que son ya la añoranza de la infancia, de los padres desaparecidos, del sabor a libertad de tu primera madrugá…¿Quién dice que lo sustancial de estas fiestas es la religión y no los colores, el olor, el estallido de la primavera y el bullicio? Te descubres escudriñando en los ojos de tus sobrinos un atisbo de entusiasmo por los tambores…”Esto es único, ¿sabes?”-le dices. Y conoces que repiten esta frase en Sevilla, en Málaga, en Granada, en Jaén con las vírgenes, el Cautivo, el Cristo de los Gitanos o el Abuelo…pero lo de Baena es, créeme, absolutamente único, ¿sabes?

jueves, 2 de abril de 2009

Historias del sur



Cuando cuento historias de mi familia los amigos me piden que las escriba. Les divierte esa forma de pensar tan divergente, absurda a veces, fuera del mundo en que se desenvolvieron los primeros años de mi vida.
No son, exactamente historias de mi pueblo sino de una clase ociosa, extinta, que nunca encontró su sitio en el productivismo al que se encaminaba el capitalismo pero que, lejos de combatirlo, crearon un mundo aparte sin muchas necesidades pero con apariencias de señorío. Son, en realidad, historias de Andalucía, de gente inadaptada a los cambios sociales. Restos de viejas aristocracias rurales que, a fuerza de dividir sus propiedades y de rendir culto al viejo principio de no trabajar, acabaron encerradas en sus sueños y ajenas al mundo exterior.
El último que me amenaza con publicar este rosario de anécdotas es el historiador Juan Ortiz Villalba con el que pude compartir ayer algunos momentos y lo encontré lleno de vitalidad, de afán de futuro, con un libro en sus manos que relata cómo la represión franquista contra las mujeres no solo tenía por objeto castigar sus ideas sino también hacerlas volver al redil del trabajo doméstico y del silencio. “Curiosamente, a las mujeres se les castigaba más por lo que decían que por lo que hacían. No toleraban que las mujeres pudieran tener voz”- me dijo.
A Juan Ortiz le fascinaron algunas historias de esas clases ociosas andaluzas. “Son restos de la hidalguía”y me amenazó con que si no las relataba, él las publicaría. Acababa de contarle que en mi pueblo los ricos advenedizos que habían hecho inmensas fortunas, invitaban un día de la feria a su caseta a toda la tribu de viejas glorias arruinadas de mi pueblo. La caseta de los ricos no era ni más lujosa, ni muy diferente a la de “los cristales” en la que pasábamos el tiempo los invitados, solo que era exclusiva y familiar. Recuerdo que un día, antes de la visita, mi padre nos advirtió: “Y recordad que en la caseta de los ricos, el jamón no está bueno”. No se refería, claro está, a la calidad del jamón, sino a que no debíamos impresionarnos, ni alabar, ni dejarnos seducir por lo que se nos ofreciera. Y entrábamos allí, sin ninguna disposición a dejarnos impresionar y sin permitirnos sentir ninguna envidia. He llevado siempre a gala ese sentimiento de no rendir pleitesía a los poderosos. Sin embargo Juan Ortiz tiene otra interpretación de la anécdota: “Viejos hidalgos -dice Juan- que no solo quieren demostrar su hidalguía, sino también señalar la ilegitimidad de los nuevos ricos”. ¡Ay, la historia…Cómo desacraliza la literatura!

No estarás sola

Rofolfo Serrano me regala una canción a punto de salir que lleva por título el nombre de la sevillana Alameda de Hércules. Todavía no puedo colgarla porque el disco está en edición. Gente que canta, que no pierde la esperanza, ese latir de la vida, en boca de Ismael Serrano y de Manuel Cuesta.
Para ir haciendo boca pongo aquí la canción "No estarás sola"

Y este poema de Rodolfo Serrano
Marcamos territorio.
Hasta aquí, tu frontera.
Tus amigos. Mis bares.
Antes de que se ponga
el sol
dejarás este el pueblo.
Tengo el arma cargada.
Dispararé a matar
cuando te encuentre.
La ciudad es ahora
territorio enemigo.
Llenaré las farolas,
cada árbol del parque
con carteles de búsqueda.
Recompensa: mil días
por tu cuerpo.
Desnudo, a ser posible.

lunes, 30 de marzo de 2009

El fantasma del sectarismo



Hace pocos días un amigo definió en un acto público lo que significaba ser de izquierdas de esta manera: “Es la posibilidad de que alguien te diga que eres un traidor”.
La idea de la traición, de la búsqueda del infiel en el campo propio y de la depuración parece desgraciadamente intrínseca en nuestra organización. Es más, sin este juego maniqueo de buenos y malos, de persecución del disidente podrían peligrar los aparatos burocráticos que garantizan “la pureza de la organización” y la ponen a salvo de la peligrosa posibilidad de que crezca.
Este fin de semana han sido expulsados de IU dos compañeros de Jaén, Francisco Checa y José Luís Angulo -diputado provincial y alcalde respectivamente-, que nunca han hecho otra cosa que trabajar por las ideas de la izquierda. Unos días atrás fue expulsado también de la organización el concejal de Málaga, Antonio Serrano, bajo la acusación de no ser leal a los acuerdos del grupo municipal, ¡que tiene solo dos concejales! Meses atrás fueron expulsados de la organización más de un centenar de afiliados de Bollullos -una organización que ha sido puntera en su actividad política- bajo la acusación de pactar con el PP mientras que en la vecina localidad de Camas, los que pactaron con el PP expulsan al actual alcalde y varios concejales por lo contrario. El caso es expulsar, limpiar el patio, quedarse con los más afines.
Un fantasma recorre la izquierda. Se llama sectarismo y amenaza con destruir cualquier tipo de futuro para la izquierda y para el proyecto de IU que nació con vocación de ser un lugar de encuentro, de debate y de propuesta de la izquierda alternativa. Compruebo, con horror, como el sectarismo se ha adueñado de casi todo el espectro de la izquierda transformadora, donde el odio, la desconfianza, la maledicencia ha tomado carta de naturaleza y en la que se han olvidado las coincidencias, las ideas comunes, la aportación positiva.
Las personas expulsadas, removidas, silenciadas, autoexcluidas - ¡qué maldad de término!- son hoy ya mayoría. Solo una ínfima parte de ellas han cambiado de ideología. A casi todos podemos verlos en las manifestaciones de los foros mundiales, en la protesta contra las guerras, en la actividad de todos los movimientos sociales. Para mi continúan siendo mis compañeros de ideas, de sueños y de aspiraciones. Como siga así la cosa habrá que exclamar: “Expulsados de todo el mundo: ¡uníos!”

viernes, 27 de marzo de 2009

Ea



Acabo de hablar con un amigo de Jaén y me ha intercalado unos veinte “eas” en la conversación. Yo he recuperado la costumbre y he ensartado otros ocho o diez. Para quien no haya vivido en Jaén, o no tenga amigos de allí, la expresión “Ea” estará desprovista de sentido, sin embargo es la exclamación más usada en toda esta tierra. Ya se sabe que la lengua necesita signos vacíos a los que solo el contexto, la entonación o la fuerza, llenan de sentido. Entre todos estos signos vacíos no creo que haya ninguno de tan amplio espectro, tan completo, feliz y eficaz como el “ea” jaenero.
Puedes utilizarlo para indicar que no estás ni bien ni mal, que las cosas van como siempre. Puedes usarlo para decir que sí y para decir que no. También sirve para indicar que se ha acabado una tarea, para regañar, para asentir, para indicar que te despides, para decir que estás descansando, para llevar la razón al que habla, para añadir alguna novedad y para manifestar que algo no tiene arreglo.
Son las situaciones las que le dan sentido a este “ea” jaenero. Si contestas “ea” a la pregunta de cómo estas, quiere decir que estás como siempre, ni peor ni mejor, pero si te preguntan qué haces y respondes “ea”, puede significar “¿no lo estás viendo?” o simplemente “nada”. Si pronuncias “ea” al terminar una tarea, significa satisfacción. Si la pronuncias de forma parecida a “Ea…ya estamos con lo mismo”, manifiesta cansancio o regañina. Si dices “ea” seguido de “pues”, significa que te vas a ir de la reunión o que la conversación ha terminado, así “ea, pues nos vamos”.
Si te dicen un halago o un piropo y contestas “ea” significa que estás muy satisfecha con ese rasgo y que ya lo sabes. Pero también puedes usarlo para llevar la contraria por la vía de la reafirmación. Si te dicen, “No tienes arreglo” y tú respondes “ea” ya has zanjado el tema sin explicaciones.
Y es que, quizá, la esencia del “ea” sea la insumisión a explicar lo que sucede, un estar en el mundo sin complicaciones. Todo lo contrario de otras frases típicas con las que comparte espectro, pero a las que gana ampliamente en significación. Me refiero al “…ni pollas”. Ea.

Algo de música

Pongo aquí el reproductor porque algunos tienen dificultad para acceder al que está colocado en el lateral.




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jueves, 26 de marzo de 2009

Salir de la soledad



Sevilla huele a azahar. Por todos los rincones te asalta ese perfume entre dulce y ácido, como íntimo, que aquí nos retorna a la infancia cada año. Mi amiga y yo estamos enfrascadas en una conversación particular, que nos evade del ruido ambiental, de la música excesivamente alta, de las voces de los demás que charlan animadamente de política. Es curioso, como la comunicación es capaz incluso de modificar el espacio y el tiempo. Cuando de verdad una conversación interesa se amortiguan los ruidos de alrededor, se acorta el tiempo, se produce una burbuja que hace que no escuchemos siquiera las voces de los que tenemos al lado.
Hablábamos de la soledad. Mantiene mi amiga, que ese afán de sentirnos únicos, especiales, irremplazables, es solo un efecto de la soledad. Que esa presentación obsesiva del yo que preside todo el entramado social no es más que una demostración multitudinaria de soledades. Cree, mi amiga, que la idea de sentirnos únicos, tan trabajada en la nueva identidad, no es sino la cara oculta de la moneda de sentirnos solos. Conversábamos sobre esta idea y le añadíamos, como a un lienzo recién empezado a pintar, nuevos detalles: nos consideramos seres que han surgido de su propia energía, que no deben nada a nadie solo a su esfuerzo, a su inteligencia o a la astucia social.
Propone, por el contrario, mi amiga combatir esta soledad con el reconocimiento de todas aquellas personas que han influido positivamente en nuestra vida: ese profesor que nos hizo amar la literatura, esa mujer que nos abrió caminos nuevos, ese hombre que nos enseñó a amar…No se trata de reconocimientos remotos, históricos. No hablábamos de reconocer el valor de Shakespeare, ni de las sufragistas, ni de los mitos heroicos de la lucha por la libertad, sino del reconocimiento sencillo, inmediato de la gente que ha pasado por nuestra vida y a la que debemos, en buena parte, aquello que somos o, por lo menos, nuestros mejores sueños. Solo así, mantiene ella, podemos reconocernos en otros, sentir que formamos parte de una historia, que hemos crecido en la tierra y con el sustrato de muchos otros. Solo así conjuraremos el fantasma de la soledad.
Si seguís este enlace de El Correo de Andalucía, podréis ver una versión más completa del mismo texto.

sábado, 21 de marzo de 2009

A los obispos, ni caso

Hace pocos días un profesor al que admiro me dijo que la batalla entre religión y Estado no era nuestro problema, que eso debía haberlo solucionado la burguesía hace más de cien años, pero… ¿quién nos iba a decir que el siglo XXI, el de los grandes avances técnicos, iba a conocer un auge sin precedentes de los integrismos religiosos en el mundo entero?
Tengo una gran incultura religiosa. No me sé los mandamientos, ni las oraciones, ni los apóstoles. Confundo los pecados capitales con los diez mandamientos. Me pierdo en las conversaciones en las que se citan parábolas o comparaciones con temas bíblicos. De la religión solo recuerdo vagas frases que me resultan enigmáticas como “renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras” y los bisbiseos del rosario solo me traen el recuerdo del miedo a las tormentas en el campo, en el que algunas beatas suplicaban el “ora pro nobis” entre invocaciones latinas con ritmo de rap suave. No me motivan las obras de cine, teatro o literarias que versan sobre materia religiosa, aunque sea para ensalzar el laicismo y me resulta francamente ridículo que hombres vestidos con sotanas, que no saben lo que es el sexo, ni la familia, ni la paternidad (aunque se hayan curiosamente apropiado de la palabra) intenten dictar normas sobre estas materias.
Cuando apenas tenía ocho años me obligaron a asistir a una especie de ejercicios espirituales que me espantaron. El cura alzaba los brazos y la voz para inculcarnos el miedo a la muerte y la necesidad del arrepentimiento. Tanto me impresionó que decidí hacer penitencia poniendo un puñado de garbanzos en los zapatos que estrenaba el domingo de ramos. El dolor que me causaban no me dejaba caminar, pero yo creía estar salvando mi alma…hasta que mi madre, que no comprendía mi dolor, me descalzó y se quedó atónita por el sacrificio. Cuando le confesé mi miedo a la muerte y a las cosas horribles que podían pasarme por mis pecados, mi madre dijo: “Ni caso, tonta. Ni caso”. Y así acabó mi aventura religiosa.

PD.- Aquí está el enlace a una página llamada LAS LINCES y que aborda el tema en profundidad

viernes, 20 de marzo de 2009

Cuatro instantes de la primavera (2)


Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.
Pablo Neruda


… porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!

Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.
Jaime Gil de Biedma

Tú y yo, silenciosamente,
trabajamos , compañera,
en esta noche de marzo,
hilo a hilo, letra a letra
¡con cuánto amor! mientras duerme
el campo de primavera

Tejidos sois de primavera , amantes,
de tierra y agua y viento y sol tejidos.
La sierra en vuestros ojos los campos florecidos,
pasead vuestra mutua primavera,
y aún bebed sin temor la dulce leche
que os brida hoy la lúbrica pantera,
antes que, torva, en el camino aceche.
Antonio Machado


Es tan poco el trabajo de la hierba,
esa esfera de simple verde:
sólo criar mariposas
y entretener abejas.

Todo el día bailar al ritmo de las lindas
tonadas que las brisas traen
y recibir el sol en el regazo
y a todo decir sí, inclinándose.

Y, al morir, deshacerse
en fragancias divinas,
como humildes especias que se quedan dormidas
o como nardos que perecen.

Es tan poco el trabajo de la hierba.
Yo quisiera ser heno.

Emily Dickinson

Cuatro instantes de la primavera




La fragilidad del Parlamento



Hoy publico este artículo en el Correo de Andalucía:
La política espectáculo está teniendo consecuencias imprevisibles sobre el papel de los parlamentos y, muy especialmente, sobre el de Andalucía. De ser la representación del pueblo ha pasado a ser un trasunto de las ruedas de prensa de la oposición y de las declaraciones institucionales del gobierno.
Cuando se asiste a un pleno se tiene la impresión de estar en la repetición de una obra de teatro que ya ha sido estrenada ante un público más fiel y con aplausos más cerrados. El gobierno ya no anuncia los planes ante el Parlamento sino en decorados más íntimos, sin la molestia de un contraste de ideas que considera una pérdida de tiempo y sin que nadie puede contestar o contrastar la bondad de las propuestas que se hacen en tono solemne. La oposición, por su parte, realiza las mayores denuncias ante los medios de comunicación, se rasga las vestiduras en ruedas de prensa convocadas ex profeso y cuando llega a la “función” parlamentaria tiene los titulares agotados y el gesto cansado.
Se percibe una enorme falta de autenticidad en el debate parlamentario. E incluso, las sesiones de control son solo un recuento de titulares de prensa acumulados en los últimos días en las que falta no solo la novedad, sino también la sinceridad del que interpela o del que responde.
A modo de ejemplo, esta última semana se han hecho declaraciones desmesuradas, para bien y para mal, sobre la deuda histórica de Andalucía. El gobierno saltaba de alborozo –o al menos se esforzaba en hacerlo-, mientras la oposición hablaba de una traición sin precedentes. Pues bien, tres días antes de que se firmara el acuerdo, se produjo la sesión de control del Parlamento andaluz sin que ni el partido del gobierno, ni oposición le preguntaran al Presidente de la Junta de Andalucía sobre este tema, relegando el tema a un debate casi clandestino a altas horas de la noche.
Es cierto que este solapamiento del papel del Parlamento no es nuevo y que se agrava con una crisis económica en la que –inexplicablemente a mi entender- se disuelve el papel de las instituciones andaluzas y su contribución a la salida de esta situación. También es verdad que la propia institución parlamentaria contribuye escasamente a estar en el día a día de la sociedad andaluza, y no es capaz de desprenderse del olor a cerrado, a moqueta y a tiempo sin tiempo, con antiguallas tales como las vacaciones parlamentarias o los largos trámites burocráticos para la gestión de los tiempos políticos. Pero, dicho esto, también hay una peligrosa muerte de las ideas, de la política en su sentido más hermoso, que no es sino una autorización del pueblo para ser representados. Apenas se debaten ideas y propuestas, sino que los autonominados líderes se creen dueños -que no representantes- de espacios políticos y el Parlamento se reduce a un recinto en el que se libran combates de esgrima de salón.
Los parlamentos, y especialmente los autonómicos, son las instituciones más frágiles de la democracia. El poder ejecutivo de los gobiernos se defiende con la pura gestión de los recursos.Sin embargo, el papel de los parlamentos depende de su vitalidad, de su capacidad legislativa y de su conexión con la sociedad. Elementos todos ellos muy frágiles si se persiste en estrategias políticas que solo buscan aplausos de los correligionarios y titulares en los medios de comunicación (afines).

lunes, 16 de marzo de 2009

La metáfora del Sur



Ando a la búsqueda de un título que de sentido al libro que está en edición y acabo enredada en la metáfora del Sur, del paraíso, de las luces y los contrastes que iluminan este trozo de realidad llamado Andalucía o Sevilla.
No he ido al encuentro de esta metáfora, sino que ha venido a mí a través de textos cuyo recorrido abarca dos mil años de historia y he encontrado ecos de mi niñez en cada uno de ellos.
Solo apreciamos en la literatura este inconsciente de luz, de lento transcurrir del tiempo, de ausencia de dolor que ha sido sustancial a nuestras vidas. El pensamiento racional tiende a quitar importancia a esas experiencias vitales, las considera banales o intrascendentes. En el plano político, esa cualidad difusa del sur no da materia para construir fronteras, sino sueños, paraísos abiertos poco propicios para construcciones cerradamente identitarias.
Para los que habitan en cualquier tipo de Norte, el Sur es una huída, una aventura, una promesa de felicidad inalcanzable; para los que vivimos aquí, el Sur es la infancia, son las tardes extendidas, es el tiempo sin tiempo, la ausencia de dolor, el culto a la belleza de unas macetas en flor, de un patio, de una calle en sombra… Nuestro sur es sensorial, se percibe sin esfuerzo pero compromete todos nuestros sentidos y compone una teoría especial del tiempo. Cada uno lo hemos sentido en un momento diferente, en el que no ocurrió nada -excepto una percepción aguda de la luz, de la belleza o del tiempo- y, sin embargo, se nos ha quedado clavado para siempre como el paraíso perdido.
Quizá tenga que ver, como dicen algunos, con nuestra falta de industrialización, con los restos de una sociedad rural que ha pervivido hasta nuestros días, pero ese Sur está repleto de cualidades de futuro, de gozosa existencia, de ser y no de tener, de una experiencia única de sentirnos vivos, sin exaltación aparente, disfrutando de una fiesta íntima que sabemos compartida.

PD. A propósito de un texto de nuestro querido ausente Manuel Vázquez Montalbán, titulado “La metáfora del Sur”. También se puede ver este artículo de Luis García Montero que trata sobre el mismo tema.

viernes, 13 de marzo de 2009

Deuda de la historia



Hoy publico este artículo en el Correo de Andalucía:


La deuda histórica no es, como se suele afirmar, un dinero que se adeuda a Andalucía por la mala valoración de las transferencias que se hicieron, al comienzo de la autonomía. Esto ocurrió con todas las comunidades y no es distintivo de Andalucía. La deuda histórica hace referencia a que, en el momento en que se transfirieron estos servicios, su calidad y su extensión eran menores en la Comunidad Autónoma Andaluza que en el resto del Estado. Tiene que ver con un desarrollo desigual de España, especialmente durante la dictadura, por el cual, la riqueza y los servicios se habían repartido de forma desequilibrada, de manera que se habían concentrado en el norte las inversiones, la industria y los servicios. Así Andalucía, al comienzo de su autonomía, tenía en torno a un 30 por ciento menos de camas hospitalarias, de personal sanitario, de centros de enseñanza y profesorado mientras tenía los peores niveles de renta, el porcentaje más alto de paro y la más débil industrialización.
Esto determinó que Andalucía tuviera que hacer un esfuerzo extraordinario, no para mantener los servicios existentes, sino para llegar a niveles similares de calidad y de extensión que otras comunidades. Esa diferencia es lo que se llama Deuda Histórica.
No se trata, por tanto, de un capricho, de una reivindicación vacía de contenido. Tiene que ver con nuestra historia, con una comunidad cuyos trabajadores contribuyeron al desarrollo de toda España y buena parte de Europa sin recibir ninguna compensación.
Aquellos que se empeñan en minimizarla, que la presentan como una antigualla carente de sentido, están dando carpetazo a la historia de nuestra tierra y al carácter fuertemente reivindicativo y nivelador de la autonomía andaluza.
El hecho de que sea todavía necesario explicar este derecho de Andalucía ante el resto de las comunidades, a los sucesivos ministros de los diferentes gobiernos, e incluso a buena parte de los políticos andaluces, nos habla del bajo nivel de estima política de Andalucía y de la falta de determinación de sus gobernantes para exigir al poder central lo que nos corresponde. Este derecho de Andalucía nunca ha sido reclamado con sinceridad, sino como ariete político del gobierno o de la oposición. Así, el PSOE la negó cuando sus homólogos gobernaban el Estado y la reclamó en el momento del gobierno de Aznar. El PP, por su parte, hizo lo mismo pero a la inversa en idénticos momentos políticos.
Pues bien, veintisiete años después del primer texto estatutario, y gracias a una –en mi opinión- débil cláusula del nuevo Estatuto, ha llegado el momento de pagar esa deuda y hacer honor a nuestra historia y nuestras necesidades. Todavía hoy, los niveles de servicios públicos de la Comunidad andaluza, aunque han mejorado sensiblemente, son inferiores a la media del Estado, de forma que tenemos menos camas hospitalarias por habitantes, menos médicos, menos escolarización y mayor número de alumnos por aula que la media española. El dinero de la deuda histórica debería acabar con este diferencial. Pero no es solamente una cuestión de carácter económico, sino también simbólico y político. Acordar, tras tan larga espera, una cantidad ridícula, insignificante, en concepto de deuda no solo nos priva de recursos necesarios sino que nos quita la razón histórica y el deseo de igualdad en que se funda nuestra autonomía.

miércoles, 11 de marzo de 2009

A propósito de The reader


Unos cuantos post más abajo, en uno denominado Revolucionary Road, venimos desarrollando una especie de debate sobre la película El lector. Hace pocos días que la vi y me pareció inquietante de una forma que todavía no he conseguido expresar bien. Mi amigo Ferrán Gallego, hace sin embargo este análisis que me parece muy interesante y que transcribo, aunque todavía no he podido responderle de forma razonada ya que mi primera reacción ha sido casi institintiva:

No estoy de acuerdo, Concha, en la carencia de sentido de la película (de no ser por la interpretación de Winslet). Se trata de examinar una lógica de la barbarie asentada en una determinada concepción de la cultura. Sólo podemos entender el nazismo si consideramos la normalización de una sociedad que incluía por la vía de la exclusión, siendo ambos factores los complementarios de un proceso de afirmación comunitaria, de reconocimiento social, que resulta en una verdadera patología de la modernidad: conseguir convencer a un sector muy importante de la sociedad de que el conflicto deja de ser interno para ser algo ajeno al organismo nacional. Que el adversario es un elemento extraño al cuerpo político nacional, a la comunidad de camaradas de sangre. Y frente a esa conciencia nazi, que seduce de una forma muy distinta a los recursos de propaganda que acostumbramos a reconocer (para hacerlo en una lluvia fina que se inicia antes de 1933 y se acelera a partir de ese momento), permitir que determinados temas dejen de ser "conflictivos", para ser "funcionales". Lo terrible de Hanna no es que se encuentra al final de una cadena de mando: lo terrible es que una persona de escasa formación tiene, en cambio, una perfecta construcción cultural de lo que es ella y de lo que es su país. Esa ausencia de culpabilidad procede de una lenta construcción de una conciencia, de una representación de lo que uno es, del significado de la propia existencia social, que no corresponde a doctrinarios, sino a quienes viven cotidianamente en un sistema que va radicalizando sus mecanismos de exclusión, a medida que pueden ser digeridos con normalidad por un país que dispone de esa conciencia. Aconsejo una lectura como "La conciencia nazi", de Claudia Koonz (Paidós), para poder comprender esa visión del alemán ordinario, incluyendo al que no es guardián de un campo de exterminio, pero que ha otorgado su voto, su movilización o su apoyo tranquilo a la instauración de un régimen que puede llegar hasta ahí. ¿Crees que carece de sentido una película en la que se nos plantea algo tan estremecedor como la protesta de Hanna: "llegaban todos los días, no sabíamos qué hacer con tantas", cuando la documentación que he estudiado me sorprendió por esa perfecta organización ideológica de una deportación que crea un problema de superpoblación resuelto con un exterminio, precisamente, SELECTIVO? La sorpresa del personaje procede de una formación cultural honda, inserta en su analfabetismo sin problema alguno, en el que una ciudadana puede no saber leer, pero ha adquirido una cultura en la que los judíos, los gitanos, los asociales, los eslavos, han dejado de tener derechos, desde la libertad hasta la vida. Y lo grave, lo desconcertante, la utilidad de la película y el libro, no es la empatía que se cree con el individuo (ahí, Lena Olin, en el papel de antigua prisionera, está genial), sino en el descubrimiento de que esa sensibilidad es una espantosa constatación de que la cultura, como antes decía, no implica necesariamente una afirmación de la equivalencia y la dignidad de los seres humanos. Concha, tú misma lo has dicho: en caso contrario ¿cómo entenderíamos a ´Céline, a Drieu La Rochelle, a Pound, a Pirandello o a Stefan George? Lo pavoroso es que todo eso se hiciera en nombre de una Cultura por parte de los altos perpetradores del genocidio (como todo imperialismo, actuó en defensa de la cultura); y que se llegara a asumir una forma de vivir esa cultura como vida cotidiana de diferenciación, de escisión de los seres humanos, incluso por parte de una analfabeta.

martes, 10 de marzo de 2009

El género del yog



Dice un buen amigo, que ya no existe el “yo” sino el “blog”, que todos andamos convirtiendo nuestros antiguos diarios en los que relatábamos las peripecias del yo, en un yog que se mueve en el espacio virtual.
A este paso los millones de diarios personales, de blogs en el espacio, compondrán una sinfonía de yoes flotando en el vacío a la espera de que alguien nos entienda y nos envíe un gesto, una señal de que se ha comprendido la especial cualidad de nuestra existencia.
Si los blogs forman parte del mismo género que los diarios personales, no comprendo mi afición a este formato. Como todos, de pequeña compré un cuaderno de diario con su correspondiente llave para ponerlo a salvo de la voracidad informativa de mis hermanos. Mis amigas me recomendaron que anotara en él todo lo que me iba sucediendo durante el día y que, así que pasaran unos meses, tendría un relato interesante de mi propia existencia. Empecé a hacerlo con gran dedicación pero, muy pronto, me di cuenta de que mi vida era tremendamente monótona. Apuntaba con precisión lo que había hecho durante días que eran iguales como gotas de agua. La redacción del diario me recordaba las molestas confesiones con los curas en las que me daban ganas de inventarme pecados para no repetir la retahíla de una vida aburrida: “Sí, me he peleado con uno de mis hermanos, he desobedecido a mi madre. ¿Algo más? –me preguntaba con tono insinuante- No, nada. Pues dos padresnuestros y tres avemarías”. Siempre tres avemarías. Estaba muy decepcionada de mi misma y de mi propia existencia porque las cosas importantes les ocurrían a los otros. Poco tiempo después descubrí que lo realmente interesante no era lo que me ocurría a mí sino lo que sucedía a mi alrededor o lo que podría inventarme y, sin darme cuenta, me pasé al campo de la literatura y abandoné para siempre el viejo diario de anotaciones sin sentido.
Excepto alguna experiencia dramática en la que he recurrido más como terapia que como ejercicio literario a esa forma narrativa, nunca ha vuelto a escribir un diario. Me gustó, sin embargo, una idea de Ferrán Gallego que cultivaba una especie de diario de lecturas y reflexiones literarias que le pido desde aquí que publique. Porque estos espacios sirven para hacer públicos, para compartir experiencias , reflexiones y aficiones. Y son desinteresados y gratis. O es la última gran explosión de soledades, ahora que la literatura solo escribe de nostalgias.
PD.- La foto es de mi amigo Jesus Marín y es el atardecer en la Dehesa de Abajo

sábado, 7 de marzo de 2009

Tarea inacabada



Ante el Día Internacional de la Mujer trabajadora, tengo algunas preguntas sin respuesta:

1.- ¿Por qué las mujeres somos invisibles en la crisis económica?
2.- ¿Por qué no se interviene ante las “argucias sutiles y artimañas” con las que se despide a las mujeres, sobre todo a las embarazadas?
3.- ¿Por qué algunos hombres siguen asesinando a sus parejas cuando éstas los abandonan?
4.- ¿Por qué, muchos de ellos, se suicidan después del asesinato y no antes?
5.- ¿Por qué siguen regateando la libre decisión de la mujer de recurrir al aborto?
6.- ¿Por qué las mujeres, incluso las más jóvenes, continúan dedicando más del doble de su tiempo a las labores domésticas que sus congéneres?
7.- ¿Por qué el 90 por ciento de las cuidadoras de enfermos, mayores, discapacitados y dependientes, son mujeres?
8.- ¿Por qué los medios siguen asignando papeles tradicionales a las mujeres en su programación y no hay apenas mujeres que dirijan medios de comunicación?
9.- ¿Por qué no hay mujeres en los ámbitos de decisión económica de los gobiernos y las empresas?
10.- ¿Por qué las estructuras de poder de los partidos y sindicatos son masculinas y cual es la razón de que las mujeres pasen por la política y los hombres se queden?

viernes, 6 de marzo de 2009

¿Qué fue de los ricos?

Hoy publico en El Correo este artículo:
Proliferan las noticias sobre las personas paradas y el aumento de la pobreza en nuestro país. No hay día en el que los informativos no muestren las colas del paro, el incremento de personas en los comedores sociales o los estragos que esta crisis está provocando en hombres y mujeres que, hasta hace pocos meses, se creían a cubierto de las inclemencias sociales.
Sabemos la cifra exacta de parados en Andalucía y en España, aunque de nada vale memorizar los datos porque en pocos días, los dígitos se disparan como si contempláramos un contador salvaje cuya numeración cambia antes de que la vista lo retenga. Conocemos cuántas personas paradas cobran subsidio, cuántas están a punto de agotarlo, cuánto ganan y cómo viven.
En contraposición, no sabemos nada de los ricos. Alguien decía que sólo hay una forma de ser pobre y muchas maneras de ser rico. Será eso, pues la riqueza escapa al escrutinio social como un pez vivo en las manos de un niño. El gobierno ha reconocido que no tiene la más remota idea, ni por supuesto control, de lo que ganan los directivos de los bancos españoles, de sus primas y de su participación en dividendos. Los técnicos del Ministerio de Hacienda publicaban, hace pocos meses, que el ochenta y seis por ciento de las grandes fortunas se escapaban al control del fisco y que “era indescifrable” el patrimonio de los más ricos al estar escondido en una intrincada ingeniería financiera. Tampoco las autoridades tienen una explicación razonada de por qué en nuestro país circulaba el mayor número de billetes de 500 euros de toda la Unión Europea, mucho más que todos los billetes de este tipo que lo hacían en Francia, Alemania y Holanda juntas. Tampoco sabemos nada de aquellos afortunados que en los últimos años entraron en las cifras mundiales de millonarios y que hicieron que España formara parte del “Top Ten” de los países con mayor número de ricos en un tiempo record. La explicación para este ascenso vertiginoso de ricos españoles se fundaba en “las ganancias expansivas en bolsa y el auge del sector inmobiliario” además de una subida espectacular de las ganancias de los banqueros.
Durante los últimos ocho años –y son datos publicados- la venta de yates, viviendas de alto standing, objetos suntuarios y diseño exclusivo no dejó de multiplicarse. La venta de oro y diamantes creció menos por considerar que lo más “cool” era gastar el dinero en bolsos, arte-decoración, complementos y bienes más perecederos.
Pues bien, los responsables de esta crisis han desaparecido de escena bruscamente. Solo algunos de sus testaferros aparecen, con cara seria y compungida, para exigir reformas laborales, contención de los salarios o despidos más baratos, como si no supiésemos que el contador endemoniado del paro es el mismo, y tiene la misma lógica, que el contador de sus ganancias desorbitadas en los años de bonanza económica. Por eso tengo verdadero interés en saber qué ha sido de los ricos, dónde tienen sus ganancias, cómo se las apañan para hacernos creer que son pérdidas los beneficios no obtenidos, cómo consiguen vendernos el dinero al doble o al triple de lo que les cuesta en el mercado interbancario y, sobre todo, de qué han tenido que privarse en estos tiempos que ellos han hecho tan duros.
PD.- Las cifras hay que leerlas como miles de millones de dólares

martes, 3 de marzo de 2009

A punto de volar



La primavera nos engaña en Sevilla todos los años. En pleno mes de febrero el aire se vuelve ligero y, a rachas, sopla un suave viento templado. Suele ocurrir después de unas semanas de cielos encapotados. Entonces celebramos este breve espacio de luz y de anticipo de la primavera despojándonos de la parafernalia invernal. Abrimos puertas y ventanas, abandonamos la ropa de abrigo y salimos a la calle con una sonrisa, como si hubiésemos dejado definitivamente atrás el invierno. A los pocos días el tiempo vuelve atrás, como si solo hubiera sido un ensayo, un pequeño anticipo, y nos devuelve a los días fríos y encapotados que creíamos haber vencido.
Todos los años nos engaña este amago de primavera, pero también los árboles se han dejado seducir por esta ilusión. Los naranjos han empezado a brotar azahar, los limones lucen redondos en la copa del árbol, los nísperos y albaricoques redondean sus frutos sin aprender que las heladas cortarán en seco esta equivocada floración.
Las golondrinas llevan ya un mes colgadas a las vigas de la entrada adecentando sus nidos, heladas de frío. Casi al mismo tiempo que yo, decidieron que éste era su hogar, y cada vez llegan en mayor número, atravesando los océanos con mi dirección escrita en sus genes. Cada año pienso en acabar con sus nidos y cada año sonrío con la aparición de sus picos negros y sus buches blancos.
Aquí habitamos todos, con la primavera suspendida sobre nuestro ánimo, en un paréntesis del tiempo en el que todo está contenido, pero latente: pájaros a punto de volar, árboles a punto de florecer, tiempos a punto de cambiar.

lunes, 2 de marzo de 2009

Entrevista al maestro



Desde hace algunos días preparo una entrevista con Juan Carlos Rodríguez para su publicación en el próximo número de la revista de pensamiento político andaluz Paralelo36. Como proyecto interesado de forma especial en la teoría, nos resultaba esencial poder publicar una extensa conversación con el que es, en mi opinión, el teórico más importante de nuestro país no solo de literatura, sino de todos los campos relacionados con la producción ideológica y cultural.
Muchas personas no lo conocen. No es un habitual de los medios de comunicación, ni ha aprovechado su condición de crítico al sistema para ocupar alguno de los pequeños nichos culturales que se reservan como prueba de la democracia y de la pluralidad de pensamiento de nuestros aparatos culturales.
La crítica de Juan Carlos Rodríguez es completa y compleja. Conoce los mecanismos de dominación y de elaboración cultural y sabe que su funcionamiento no es simplista, ni ajeno, que no basta tomar postura política a favor de la izquierda para escapar de la ideología dominante y que, en sentido contrario, la historicidad de cualquier texto literario y sus contradicciones, puede abrir grietas y hendiduras en el propio sistema.
“Si no existieran contradicciones –nos dice- no tendríamos siquiera la necesidad de escribir”.
Mantiene Juan Carlos Rodríguez, y perdonad la simplificación, que existen resquicios para quebrantar la norma literaria y cultural, para una resistencia o, al menos para una transgresión. No lo dudo, pero las muestras de esta cultura crítica son cada vez más reducidas y escasas, aunque en apariencia la libertad de los creadores es hoy mucho mayor que en años o en siglos pasados. La literatura se refugia en el pasado y en las certezas antiguas, se acomoda al entretenimiento sin ninguna reserva, se convierte en mercancía o en añoranza, recuenta su propia historia como si no existiera la realidad, ni el presente ni el futuro.
Tendré que preguntarle por todo esto. Y sigo preparando la entrevista, con la inseguridad que da el entrevistar al maestro, el que nos decía que lo importante es pensar en las preguntas antes de todas las preguntas.

jueves, 26 de febrero de 2009

Mucha filosofía



No sé si os pasa que en todas las conversaciones se acaba hablando de la crisis económica. Los que realmente no estamos afectados directamente por ella, filosofamos sobre su alcance, sus causas, sus alternativas. Los que de verdad están sufriendo las consecuencias hablan de los cierres de negocios, de despidos y suelen acabar la conversación con la frase: “habrá que echarle mucha filosofía”.
O sea, que en todos los casos la filosofía se convierte en un recurso común. En el caso de los primeros, la filosofía es la búsqueda de ideas y de soluciones, en el segundo caso la palabra filosofía es sinónimo de paciencia, de saber superar las dificultades, de conseguir no llegar a la desesperación.
Es realmente admirable la capacidad de adaptación que la mayor parte de la sociedad tiene ante la nueva situación: se recortan gastos, se cambian prioridades e incluso se modifican conductas. En esta administración cuidadosa de la crisis juegan un papel esencial las mujeres, las proveedoras, que consiguen diariamente el milagro de la subsistencia sin que el género masculino se percate casi de ello. El saber que la crisis es un mal generalizado contribuye a frenar la desesperación, la depresión particular que irremisiblemente afecta a cualquier persona que sufre el paro y una perspectiva cercana de falta total de recursos.
No sé por cuanto tiempo esta filosofía de saber contenerse, esperar, no caer en la desesperación, podrá seguir funcionando en el colectivo social, solo espero esta filosofía no sea sustituida por la confrontación con los aún más débiles, sino con los poderosos. Para no ocurra lo peor, es necesario que apaguemos con valentía los fuegos que empiezan a encender sectores interesados en enfocar la desesperación social hacia el autoritarismo. Por ahora estos debates se llaman “cadena perpetua”, crítica feroz a las autonomías y bulos sobre los inmigrantes, -como uno que ya me repiten en todas las conferencias de que no pagan impuestos y tienen prioridad en los servicios públicos- que no sabemos quien los extiende pero sí a quien beneficia. Mantener un pensamiento débil ante todo esto es construir el camino por el transitará la ideología más reaccionaria.

martes, 24 de febrero de 2009

Seres sin adolescencia


Algunas de mis amigas exhiben en Facebook las fotos de sus niños recién nacidos. Las que, hasta hace poco tiempo, colocaban artísticas o atrevidas fotos en todo tipo de actividades sociales, las sustituyen por redondas caras de bebés que duermen, comen, maman o miran sin objeto definido. La respuesta de las que no tenemos hijos no se ha hecho esperar y hemos subido las mejores fotos de nuestros perros que, en mi modesta opinión, son más dinámicas y hermosas que los bebés adormilados, sin embargo no hemos conseguido los ecos de admiración que suscitan los recién nacidos. Nadie nos ha contestado con arrumacos, exclamaciones o felicitaciones.
Sin aceptar mi derrota, he colgado una frase lapidaria al pie de las fotos. “Los perros, esos maravillosos seres sin adolescencia” –he dicho, a manera de final definitivo y feliz. La frase ha navegado en el espacio sin encontrar ningún eco, hasta que una de mis cómplices en el amor a los animales, me ha contestado: “¡Es verdad que eres una poeta!” (escrito así, como también yo lo prefiero, porque el femenino “poetisa” siempre me ha parecido cursi, rebuscado y con un toque de esoterismo insoportable). Durante algunas horas hemos paladeado nuestro éxito pero no hemos conseguido eco alguno. Las recientes madres no han hecho ni un solo comentario a nuestro hallazgo literario. Creen que se trata solo de una absurda ocurrencia y sonríen con superioridad, abrazadas a su pedacito de sueño.

viernes, 20 de febrero de 2009

REVOLUCIONARY ROAD



¿Cuándo se rompen, en realidad, los sueños de la juventud? ¿En qué justo momento hemos dejado de ser “especiales” para doblegarnos ante las convenciones sociales?
¿Es posible escapar del inevitable vacío de la vida?
Ayer fui a ver Revolucionary Road, una película que trata de todo esto, de la infinita tristeza que producen los bienes materiales cuando por dentro se consume el escaso fuego que alimentaste en tu juventud. Si no te gustaron títulos cinematográficos como “Las horas” o “American Beauty” es mejor que no vayas a verla, sin embargo si te gusta ese discurrir del tiempo, de espacios que se cierran, de diálogos que superan las palabras, esta es sin duda tu película de la temporada.
No es, como se ha dicho, un relato costumbrista de los años 50, de su ferocidad, de la condena doméstica de las mujeres. Es un film que habla de nuestros sueños y de nuestra cobardía a la hora de afrontarlos, de la infinita soledad que nos atraviesa.
Hay, en la película, una escena que me cortó la respiración. Tras una bronca descomunal entre Frank y April, la mañana amanece tranquila. Ella prepara el desayuno y se muestra complaciente y atenta con su marido. Hay algo inquietante en esa perfección doméstica, en el cuidado orden de la casa, en el manejo de los objetos cotidianos. Él apenas se atreve a buscar una explicación para este cambio repentino. Contiene su alegría, el temor, la inseguridad que todo esto le provoca. Teme decir o hacer algo que rompa el hechizo de esa repentina normalidad, anhela que todo sea real, que no se quiebre de pronto en mil pedazos. Se trata, sin embargo, de una de las despedidas más tristes de la reciente historia del cine.
En contra de los finales esperanzados, la película muestra que no siempre tendremos París, que Paris se pierde cuando abandonamos nuestros sueños y nos sumergimos en la tibia rutina de aquello en lo que no creemos.

Dos años de nuevo Estatuto

Este es el artículo que he publicado hoy en el Correo de Andalucía:

Confieso que sentí una enorme tristeza por los magros resultados de participación en el referéndum para la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía. No se trataba de un sentimiento partidario, curtida ya en centenares de derrotas, sino el pensamiento de que la alta abstención del pueblo andaluz dejaba sin nervio su posterior cumplimiento.
El Estatuto contenía, en mi opinión, un fuerte compromiso de cambio de nuestra comunidad que no podría conseguirse sin una elevada implicación del conjunto de la sociedad. Las escasas personas que lo hayan leído pueden ver cómo hay una apuesta decidida por un modelo de desarrollo más racional y ecológico así como por unos servicios públicos de calidad como factor de igualdad de la ciudadanía.
Nos esforzamos porque tuviera el sello de una identidad andaluza construida sobre la extensión de los derechos sociales, la participación de la ciudadanía, la apuesta por los servicios públicos y el cuidado medioambiental. Trabajamos para introducir en el texto en torno a treinta seis nuevos derechos sociales para todas las personas que viven en Andalucía sin distinción de su procedencia; algunos de gran alcance como la Renta Básica o la articulación de las políticas sociales a través de una red públicas de servicios sociales; otros derechos hacían referencia a problemas de carácter más sectorial como la atención especial y preferente a enfermedades crónicas o invalidantes, las ayudas públicas a la vivienda o el reparto de la integración educativa en los centros públicos y privados. Tuvimos una verdadera batalla política para conseguir que estos nuevos derechos no fueran “declarativos”, sino reales y que pudieran ser reclamados por cualquier persona ante los tribunales o ante el Defensor del Pueblo para su cumplimiento.
Descendió el estatuto a las situaciones laborales más habituales, el cumplimiento de los convenios, la falta de calidad del empleo juvenil o la discriminación soterrada de las mujeres en el mercado laboral. Estableció que las ayudas y subvenciones públicas a las empresas se harían atendiendo a criterios de estabilidad laboral, inclusión social, promoción laboral de las mujeres y respeto al medio ambiente.
Cuando el PP se incorporó al Estatuto, -tras comprender que era una operación ruinosa mantenerse en la oposición obstinada que había mantenido durante su tramitación- su principal aportación consistió en reducir el caudal identitario, afirmar la supremacía del Estado sobre la Comunidad, o establecer cautelas constitucionales, pero afortunadamente, el edificio estaba construido.
Dos años después de su aprobación, el Gobierno Andaluz ha corrido un oscuro velo sobre esta conmemoración. Su balance de cumplimiento del nuevo Estatuto ha sido ínfimo y las pocas leyes tramitadas pertenecen a la anterior legislatura en la que todavía había cierto impulso para su cumplimiento. Por su parte el PP cuelga en su web el siguiente titular: “Balance de dos años de Estatuto de Autonomía: 850.300 parados”, porque al parecer les resulta rentable mezclar las palabras “autonomía” “Estatuto” y “paro” en la misma frase, aunque el resultado sea una descomunal mentira.
Por el contrario, el desarrollo del Estatuto había previsto mecanismos muy útiles para afrontar la crisis económica con mayor protección social a las personas sin recursos a través de la Renta Básica, la implicación de las Cajas de Ahorros en la economía productiva, la defensa y protección de los autónomos así como el desarrollo de nuevos servicios públicos o de la economía ligada al medioambiente. Que todavía estén sin desarrollar es una nueva Deuda Histórica con el pueblo andaluz que, por desgracia, escasamente se reclama.

martes, 17 de febrero de 2009

Nadie hablará de sus despidos


“Cuando cierran una empresa, nosotros redactamos la información y, mejor o peor, se publica en nuestros medios de comunicación pero… ¿quién informará de nuestros despidos cuando nos lleguen?” – me dice un veterano profesional, angustiado tras conocer los despidos silenciosos de centenares de periodistas. La pregunta no tiene respuesta.
Se estima, según cálculos de las asociaciones de la prensa, que en estos últimos meses se han producido cerca de dos mil despidos de periodistas y que se alcanzará la cifra de cinco mil a lo largo de este año. Como en todos los sectores laborales, las personas “idóneas” para recibir la carta de despido son aquellas que tienen muchos años de experiencia laboral y han conseguido una retribución digna. Sus puestos serán ocupados ahora por jóvenes becarios con retribuciones ínfimas, suministrados en muchas ocasiones por las Universidades que cavan así la tumba de su autodestrucción.
En Granada, en Cádiz, en Málaga, en Sevilla se desmontan rotativas, se conciertan despidos sin que se mueva un átomo de la pesada maquinaria sindical.
Pero no se trata solo de puestos de trabajo sino del derecho a la información de la ciudadanía. Quizá, con estos despidos, estemos diciendo adiós también a los últimos vestigios de una profesión.
Es posible que vivamos una nueva era informativa en la que se recorte aún más la capacidad y la autonomía de las personas que trabajan en la información. Tras el éxito cosechado por técnicos de telefonía que no tienen ni idea de para qué sirve cada cable, operadoras telefónicas que apenas entienden nuestro idioma, servicios de atención al cliente que no saben responderte si no formulas la pregunta tal como está en el manual que consultan, vendrá la figura de redactor informativo multiuso que copiará y pegará teletipos, relatará sucesos y ecos de sociedad o transcribirá comunicados oficiales. Quizá no solo estén despidiendo periodistas, sino acabando para siempre con un profesión molesta, que a veces contrasta fuentes, que tiene opiniones, que escribe entre líneas. Lo único que salva a los medios de comunicación de caer en el simple mercantilismo o en la propaganda directa es la delgada línea roja de esos incómodos mediadores llamados periodistas y que ahora, gracias a la crisis y al individualismo feroz de esa profesión, pueden tener sus días contados.